Recientemente, acudí a un evento organizado por laboratorios Ferrer, en el Petit Palace Lealtad Plaza,en el que nos iban a hablar de sus protectores solares Protextrem. Pensé que serían parecidos a los de siempre aunque con elementos de mayor calidad para proteger nuestra piel del sol amenazante, pero me llevé una gran sorpresa. En estos laboratorios saben de buena tinta que la salud y la belleza van de la mano y nos presentaron unos productos ideales para cuidarnos sin olvidarnos de la estética. Además, de las cremas para niños cuyo punto más relevante es que no llevan agentes químicos que pueden llegar a irritar y dañar nuestra piel, ni te cuento ya la de un bebé.
Pero voy a empezar por el principio. Que nos dé el sol tiene cosas buenas: la vitamina D, el bronceadito favorecedor, alimenta el optimismo... Pero la otra cara de la moneda puede ser terrible: daños irreversibles en la piel, eritemas, alergias, envejecimiento prematuro, liberación de radicales libres, carcinomas... Los rayos UVA, UVB e infrarrojos afectan a la piel, aunque el sol no caliente, y dañan nuestra piel, aunque no lo notemos en un principio. Por eso es más que aconsejable que usemos protectores solares durante todo el año, tanto en verano, con mayor razón, como en invierno.
Y no vale solo con untarse la cremita de turno y listo. De eso nada. Hay que saber cómo hacerlo como con todo en la vida. Si un bote de crema te da para todo el verano, algo estás haciendo mal. La proporción que tenemos que aplicar es de 2 gramos por centímetro cuadrado previo calentamiento de la crema en nuestras manos. Tenemos que renovar cada dos horas y si estamos hablando de inmersiones en el agua mucho antes. Cuidado con esas zonas escondidas de las orejas, cuello, manos y pies. También se queman y hay que untarlas bien de crema.
Otro dato a tener muy en cuenta es que ningún fotoprotector nos protege al 100% de los efectos adversos del sol. Por eso hay que escoger el que mejor se adapte a nuestro tipo de piel, el más eficaz y el más sano. Para lograrlo debemos aprender a leer bien la información sobre el producto y entender lo que nos está contando.
Normalmente, los protectores solares sólo protegen de los rayos UVA y UVB, pero últimamente han aparecido algunos que también sirven de barrera contra los infrarrojos, con lo que son más efectivos. También es importante fijarse en que la crema tenga la menor cantidad de filtros químicos posible (moléculas sintéticas que absorben los fotones de la radiación solar). Es mejor que tenga filtros físicos (partículas minerales que actúan por reflexión y dispersión), aunque es difícil conseguir una textura agradable sin los químicos y muy pocos laboratorios lo han conseguido.
Los protectores infantiles tienen unas características especiales debido a su sensibilidad ya que no tiene las defensas que tienen las de los adultos. Por eso tenemos que asegurarnos que su base esté hecha a base de filtros físicos, que la protección sea alta, que no irrite ni produzca alergias, que sea resistente al agua y que la fórmula esté adaptada a la especificaciones de la piel de los niños.
También nos habló de cremas para pieles sensibles o alérgicas y de cómo hay fotoprotectores que nos defienden de los radicales libres, principales causantes del envejecimiento prematuro y los carcinomas en la piel. Ella aconsejó la vitamina C, el gran antioxidante por excelencia para potenciar esta defensa. La piel es una barrera protectora hacia agentes externos como el sol, pero tiene un límite. Si abusamos se deteriora sin remedio. Encima tiene memoria, lo que significa que los daños, aunque se reparen, siguen latentes.
Para finalizar nos dejó alucinadas con una crema de protección solar que, a la vez es anticelulítica: Sun & Slim. ¡Menudo invento! Y otra crema para el rostro que, además, imprime un color suave para animar nuestros rostros y que ella aconsejó dar debajo de los polvos que usemos habitualmente para matizarla. ¡Que maravilla! Guapas y protegidas. ¿Se puede pedir más?
