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domingo, 3 de julio de 2011

A coger cerezas

Este fin de semana hemos estado en Covarrubias. La familia política ha decidido que era el momento ideal para recoger las cerezas que doblan los árboles. ¡Se acabó el festín pajaritos!

Cuando vi los klilos y kilos que poblaban las ramas me di cuenta que había para todos. Para nosotros, para los pajaritos y para el que pasara por allí.


Daniel salió del carrito de un salto y se dirigió con decisión hacia donde faenaba su papá. A los pies de su progenitor se hallaban una serie de cajas y cubos llenos de la reluciente fruta.

Nos habíamos acercado un poco más tarde que el grueso familiar para pasarnos a comprar el pan y resulta que ya tenían hecha buena parte del trabajo. Yo me dediqué, sobre todo a hacer fotos y controlar al pequeñajo. La recogida se la dejé a los expertos.


Daniel iba de un lado a otro como un loco, tropezándo y cayendo una y otra vez porque el terreno era muy irregular. Manoseaba las cerezas con deleite. Lo malo es que comenzó a quitarles el rabito y así, curiosamente, se conservan peor. No había manera de hacerle entender que dejara los rabitos de las cerezas en paz, así que traté de distraerle con otras cosas. No fue fácil, pero el bastón de la abuela ganó muchos puntos a sus ojos. No era la solución ideal porque era fácil que se hiciera pupa, pero, en ocasiones, con Daniel no hay soluciones totalmente buenas.

El caso es que lo pasamos muy bien y que nos vamos a hinchar a cerezas. ¡Con lo buenas que están! Daniel no, porque a la fruta todavía no le da ni una oportunidad.

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