Otras jornadas a la que le teníamos muchas ganas eran las
Ludo Ergo Sum, un evento solidario que se realiza gracias al enorme esfuerzo de muchas personas con el fin de dar a conocer una forma de ocio tan rica como son los juegos de mesa y el rol. La entrada es gratuita, pero si llevas un kilo de comida es muy bien recibido para entregarlo al Banco de Alimentos de Madrid.
Encima a la última edición, antes de la pandemia, no pudimos acudir porque nos coincidió con un pedazo de viaje, así que más ganas todavía de disfrutarlas en su XIII edición.
Aunque fuera a medias, porque sólo pude ir el sábado, pero al menos pude ir. Y me lo pasé genial. Tenía un poco de miedo porque había escuchado que se habían inscrito más de 7.000 personas y estaba segura de que nos encontraríamos todos allí el mismo día iba yo, pero al final no sufrí de aglomeraciones, aunque sé que hubo gente que sí. Es el problema de darles un espacio tan complicado para un evento tan grande.
Nada más llegar nos fuimos directos al mercadillo solidario, que siempre se peta y las colas son inmensas. Y eso es porque te encuentras verdaderas gangas dentro. Lo malo es que sólo cuentas con 10 minutos para curiosear por los estantes antes de que del paso al siguiente grupo de ávidos jugones.
Es imposible ver bien todo lo que tiene allí, pero tuvimos suerte y Raúl localizó un juego al que los niños tenían muchísimas ganas desde hace tiempo y que estaba descatalogado, con lo que no lográbamos encontrarlo a un precio muy asequible. Los niños se fueron muy contentos con el descubrimiento del
Loony Quest. Y, encima, Daniel se pilló los dos primeros números de One piece e Iván el Diario que se destroza, que, por cierto, ha tenido un gran éxito. Así que fueron los claros ganadores de nuestra visita al mercadillo.
Para diez minutos en el mercadillo tardamos un montón en entrar y salir, así que, nada más salir dejé a la familia en la zona de la ludoteca jugando a La isla y yo me fui por mi cuenta porque
Kellypch me había propuesto echar una manilla en el juego gimcana que organizaba Ludoenigmas, 13, y yo acepté encantada. Qué divertido.
Yo hacía de Mary Anne Lovoisier, la madre de la ciencia moderna, y tenía que hablar con acento francés, que a veces se me iba a otros idiomas y dialectos y explicar a todos los investigadores que pasaran por mi quemado bosque de Australia que la famosa catástrofe del viernes negro que quemó media Australia en 1939 se había adelantado a 1913 y mucho más virulento, una anomalía temporal de lo más extraña, por lo que era necesario que cogieran muestras de ceniza y de agua para analizar en el laboratorio. Además, todos los científicos del club de científicos viajeros en el tiempo, incluida yo, estábamos teniendo unas horribles pesadillas relacionadas con los desastres en los que estábamos involucrados.
Todo era muy raro y casi casi estaba a punto de creer que en la amenaza de un loco que aseguraba que no había echado una maldición. Y eso que yo, que trabajo codo con codo en el laboratorio con mi marido Antoine, sólo creo en el método científico. Bueno, yo no. Mi PNJ (personaje no jugador). Gracias al cual me eché unas buenas risas con los participantes. Me encantó la experiencia.
La verdad es que los chicos de Ludoenigmas se lo curraron muchísimo para hacer posible el juego que era complicadísimo de montar y desarrollar. Encima hicieron cinco sesiones durante todo el finde. ¡Menuda locura! El más pequeño y otro peque que estaba en su grupo se llevaron un buen susto en una de las pruebas, en la que un loco mutado aparecía ente sus ojos retenido por unas cadenas a punto de romperse, pero luego lo contaban como una gran hazaña.
Por lo que vi y oí, los participantes salieron encantados de la actividad. Mi marido y mis hijos también participaron y fliparon con el despliegue.
El juego se acabó tardísimo, así que nos pusimos a comer en plan picnic con los que habían hecho equipo con Raúl y los niños. Lo pasamos genial. Nada más llenar la barriga nos metimos en el pabellón principal a ver qué se cocía. Dimos una vueltecita por las tiendas, saludamos a gente y nos interesamos por las demostraciones y partidas que se estaban desarrollando allí.
Había una mesa de rol que llamaba muchísimo la atención por la escenografía que tenían montada. Casi te daban ganas de sentarte allí sin importar a lo que se jugara. Al lado estaba justo,
Dungeons y Mazmorras, que tiene unas cosas flipantes para ambientar las partidas de rol con unos escenarios de fliparlo.
También saludé a Tiberio, a
Fikivetusto y a Capitán Mordigan, que estaban en el stand de HT Publisher. Los dos últimos organizaban partidas de
La Enseña del Elefante y el Guacamayo, un juego de rol muy interesante que aún no pillo porque no tengo tiempo para nada y mis últimas adquisiciones están cogiendo polvo (qué rabia me da). Raúl, en cambio, estaba más interesado en
Exploradores de las profundidades sombrías, un juego de escaramuzas al que está muy enganchado últimamente.