Nos fuimos del hotel encantadas con la charla y deseando probar los productos de nuestras bolsas. ¡Ah! y con un osito de peluche monísimo por cortesía del Petit Palace.
Esta mañana estrené la crema infantil y les ha encantado. El pequeño ha comentado que es muy gustosa, suave y huele taaan bien. El mayor está emocionado con el 50+ que ha visto en el bote. "¿Esto es más que cincuenta? ¡Ualaaaa!". Me encanta lo intensamente que viven cada detalle.
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jueves, 30 de junio de 2016
miércoles, 29 de junio de 2016
El dragón (que no era verde)
El protagonista de El dragón (que no era verde) es Flavio, un dragón azul, muy azul y no le digas lo contrario porque se enfadará tanto que hasta puede que convierta un campo de maiz en uno de palomitas o quizá haga tronar de tal manera que todos corran a buscar un paraguas en pleno julio.
Puede que le veas más verde que las lechugas, o de repente te parezca que se ha vuelto rojo como las amapolas, azul marino como el cielo estrellado o blanco como las mismísimas palomitas que está engullendo feliz, pero él seguirá empeñado en afirmar que todo en él es azul, hasta su sangre, porque es lo que quiere y ¿por qué no puede ser así? ¿Porque los dragones han sido verdes de toda la vida? ¿Sólo por eso? Pues vaya razón más insignificante. Si Flavio quiere ser azul, es azul y no hay nada más que hablar.
Este precioso cuento es el que me mandó Boolino por una promoción que consistía en comentar diez de sus publicaciones al menos, porque para ellos, la opinión de los lectores sobre los libros de su web es importantísima.
Es curioso, me enteré de la promoción por medio de La Biblioteca de Gololo y Toin y fue justo en el blog de Vanesa y su hermana dónde me leí la reseña de este libro. Cuando abrí el paquete y lo vi me hizo mucha ilusión.
Esa misma noche se lo leí a mis peques. ¡Les encantó! Yo les preguntaba: "¿Está el dragón azul?" y ellos contestaban entusiasmados: "Noooooo, está verde", o rojo, o gris o multicolor... y alguna vez azul, pero siempre, siempre azul como Flavio afirmaba nooooo. Cambia según el humor y el escenario.
Pero al final, ¿qué importa su color? Lo importante de verdad, de verdad, es que él ha decidido ser azul.
Puede que le veas más verde que las lechugas, o de repente te parezca que se ha vuelto rojo como las amapolas, azul marino como el cielo estrellado o blanco como las mismísimas palomitas que está engullendo feliz, pero él seguirá empeñado en afirmar que todo en él es azul, hasta su sangre, porque es lo que quiere y ¿por qué no puede ser así? ¿Porque los dragones han sido verdes de toda la vida? ¿Sólo por eso? Pues vaya razón más insignificante. Si Flavio quiere ser azul, es azul y no hay nada más que hablar.
Este precioso cuento es el que me mandó Boolino por una promoción que consistía en comentar diez de sus publicaciones al menos, porque para ellos, la opinión de los lectores sobre los libros de su web es importantísima.
Es curioso, me enteré de la promoción por medio de La Biblioteca de Gololo y Toin y fue justo en el blog de Vanesa y su hermana dónde me leí la reseña de este libro. Cuando abrí el paquete y lo vi me hizo mucha ilusión.
Esa misma noche se lo leí a mis peques. ¡Les encantó! Yo les preguntaba: "¿Está el dragón azul?" y ellos contestaban entusiasmados: "Noooooo, está verde", o rojo, o gris o multicolor... y alguna vez azul, pero siempre, siempre azul como Flavio afirmaba nooooo. Cambia según el humor y el escenario.
