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sábado, 30 de agosto de 2014

Almudena del Mazo: reflexiones, dibujos y un gran papel para el arte de los niños

En el Ayuntamiento de Covarrubias nos encontramos con una agradable sorpresa. En una de sus salas exponía una artista que no conocía, pero que no se me olvida: Almudena del Mazo. Sus preciosas ilustraciones están cargadas de mensajes que alcanzan de lleno al que los mira.

 Daniel enseguida se sintió atraído por sus fantásticos niños plasmados en láminas. Iván no vio nada más que el gwran papel en blanco que cubría una parte del suelo y que le invitaba a plasmar su propio arte con ceras y lápices de colores. Y eso que en casa me dice que pintar es cosa del cole y no me deja que la acerque las pinturas ni en broma.

Pues allí estuvo tan entretenido rellenando los huecos en blanco que habían dejado otros niños, que casi le da una perreta en toda regla cuando le arrancamos de su lugar de recreo.

Daniel imitó muy pronto a su hermano y nos dio la oportunidad a su padre y ami de disfrutar plenamente de una exposición que me pareció mágica y llena de reflexiones. Si queréis conocerla, podéis pasaros por su blog Cada día un dibujo. Espero que os guste tanto como a mí.

viernes, 29 de agosto de 2014

Contrastes en el río

Nuestros días en Covarrubias estuvieron repletos de sorpresas metereológicas. Desde un día en el que casi deseé haberme traído un abrigo ligero a jornadas de extremo calor que aprovechamos para visitar el río y darnos el chapuzón de rigor.

Mientras mis niños y yo sufríamos el torramiento exterior y congelamiento en remojo, mi marido nadaba cual pececillo ajeno a la temperatura extrema del agua. Los peques chapoteaban encantados en busca de cangrejos o lo que cayera, pero cada poco salían con los labios azules y tiritando en busca del calor de la arena y la toalla. Por mucho que intentaron cazar algo con sus redes, llegaron los dos días con las manos vacías y más interesados en saltar de piedra en piedra que en la caza en sí.

El primer día que fuimos no me pude meter más allá de las rodillas. El segundo, hacía tanto calor que me zambullí sin pensármelo dos veces y acabé con dolor de oídos. Eso sí, el agua estaba limpísima, cristalina. Podías ver a los pobres pececitos huir de tus avances.

Los días de río se nos olvidó llevar el pan duro que nos guardaron las abuelas para dar de comer a los patos, así que tuvimos que ir una tarde a cumplir con los pobres animalillos que se nos acercaban en gran número en busca de su pitanza. Este año hemos visto muchísimos y muy atrevidos.

Llegamos a la orilla del río cargados de pan y pronto nos vimos rodeados de un montón de chiquillería pidiendo mendrugos para participar en la diversión. Ni que decir que los patos estaban encantados.


jueves, 28 de agosto de 2014

El Festival Internacional de Arte y Construcción en Covarrubias

Este año ha vuelto el IFAC a Covarrubias. Es el Festival Internacional de Arte y Construcción. Es una noticia genial porque llenan el pueblo de cosas curiosas.

Lamentablemente llegamos justo cuando se acababa y no pudimos ver a los arquitectos en acción, pero sí pudimos disfrutar de sus obras acabadas.

Daniel se montó en la balsa que hicieron con tablones de madera para el río, pero Iván se agarró a mi cuello y no quiso ni poner un pié.

Los dos lo pasaron estupendamente con la construcción de palets y con la rampa con cuerda para trepar.

Los grafitties que hicieron en el frontón les llamaron muchísimo la atención y no se cansaban de mirarlos y comentarlos.

En la zona de barbacoas hicieron un horno para pizzas que era una monada. Con una pala de madera para meter y sacar las pizzas.

La rabia fue que quitaron la estupenda red de tela de araña ideal para siestas al lado del río. Estaba hecha un asco, pero hubiera sido maravilloso que la arreglaran o sustituyeran por una nueva. También desapareció el pequeño muelle de madera que entraba en el río y desde el que dábamos de comer a los patos. ¡Una pena!

