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lunes, 14 de junio de 2010

Puntos de vista


Hoy se ha levantado el niño con un ojo hinchado y plagado de legañas amarillentas. Le oí removerse a eso de las cuatro de la madrugada y empezó a quejarse sobre las cuatro y media. Así que me levanté a atenderle y me llevé un susto morrocotudo.

Le lavé el ojito con mucha suavidad, aunque él lloraba como si lo estuvieran matando. Luego lo llevé a mi cama, donde se durmió entre hipiditos abrazado a Raúl. Entre los dos decidimos que hoy se quedaba él a cuidar de nuestro retoño y mañana me cogía el día libre yo en la oficina.

Me fui a trabajar con el alma encogida pensando en mi niñito. Mis compañeras se solidarizaron conmigo y me intentaron dar soluciones. Finalmente cambié un fin de semana de turno de trabajo para poder librar mañana y trastoqué a dos compañeras por el camino. Me toca trabajar diez días seguidos esta semana, pero todo es poco cuando estamos hablando de mi pequeño.

En medio de las negociaciones llamaba a Raúl y al centro de salud alternativamente y ninguno me cogía le teléfono. El primero en cogermelo fue el centro de salud. Pedí cita para esta misma tarde sin problemas. Pero Raúl seguía sin contestar y yo me estaba poniendo de los nervios.

Cuando ya tenía todo atado y bien atado para estar junto a mi Danielito convaleciente, por fin me cogió el teléfono su padre. "Espera un momento, que estoy dejando ahora mismo al niño en la guardería" Me suelta. Me quedé de piedra. "Qué ¡Cómo! ¡Mi bebé con ojo hinchado! ¡¿No te ibas a quedar con él?!" Creo que en ese momento me salía humo de las orejas.

Según él, Daniel se despertó feliz y con el ojo mejor, así que no veía el problema en llevarlo a la guardería ese mismo día. Y yo volviéndome loca y volviendo locas a mis compañeras. Ya no me atrevía a deshacer el cambio. Sobre todo en prevención de lo que me podía encontrar cuando fuera a la guardería a por el niño.

Cuando fui a por él me encontré con dos ojos hinchados, aunque menos que el de esta mañana, y una nota de la chica que le cuida preguntándome si quería que el medico de la guardería viera al bebé. No hacía falta porque le llevaba yo a la consulta esa misma tarde. La pediatra me dijo que, como yo ya sospechaba, nos encontrábamos ante un caso de conjuntivitis y que le pusiera una cremita en los ojos cada ocho horas. Una misión imposible si tenemos en cuenta como se retuerce cada vez que le tengo que sacar los mocos o limpiar los ojos con el suero.

Qué diferencia en la forma de pensar y actuar del padre y de la madre. Si no fuera porque pensaba que hoy libraba una compañera y que sería una faena dejar tiradas al resto con el volumen de trabajo que tenemos, ese mismo día me hubiera quedado en casa cuidando del enano. Y va Raúl y en cuanto puede me lo descarga en la guardería. A ver si es que me estoy preocupando demasiado.

2 comentarios:

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