Pero al final, ¿qué importa su color? Lo importante de verdad, de verdad, es que él ha decidido ser azul.
martes, 28 de junio de 2016
Aniversario Asociación Sonrisas en Faunia
A través del twitter Reto Somos la Leche, me enteré de que había una evento solidario en Faunia organizado por Asociación Sonrisas, una ONG cuyo objetivo es que no haya ni un sólo niño sin sonrisa.
Sin pensármelo dos veces me puse en contacto con ellos y adquirí nuestras entradas para el evento benéfico. El día señalado nos presentamos allí con cuatro kilos de comida para Mensajeros de la Paz y unos niños muy emocionados.
Nos tardaron nada en darnos las entradas y nos encaminamos al lugar dónde se realizaban las actividades. Nos costó mucho llegar porque por el camino nos fuimos encontrando diversos animalitos y la senda de los dinosaurios. Por mucho que les aseguramos a los niños que volveríamos por allí no hubo manera de convencerles de que no se pararan a contemplar y comentar cada maravilla que encontraban.
Por fin llegamos al lugar del evento y nos encontramos con un montón de sorpresas increíbles para los niños. El ejército del aire había montado un divertido circuito para los más intrépidos. Justo al lado teníamos unos creativos talleres para hacer tu propia camiseta y otro stand lleno de plastilina, colores y un Jenga de colorines que fascinó a mis chicos.
Allí estuvieron mucho tiempo inventando nuevos retos y construcciones imposibles. Cuando seguimos camino, Daniel descubrió una muestra de objetos de salvamento que captó toda su atención. El chiquillo no paraba de preguntar al encargado que era eso o para qué servía eso otro. ¡¡Incluso dos o tres veces!! Al pobre chico lo tenía mareado, pero le contestó a todo con una gran sonrisa y sin perder ni un ápice la paciencia.
Mientras Iván acariciaba a todo perrito de salvamento que encontró en su camino. y se acercaba curioso al camión de bomberos que habían abierto para que subiera el que quisiera a curiosear. El peque no se lo pensó dos veces y se metió dentro como una exhalación. Enseguida le pusieron un casco para dar más emoción al momento.
Yo me hubiera quedado un rato más, pero los peques estaban deseando recorrer Faunia, así que después de disfrutar del evento de la Asociación Sonrisas nos adentramos en el parque para descubrir muchas sorpresas.
Empezamos por los polos, dónde los niños lo fliparon con los pingüinos. Nada más salir de esta área temática nos dimos de morros con unos columpios infantiles monísimos y nos tocó hacer una parada para que los peques jugaran a gusto. Si fuera por ellos, allí habrían echado el día, pero lo papis le animamos a seguir la exploración con los pollitos, que les recordaron a los del cole.
Seguimos por las sombras silenciosas, donde comprobamos que son mas educados los animales que los humanos. ¡Anda que no habían señales en cada rincón pidiendo silencio! y a la gente sólo le faltaba aullar. De los niños lo entiendo más, pero no eran precisamente chiquillos los que más gritaban. Pedirles a los niños silencio en esa algarabía era ridículo. Me miraban sin comprender y me preguntaban por qué ellos tenían que estar callados y los demás no.
De allí, fuimos a visitar a los impresionantes cocodrilos y al delicado pabellón de las mariposas. ¡Vaya contraste! La granja les encantó. Es una lugar que siempre triunfa entre lo más pequeños.
Pero lo que más les gustó con diferencia fue el área llamada Veneno, dónde viven los seres más peligrosos y letales. Encima venían con una ficha técnica con el grado de agresividad, veneno, ataque y algunos datos más que flipó a los chiquillos.
Nada más salir, tuvimos que volver a entrar por la enorme boca de serpiente de nuevo y repetir el itinerario por petición entusiasta de los chiquillos. Daniel, incluso tripitió con su padre.
Hicimos un alto para comer, pero los niños no nos dejaron descansar por mucho tiempo. Estaban deseando seguir con la exploración de los diferentes territorios.
