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viernes, 26 de agosto de 2011

Las siestas y las noches infernales


¡Pues sí que se nos ha asalvajado el pequeñín! No hay manera de que duerma las siestas como dios manda. Y por las noches, más de lo mismo, con la diferencia que alguna siesta le perdonamos, pero las noches las tiene que dormir. Por su bien y por el nuestro. Se nos ha acostumbrado a la juerga y lo que es peor: a tener a su mami a su lado mientras cierra sus ojitos y se queda frito. Ahora cuando termino de darle el biberón nocturno me coge la mano y me dice "mami aquí". Ni que decir que yo me derrito y acabo cediendo, pero no quiero ni pensar en la que me espera cuando me toque volver a madrugar para ir a trabajar. Porque este niño no se duerme al segundo. ¡Que va! Tarda mínimo una hora. Y muchas veces acabo cayendo yo tambien. Cuando Raúl viene a por mí para ver cuando cenamos me encuentra roncando plácidamente.

En Covarrubias y en Elda, cada vez que había que meter al niño en la cama era una lucha. Alguna vez se libró de la siesta para luego quedarse dormido a deshora en cualquier cojín. Lo que significa más problemas para la noche. Cuando queramos meterlo en la cama no tendrá sueño. Y así es cómo se destruyen unos horarios que luego serán muy difícuiles de reconstruir. Por no decir que hay días que no logramos que pegue el ojo después de comer y luego tenemos que aguantar a un niño perretoso hasta la hora de irse a domir. Si lo acostamos antes podemos tener por seguro que se levantará a las cuatro de la mañana exigiendo juerga.

Pensé que con mi semana de vacaciones en Madrid tendría más que suficiente para ponerle firme de nuevo, pero... ¡Que va! Espero que cuando empiece la guardería vuelva al redil. Conmigo puede.

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