Ver gente mola, pero yo ya estaba deseosa de jugar y así se lo hice saber a Raúl, pero como él estaba buscando a unos amigos suyos me hizo la 3,1416, pero que muy bien hecha. Primero me despistó con algo que sabía que me interesaba desde hacía un tiempo. En una mesa avistó a Silvestre Pastor enseñando su nuevo juego de
Aventura Z: Héroes charlando con alguien y allí que me sentó para tenerme entretenida. Acertó de pleno porque yo estaba deseando probarlo. Me había quedado con las ganas de jugar al Volumen 1, centrado en Lovecraft, cuando se agotó (por cierto que ya ha vuelto a los lineales de las tiendas) y ya conocía de la existencia del segundo por las InterOcio. Así que no perdí la oportunidad y me senté dispuestísima a jugar. Mi hijo pequeño y su nuevo y flamante amigo y compañero de aventuras también se animaron a empezar una partida. Es que el juego llama mucho la atención. Por cierto, sale a la venta el 6 de octubre. Por si os interesa.
Comenzamos nuestra andadura como aventureros en un mundo ambientado en fantasía medieval... Bueno, empezaron, porque el juego es en solitario o para dos jugadores como máximo, así que a mí me tocó ser la voz en off que lee los pasajes narrativos. ¡Otra vez de PNJ! pero el caso es que me o pasé muy bien viendo como los peques se metían de cabeza en una emboscada goblin. Jugamos en dos escenarios y ahí lo dejamos porque jugarlo entero requiere de muchísimas horas. nos encantó el juego. Sobre todo s los niños que comentaban las jugadas entusiasmados.
Cuando acabamos con la partida demostración, me encontré con Raúl que nos estaba buscando para jugar una partida a
Unanimo con los amigos que había estado buscando. El amigo de Iván se tuvo que ir, pero se nos juntó Daniel, que se había ido a dar una vuelta por el recinto a su aire. Es un espíritu libre.
Nos echamos unas buenas risas con este juego de intentar leer la mente a tus compañeros de juego. La mecánica es muy sencilla. Se saca una tarjeta de tema y tienes que escribir ocho palabras relacionadas con la que aparezca en la tarjeta. Por ejemplo, si sale sol, es muy probable que escribas: calor, verano, playa, piscina, bañador, helado, sudor... O no, porque hay cada palabreja que pone la gente por ahíiiii. Yo no, por supuesto que no. Yo quiero ganar. Y es que ganas puntos dependiendo de cuantos jugadores coincidan con cada palabra escrita. Si sólo la has escrito tú te llevas cero patatero. Es un juego muy rápido y divertido.
De ahí saltamos al
Plata, que es un juego de bazas al que ya habíamos jugado en un torneo en Interocio y nos había gustado mucho. también apto para muchos jugadores. Con éste ya no quisieron jugar los peques y se fueron a dar una vuelta y a comprarse patatas (si quieres un niños entretenido llénale el estómago con chuches. Es la triste verdad). Desgraciadamente, se les acabaron las patatas pronto y se dedicaron a trolear a su madre que ya no sabía si estaba buscando plata, tirando cartas o bailando una jota.
Cuando acabamos la partida, las fieras se plantaron y expresaron su deseo de volver al hogar porque ¡se aburrían! Hijos desnaturalizados, como te puedes aburrir en unas jornadas de juegos. En fin, que se pusieron muy pesados, así que, con una lagrimita en el ojo nos despedimos de todos con los que nos cruzamos y salimos el exterior. Pero antes de que pudiéramos abandonar definitivamente las LES, recordé que había una exposición de unos recreacionistas vikingos (
Ulfklan) y logré convencerles a duras penas para visitarlos in extremis antes de irnos.
Por supuesto que protestaron y se hicieron los duros, pero les flipó el trono vikingo y no dudaron en posar con la espada y el casco mientras su entusiasmada madre los inmortalizaba. Tal fue la cosa que la chica que estaba en el puesto me invitó a mí también a sentarme. Evidentemente acepté de inmediato porque yo también quería mi foto. Fue muy divertido gritar órdenes tales como "Lávate los dientes", "Haz los deberes" o "recoge tu habitación" con expresión fiera. Supongo que alguno de los que pasaba por ahí debió pensar que menuda loca peligrosa estaba hecha y pobres hijos, pero ahí la única víctima era yo, que justo ahí me encontré con
Álvaro Javier y los churumbeles se me tiraron encima y me arrastraron hacia la puerta de salida casi sin darme oportunidad para charlar un ratillo.
Y ahí acabó todo. La verdad es que me lo pasé muy bien, pero tengo la espinita de mis hijos troles clavada en el corazón. Según Daniel le estoy amargando la infancia con tantos juegos, rol, experimentos, etc. Oooooh pobrecito niño.