Tras atravesar el bosque templado, llenos de ciervos, y el africano, con unos monitos de lo más curioso, nos adentramos en la selva, dónde pasamos por un tunel por debajo de un montón de fascinante fauna marina, nos adentramos en la selva tropical en la que tuvimos a un tucán muy glotón a escasos centímetros y un par de monos traviesos se subieron a la mochila de papá para ver que encontraban. Fue difícilísimo convencerles de que se fueran con las manos vacías.
Eran las cinco de la tarde y ya lo habíamos visto todo. Los papis e Iván estábamos derrengado, pero Daniel aún tenía ganas de marcha. Le convencimos de marcharnos previo paso por la tienda de recuerdos donde nos llevamos un pack de habitantes marinos y otro de dinosaurios para seguir la aventura en casa.
Fue un día muy especial. Gracias Asociación Sonrisas por organizarlo.
Por cierto, ¿adivináis con que famosa pececita nos encontramos?
Sin pensármelo dos veces me puse en contacto con ellos y adquirí nuestras entradas para el evento benéfico. El día señalado nos presentamos allí con cuatro kilos de comida para Mensajeros de la Paz y unos niños muy emocionados.
Nos tardaron nada en darnos las entradas y nos encaminamos al lugar dónde se realizaban las actividades. Nos costó mucho llegar porque por el camino nos fuimos encontrando diversos animalitos y la senda de los dinosaurios. Por mucho que les aseguramos a los niños que volveríamos por allí no hubo manera de convencerles de que no se pararan a contemplar y comentar cada maravilla que encontraban.
Por fin llegamos al lugar del evento y nos encontramos con un montón de sorpresas increíbles para los niños. El ejército del aire había montado un divertido circuito para los más intrépidos. Justo al lado teníamos unos creativos talleres para hacer tu propia camiseta y otro stand lleno de plastilina, colores y un Jenga de colorines que fascinó a mis chicos.
Allí estuvieron mucho tiempo inventando nuevos retos y construcciones imposibles. Cuando seguimos camino, Daniel descubrió una muestra de objetos de salvamento que captó toda su atención. El chiquillo no paraba de preguntar al encargado que era eso o para qué servía eso otro. ¡¡Incluso dos o tres veces!! Al pobre chico lo tenía mareado, pero le contestó a todo con una gran sonrisa y sin perder ni un ápice la paciencia.
Mientras Iván acariciaba a todo perrito de salvamento que encontró en su camino. y se acercaba curioso al camión de bomberos que habían abierto para que subiera el que quisiera a curiosear. El peque no se lo pensó dos veces y se metió dentro como una exhalación. Enseguida le pusieron un casco para dar más emoción al momento.
Yo me hubiera quedado un rato más, pero los peques estaban deseando recorrer Faunia, así que después de disfrutar del evento de la Asociación Sonrisas nos adentramos en el parque para descubrir muchas sorpresas.
Empezamos por los polos, dónde los niños lo fliparon con los pingüinos. Nada más salir de esta área temática nos dimos de morros con unos columpios infantiles monísimos y nos tocó hacer una parada para que los peques jugaran a gusto. Si fuera por ellos, allí habrían echado el día, pero lo papis le animamos a seguir la exploración con los pollitos, que les recordaron a los del cole.
Seguimos por las sombras silenciosas, donde comprobamos que son mas educados los animales que los humanos. ¡Anda que no habían señales en cada rincón pidiendo silencio! y a la gente sólo le faltaba aullar. De los niños lo entiendo más, pero no eran precisamente chiquillos los que más gritaban. Pedirles a los niños silencio en esa algarabía era ridículo. Me miraban sin comprender y me preguntaban por qué ellos tenían que estar callados y los demás no.
De allí, fuimos a visitar a los impresionantes cocodrilos y al delicado pabellón de las mariposas. ¡Vaya contraste! La granja les encantó. Es una lugar que siempre triunfa entre lo más pequeños.