La sorpresa nos la dio el autobús que nos encontramos en plena plaza mayor del pueblo. El primer día estaba abierto para gran alegría para los niños del pueblo que hacían el salvaje libremente entre los asientos. Pero los días siguientes permaneció cerrado, supongo que empezaba a ser un peligro.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Para qué ir a un parque si podemos ir a admirar lápidas

Un día en el que las temperaturas descendieron más de lo aconsejable para darse un remojón buscamos una actividad alternativa que pudiera entretener a los pequeños. le dimos a elegir entre ir a los columpios o caminar entre los señoriales panteones del cementerio de Elda.

Ni que decir que las tumbas ganaron por goleada. Daniel estaba entusiasmado con el plan y contagió a su hermano enseguida. Casi se queda sin la excursión porque, justo ese día, me dio por tomarle un poco la lección y hacer que juntara letras para hacer sílabas sencillas. Cuando le pedía que me dijera la eme con la a, como mamá, o la pe con la e, como pepe, y aún así se quedaba mirándome con cara de poker sin responder nada, empecé a tener la sensación de que me tomaba el pelo y me enfadé tanto que le amenacé con llevarle directo al parque sin ver ni una lápida. Al final, con muchísimo esfuerzo, logré que me dijera una y se salvó su día.

El camino fue largo, pero los peques estaban motivados y lo hicieron casi sin quejarse. A la entrada del recinto figuran dos poesías talladas en piedra de El Cirílico. Mi madre nos contó que era un indigente poeta al que sus obras orales le valieron la inmortalidad en esa dos losas. Se las leí a mis dos niños que parecían escucharme con atención.

En cuanto terminé salieron escopetados al interior como si hubieran dado una señal de salida en una carrera. Enseguida empezaron las preguntas de si allí vivían zombis, de lo que ponía en las losas, de por qué les hacían esas casas tan chulas a los muertos... Y algunas otras no tan fáciles de contestar.

Los chiquillos curioseaban alegremente, pero se empezaron a descontrolar muy rápido. por mucho que les pidiéramos una y otra vez que permanecieran en el camino, no podían evitar saltar de tumba en tumba con muy poco respeto para gran vergüenza y creciente enfado de sus progenitores, que acabaron por sacarlos de allí antes de lo previsto con grandes protestas por parte de los peques.

Se quedaron con las ganas de usar las regaderas que colgaban de ganchos cada pocos metros para facilitar el cuidado de las flores a los familiares, pero es que nos parecía mal regar las plantas de gente que no conocíamos. Y tampoco queríamos que montaran una fiesta en un lugar de descanso por excelencia.

Conclusión: ellos se lo pasaron pipa, pero no cabe duda de que fue una mala decisión. Son demasiado pequeños.


martes, 26 de agosto de 2014

Piscinas naturales, playa y piscinas artificiales en El Campello

Un día, en su piscina, mi prima nos propuso ir de excursión a una piscinas excavadas en las rocas de la costa de El Campello, los baños de la reina. Nos enseñó fotos y la cosa prometía mucho, así que nos apuntamos sin dudarlo. Pero al llegar allí, el oleaje hacía peligroso bañarse en las piscina. Los intentamos con buen talante, pero el oleaje me hizo temer por la integridad de mis hijos que pesan bastante poco. Daniel era un temerario e Iván se moría de miedo. Tampoco podían jugar entre las rocas porque se tropezaban cada dos por tres. Así que hubo un cambio de planes de último minuto y nos fuimos a la playa a seguir pasándolo bien. Se nos unieron unos amigos de mi prima con hijos en edades parecidas a la de los míos y yo encantada, pensando que jugarían juntos, pero les costó mucho romper el hielo. A veces esperamos demasiado de los chiquillos y no por coincidir en edades tiene que conectar en carácter.

En la playa lo pasamos fenomenal. Nos bañamos, jugamos con la arena, tomamos el sol... Y a la hora de comer fuimos a una restaurante que estaba en la avenida a una paso de dónde estábamos. El sitio estaba genial porque tenía todo lo que a un niño le puede apetecer: pizzas, pasta, filetes, patatas... Y todo estaba muy bueno.

Acabamos la comilona con deliciosos postres y nos invitaron a las piscinas del apartamento de la amiga de mi prima. Allá que fuimos con los peques suspirando por el agua con cloro en la que poder flotar a gusto sin molesto oleaje.

