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viernes, 9 de julio de 2010

Dientes


Daniel tiene ya dos dientes, pero se resiste a enseñarlos. Sólo son claramente visibles cuando berrea a todo pulmón. Si le metes los dedos en la boca para buscarlos se mosquea y se retuerce con una fuerza que no piensas que tenga un niño tan pequeño. El primer diente lo descubrí porque estaba baboseándome la mano cuando de repente algo chiquitito y puntiagudo se clavó en mi piel. ¡Que emoción! ¡El primer diente de Daniel!

El segundo se hizo de rogar, pero al fin apareció también. Se lo vi un día de perreta extrema. Me habían comentado que con el calor le iban a salir todos de repente y que el niño lo iba a pasar fatal. Si lo está pasando muy mal no lo sé, porque el pobre aún no se comunica muy bien y lo normal es que se pase el día jugando y sonriendo, pero, lo cierto es que ya han pasado unos cuantos días y ahí siguen los dos dientes en su soledad. Ningún otro se anima a acompañarlos. Con las ganas que tengo yo de que Daniel se pueda comer ya trocitos enteros de rica comida de verdad y variar de purés, que el pobre debe estar más que harto de siempre lo mismo, con pequeñas variaciones, eso sí (carne de ternera o pollo con las verduras que tengamos en la nevera en ese momento).

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