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martes, 5 de julio de 2011

Guarderías y conciliación

 Vaya timo lo de la conciliación familiar. Y la moto que te vende tu marido con eso de que la crianza del niño es cosa de dos. A mi me está costando mucho compatibilizar el papel de madre y empleada por cuenta ajena. Sobre todo porque empiezo a sospechar que las cuidadoras de Daniel me llaman ante el más mínimo indicio de enfermedad. Por leve que sea.


Yo las entiendo, pero es que ¡me estoy jugando el puesto! y no sienta nada bien llegar a la cxlase y ver a Daniel corretear tan tranquilo cuando tú te has tenido que pelear con tu jefe para que te dejara acudir en su rescate. Estoy harta de doblar turnos y pringar días de vacaciones. Mi maridito hace su parte sólo cuando puede. Y ¿Qué pasa cuando no puede nadie? Ni yo, ni él, ni la abuela. ¡Pues que me toca a mí! Sobre todo porque soy la que tiene la imaginación más calenturienta y ya me estoy imaginando a mi pequeñín sufriendo fiebres y dolores horrorosos sin su mami al lado para que le consuele.





Según Raúl, siempre que ha ido a buscarle, el chiquillo se encontraba en óptimas condiciones. Yo me lo he encontrado a veces bien y a veces pachucho.

La última vez Raúl desencadenó el desastre. Sólo se le ocurre decirles a las cuidadoras que Daniel tiene un poco de conjuntivitis. Por supuesto le dijeron que se llevara al saquito de gérmnes de allí. A lo que él dijo que no podía y que ya hablaría conmigo. Me llamaron ellas, aunque ya estaba avisada, y me instaron a que abandonara el puesto de trabajo para recoger al pequeñín. Raúl me repitió que él justo ese día no podía, a mi suegra no pude localizarla... Así que me tocó enfrentarme al jefe de nuevo. No le hizo ninguna gracia, por supuesto y sólo me soltó para que acudiera al lado de mi niño con la promesa de que al día siguiente haría 12 horas en vez de ocho para recuperar las cuatro horas que me piraba ese día.

Volando fui a la guardería para encontrarme con un niño sin una legaña. "Pero tiene los ojos rojísimo e hinchados" me comentó una de sus profes. "Claro", le contesté, "eso es porque ha pasado una noche criminal. ¿No os lo comentó mi marido para que lo tuviérais en cuenta?" Por supuesto, no lo había hecho. Al final había dejado mi puesto de trabajo para nada. Yo quería matar a mi marido. Y al día siguiente me esperaba un día fino con la jornada de doce horas seguidas. ¡Cómo si no fuera ya la cosa lo suficientemente difícil! Raúl me aseguró que lo sentía en el alma y que no volvería a pasar. Bueno, meter la pata hasta el fondo es de humanos, pero la próxima vez, sea quien sea el culpable, ha quedado claro que le va a tocar pringar a él.

4 comentarios:

  1. "Mi maridito hace su parte sólo cuando puede."

    ¡Esta frase es incorrecta!

    En la última edición de la Ortografía de la lengua española de la RAE (2010) se recomienda no usar la tilde diacrítica en el adverbio solo.

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  2. Jua jua jua. A la velocidad a la que escribo esto es un milagro que sólo hayas encontrado esa errata.

    No te lo tomes a mal. Piensa que esta entrada la escribí con rencor. Tambien tengo derecho a desahogarme en mi propio blog. Que conste que lo hago amablemente. Lo sabes, porque me conoces. De palabra no soy tan suave ;)

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  3. jajajja a tu maridito le pasa lo que a mi señor esposo. Seguramente se le olvidará cambiarle el pañal a lo largo de la mañana, pero no te preocupes que sabe a que hora empieza en partido de fútbol y en qué canal !!! me encanta tu blog !!! De hecho fué uno de los blogs que empecé a leer asiduamente hasta decidirme a escribir el mio. Te invito a que pases cuando tengas un ratito... besos !!

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  4. Si es que parecen cortados por el mismo patrón. Desde luego a ellos la
    paternidad no les cambia la vida como a nosotras. ¡Me encantaría seguir tu blog!
    Me he metido en tu perfil y salen un motón de blogs interesantes que sigues,
    pero no el tuyo. Soy muy torpe con la informática. ¿Me podrías dar la dirección?
    Gracias

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Me encanta saber lo que piensas.