Lo pasamos fenomenal. Además de la enorme piscina para adultos, tenían otra de medio metro de profundidad para los pequeños.

Como siempre, tuvimos que arrastrar a los chiquillos para lograr que se metieran en el coche y volver a casa.



lunes, 25 de agosto de 2014

Castalla cerrada y Biar precioso

Una noche nos dio por consultar el tiempo y nos anunciaron lluvias y bajada de temperaturas al día siguiente. Pensando en que poca playa o piscina íbamos a disfrutar decidimos ir de excursión a algún pueblo con castillo de los que por allí abundan.

Mi prima nos recomendó Castalla y un restaurante allí para disfrutar de unos delicioso gazpachos manchegos. Como nunca los comemos no empezó a apetecer hincarles el diente más que visitar castillos. Allá que nos fuimos. Con tan mala pata que era fiestas y el pueblo estaba cerrado a cal y canto: Ni castillo ni ná de ná. Las calles estaban llenas de barrotes para protegerlas de las embestidas de los toros que soltarían esa tarde. Después de dar una vueltilla por sus calles, decidimos cambiar de pueblo y optamos por Biar.

El castillo de Biar sí que estaba abierto, pero antes de que pudiéramos encaminarnos a sus murallas, Iván se tropezó y se dió con una barra de una valla en la boca haciéndose un corte que a mí me pareció tremendo. Angustiada obligué a toda la familia a ir al centro de salud más cercano, pero al llegar me di cuenta que, al ser una día de fiesta, sólo estaba operativo urgencias y al entrar y ver casos realmente urgentes, se me quitó la tontería y nos fuimos todos a ver el castillo. De todas formas, le lavé la herida con suero al llegar a casa y se la observo y limpio todos los días. Creo que se le ha infectado un poquito. Él saca el labio y se deja hacer con resignación.

El castillo era muy pequeñito, pero para los niños fue suficiente. Sobre todo por las sillas en las que se sentaron y declararon muy orgullosos que se acababan de convertir en Reyes. Desde las almenas las vistas eran impresionantes. Y es que el pueblo es precioso. Dimos una vuelta por su barrio antiguo y nos metimos en su iglesia.

Como ya nos sonaban algo las tripas volvimos a Castalla para ir al restaurante elegido. No fuimos al que nos recomendó mi prima porque en internet no lo ponían como bueno para ir con niños, en cambio recomendaban bastante el del Hotel Caseta Nova y no nos defraudó. Los jardines eran una chulada para que los niños pasearan y el trato inmejorable. Tenían una menú de niños estupendo y los gazpachos estaban de muerte. Incluso el precio nos pareció bueno.

Al final, ni llovió, ni hizo frío. Lució un sol esplendoroso que de vez en cuando tapaba alguna negra nube. Con lo que al día siguiente nos fuimos a la playa y pasamos del parte meteorológico que volvía a anunciar lluvias.








domingo, 24 de agosto de 2014

A mis chicos no les para ni un vendaval a la hora de ir a la playa

El primer día que fuimos a la playa de Alicante a la que siempre vamos porque es muy familiar, va poca gente y es fácil aparcar, el viento que corría más bien parecía un vendaval. Intenté hacer cambiar de idea a los hombres de la casa, pero no hubo manera, así que sacamos del maletero todo el tinglado y nos colocamos muy cerca de la bandera roja que parecía que se iba a rasgar de un momento a otro.

Lo cierto que entre hacer castillos, hoyos, tirar bolas de arena a las olas y jugar con ellas lo pasamos estupendamente. No sé si mejoró el día o si acabé acostumbrándome al ventarrón, pero me encontraba hasta a gusto. Allí estuvimos rebozándonos hasta que los chiquillos empezaron a tener frío y tocamos retirada. Ya llevábamos un buen rato jugando en la orilla.

A pesar de la bandera roja nos bañamos en la orillita porque al principio el calor apretaba bastante y había que refrescarse como fuera. A los niños no les soltamos en ningún momento por si acaso nos venía alguna corriente traicionera.

El resto de los días que fuimos a la playa nos hizo mucho mejor y nos costó más convencer a los niños de que dejaran sus juegos para volver a casa.