Pero lo que más les gustó con diferencia fue el área llamada Veneno, dónde viven los seres más peligrosos y letales. Encima venían con una ficha técnica con el grado de agresividad, veneno, ataque y algunos datos más que flipó a los chiquillos.
Nada más salir, tuvimos que volver a entrar por la enorme boca de serpiente de nuevo y repetir el itinerario por petición entusiasta de los chiquillos. Daniel, incluso tripitió con su padre.
Hicimos un alto para comer, pero los niños no nos dejaron descansar por mucho tiempo. Estaban deseando seguir con la exploración de los diferentes territorios.
Tras atravesar el bosque templado, llenos de ciervos, y el africano, con unos monitos de lo más curioso, nos adentramos en la selva, dónde pasamos por un tunel por debajo de un montón de fascinante fauna marina, nos adentramos en la selva tropical en la que tuvimos a un tucán muy glotón a escasos centímetros y un par de monos traviesos se subieron a la mochila de papá para ver que encontraban. Fue difícilísimo convencerles de que se fueran con las manos vacías.
Eran las cinco de la tarde y ya lo habíamos visto todo. Los papis e Iván estábamos derrengado, pero Daniel aún tenía ganas de marcha. Le convencimos de marcharnos previo paso por la tienda de recuerdos donde nos llevamos un pack de habitantes marinos y otro de dinosaurios para seguir la aventura en casa.
Fue un día muy especial. Gracias Asociación Sonrisas por organizarlo.
No busquéis más a Dori. Está en Faunia jajaja |
Por cierto, ¿adivináis con que famosa pececita nos encontramos?
lunes, 27 de junio de 2016
Las espadas medievales
Tras nuestras aventuras mágico histórico medievales, y como ya conté en el anterior post, los peques se llevaron a casa sendas espaditas de madera monísimas. En un principio, eligieron unas de plástico cutre, muy impresionantes en diseño, pero más malas que el hambre. Así que el padre de familia tomó cartas en el asunto y les convenció de llevarse las de madera para poder customizarlas a gusto.
"Vale, papá", aceptó enseguida el mayor, "pero nos las haces tú". Yo hubiera preferido que las hicieran ellos mismos, pero su padre estaba entusiasmado con la idea. "Yo las dibujo y vosotros las coloreais", les contestó a los peques. Y habemus trato.
Luego creo que llegó a arrepentirse un poco porque no pararon de recordárselo todo el día y en cuanto cerraron el ojo se puso manos a la obra después de que ellos hubieran elegido un modelo de internet y un nombre para la de cada uno. La de Iván se llamaría Glamdring, como la de Gandalf, y la de Daniel Zasca. Él se inventó el nombre y me parece que no hay ninguna famosa con esa denominación.
Raúl se lo curró mucho y le quedaron dos diseños impresionantes. Su tiempo y esfuerzo le costó. A la mañana siguiente, Daniel se levantó de un salto reclamando su espada. Estaba emocionado con el dibujo que le había hecho su padre. Iván también corrió a por la suya muy feliz. Ambos se enzarzaron en una lucha de titanes hasta que mamá les cortó el rollo porque todavía tenían que desayunar, lavarse los dientes y vestirse para ir al cole.
Esa misma tarde les saqué las temperas sólidas y los rotuladores permanentes para que las acabaran. Daniel no se hizo de rogar, pero Iván se puso a jugar con unos muñecos y pasó dle tema. Me miró con ojitos de bambi y me soltó: "¿Me la pintas tú, mamiiiii? ¿Porfiiiiii?", Quien se resiste.
Así que nos pusimos Daniel y yo a la tarea tan felices. Mi mayor quería una espada de fuego y destrucción, así que escogió el rojo, naranja y amarillo para su obra maestra. Iván en cambio, me indicó su preferencia por las témperas dorada y plateada. Al final quedaron unas espadas personalizadas muy chulas. ¡Que guapos van a estar mis chicos en los mercadillos medievales con ellas!
