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domingo, 20 de junio de 2010

Terremoto


El domingo quedamos en casa con los primos y el hermano de Raúl y su novia para jugar a juegos de mesa, porque a veces también hay que invertir algo de tiempo en ocio propio.

Los primos trajeron a sus dos hijos, los dos de corta edad. Además, Pilar está esperando el tercero. ¡Que valiente! Me dijo que se había creído eso de que el cambio de dos a tres era casi imperceptible. Yo sólo de pensar en tres Danieles me echo a temblar. Si mi niño cuando más guapo está es cuando duerme. El resto del tiempo no hay quien lo pare quieto.

Así que mi casa se llenó de niños de todas las edades y lloros de distintos niveles, turnos de comidas, cambios de pañal... Saqué juguetes para que se entretuvieran, pero siempre iban a lo más peligroso. De hecho tuvimos un accidente. Uno de los gatos, nadie me aseguró cual, arañó a traición al pequeñajo de quince meses. Supongo que sería Fantasma porque Misi está acostumbrada a que Daniel le arranque pelos. Aunque ya tuvimos un episodio de arañazo en la cara de la niña de un amigo por parte de la gata.

La verdad es que los gatos se asustan con los movimientos bruscos de los niños y a estos últimos les encanta apretar a estos peluches en movimiento. Una combinación peligrosa de difícil solución. Ahora que Danielito cada vez tiene más movilidad tendremos que andarnos con ojo para que no se mutilen mutuamente.

El caso es que la conclusión que saqué de esta timba de juegos de mesa que organizamos eldomingo es que... ¡Los papis tiene mucho morro!... y las mamis mucho sentido del deber. Pilar y yo sólo pudimos jugar una partida. Y encima angustiada porque le tocaba baño al niño y si se le retrasa mucho nos la monta para cenar. Así son los niños. Si les cambias los horarios te lo harán pagar muy caro.

2 comentarios:

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