"Vale, papá", aceptó enseguida el mayor, "pero nos las haces tú". Yo hubiera preferido que las hicieran ellos mismos, pero su padre estaba entusiasmado con la idea. "Yo las dibujo y vosotros las coloreais", les contestó a los peques. Y habemus trato.
Luego creo que llegó a arrepentirse un poco porque no pararon de recordárselo todo el día y en cuanto cerraron el ojo se puso manos a la obra después de que ellos hubieran elegido un modelo de internet y un nombre para la de cada uno. La de Iván se llamaría Glamdring, como la de Gandalf, y la de Daniel Zasca. Él se inventó el nombre y me parece que no hay ninguna famosa con esa denominación.
Raúl se lo curró mucho y le quedaron dos diseños impresionantes. Su tiempo y esfuerzo le costó. A la mañana siguiente, Daniel se levantó de un salto reclamando su espada. Estaba emocionado con el dibujo que le había hecho su padre. Iván también corrió a por la suya muy feliz. Ambos se enzarzaron en una lucha de titanes hasta que mamá les cortó el rollo porque todavía tenían que desayunar, lavarse los dientes y vestirse para ir al cole.
Esa misma tarde les saqué las temperas sólidas y los rotuladores permanentes para que las acabaran. Daniel no se hizo de rogar, pero Iván se puso a jugar con unos muñecos y pasó dle tema. Me miró con ojitos de bambi y me soltó: "¿Me la pintas tú, mamiiiii? ¿Porfiiiiii?", Quien se resiste.
Así que nos pusimos Daniel y yo a la tarea tan felices. Mi mayor quería una espada de fuego y destrucción, así que escogió el rojo, naranja y amarillo para su obra maestra. Iván en cambio, me indicó su preferencia por las témperas dorada y plateada. Al final quedaron unas espadas personalizadas muy chulas. ¡Que guapos van a estar mis chicos en los mercadillos medievales con ellas!
domingo, 26 de junio de 2016
El Torreón de Fernán González en Covarrubias
Por lo visto, el torreón es una construcción defensiva en el que cada detalle revela su naturaleza bélica, aunque se hubiera disimulado como torre palaciega para que su verdadero objetivo no fuera tan evidente.
Dentro se encuentran mil curiosidades sobre el arte de la guerra medieval: las torres de asedio, las palomas y las cometas usadas para incendiar los castillos, catapultas, maquetas de mecanismos bélicos, armas de lo más variopintas... hasta un baño del medievo. Y todo lo explicaba el guía sin escatimar en detalles.
Ya tenemos a dos niños emocionados y pidiendo más.
Al torreón de Fernán Gonzáles también se le llama de Doña Sancha por una leyenda muy trágica que circula desde hace algunos siglos, con muy mal final para la interesada, pero que fue desmentida al hallarse su tumba en otro lugar y no entre los gruesos muros del castillo. Según se cuenta, la desgraciada muchacha acabó emparedada en la torre por negarse a casarse con el elegido de su padre en vez de con el pastor del que se había enamorado.
Tras una visita tan inspiradora los peques convencieron a su padre para que les comprara sendas espadas de madera que les ayudaran a salir vencedores de sus imaginarias batallas.
Por una vez no nombraron ninguno de los escenarios de El Señor de los Anillos. Eso sí, tras este intenso fin de semana no han tardado en reclamarme las pelis. En cuatro días se han chupado las más de diez horas de metraje de las tres entregas. Teniendo en cuenta que van a campamento y que tampoco tienen tantas horas libres me parece una burrada. Pero les hacía tanta ilusión...
Posdata: Si alguien pensó que se las vieron sentaditos tranquilitos en el sofá es que no conoce a mis hijos...