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viernes, 24 de febrero de 2012

La semana del protagonista

Hace unos días me enteré de que en la clase de mi hijo había que hacer una actividad de lo más interesante. Se dijo en la reunión de principio de curso, pero yo me la perdí porque estaba acompañando a Iván en el hospital. El caso es que una madre me comentó que no sabía qué hacer para "La semana del protagonista". "¿La quéee?" pregunté atónita. "Sí mujer. La semana del protagonista. Cada semana uno de los niños es protagonista de la clase. Se le pone una medallita y lleva un album de fotos suyas y de su familia para enseñar. Además de un juguete y un libro para compartir. Y como colofón la mamá acude el viernes a contar un cuento o a hacer la actividad que quiera". A mi se me quedó una cara de pez estupenda. ¡No tenía ni idea! Y mi baja de maternidad está llegando a su fin. Tenía que hablar seriamente con las profes para apalabrar una de estas semanas porque si empezaba a trabajar veía muy difícil lo de ir a contar el cuento.

Ana y Manoli fueron muy comprensivas (en el fondo se les había olvidado a ellas comentarme la historia) y hablaron con una madre para que me cambiara la semana.

Tenía escasos siete días para preparar el album. A la vez que los disfraces de piratas. Todo se me juntaba. Ni que decir que corrí, compré el álbum, elegí fotos, imprimí, recorté... Todo en tiempo record para que estuviera listo a tiempo. A Daniel le encantó el álbum. "Otra vez mamá" me decía cuando llegábamos al final del mismo.

Ese fin de semana le insté a que eligiera el libro y el juguete que íbamos a llevar. En un principio eligió un camión de bomberos roñoso que tiene para jugar en el parque y que se cae a pedazos. Por supuesto, le hice cambiar de idea y finalmente escogió una estupenda escavadora lo bastante grande y colorida como para llamar la atención de sus compañeros.

En cuanto al libro, intenté que eligiera uno de Caillú en el que Rosi deja el chupete, pero él tenía otra idea en mente y se obcecó en llevar uno de bomberos con un botón que imita el sonido de la sirena cuando se aprieta. Es bastante chulo, aunque sólo me había costado dos euros y medio en los chinos y no quería parecer cutre. Por mucho que intenté convencerlo siguió en sus trece y ese fue el libro que llevamos. Afortunadamente gustó mucho.

Ya sólo quedaba el cuento. Que duda cabía que tenía que ser de "Nino". Las aventuras de Pablo y su camión maravillan a mi hijo. Así que me puse de acuerdo con mi marido para crear una historia a base de Legos. Él me construyó un colegio y una carcel a base de las famosas piezas. Yo inventé la historia y dí vida a los muñequitos guiándolos con mis manos. En el ensayo del día antes mi marido me dio muy buenos consejos para mejorar el cuento. "Tienes que interactuar más con el público" me dijo. ¡Niños de dos años y medio! No tenía ni la menor idea de cómo iban a reaccionar.

Cuando llegó el viernes yo estaba hecha un flan. Encima había amanecido con un catarrazo horrible que me había dejado ronca. Daniel estaba entusiasmado con la idea de que su madre iba a ir a su clase a contar un cuento de "Nino", pero yo estaba muy desanimada.

Tenía que acudir a las 9.45, así que dejé a los niños y me fui a tomar un café. En el camino recordé que no había comprado ninguna chuche para los pequeñajos, así que adquirí unas galletas con pepitas de chocolate buenísimas. Una pena que uno de los niños fuera alérgico al huevo. Las profes me quitaron el disgusto dándome aspitos para repartir. ¡Menos mal! En contrapartida les regalé las galletas a ellas.

Daniel daba botes de alegría cuando me vio aparecer por la puerta. Se sentó a mi lado y se dedicó a quitarme los juguetes en el momento más inoportuno. Ana y Manoli le pedían cada dos por tres que me dejara contar el cuento. A pesar de las interrupciones quedó muy bien. Los niños estaban absorbidos por la sencilla historia y las profes alucinaban con la puesta en escena. Y eso que me temblaban las manos.

Al final invité a los chiquillos a que jugaran con el escenario y los muñecos. No perdieron el tiempo y destrozaron todo pieza por pieza. Se nota que se lo estaban pasando bomba y Daniel el primero. Las profesoras le llamaron para darle un diploma de "Protagonista de la semana". Estaba entusiasmado. Me comentaron que el niño estaba muy contento de ser el protagonista, que se había esforzado mucho esa semana y que le hacía muchísima ilusión que yo viniera contar el cuento. ¡Mi chiquitín! Lo vive todo con mucha intensidad. Es maravilloso porque siempre me apetece hacer muchas cosas con él. Es tan agradecido...


Como colofón repartí los aspitos que me habían facilitado las docentes y me despedí con una gran sonrisa de todos. Mi hijo se fue contentísimo a jugar. Menos mal que la cosa había salido bien, porque yo no las tenía todas conmigo por culpa del inoportuno dolor de garganta y la afonía que me aquejaban esa mañana.


Cuando fui a recogerle por la tarde nos hicieron entrega de Max, la mascota de clase, para que pasara el fin de semana con nosotros. Daniel estaba encantado con la idea. Cogió al erizo de peluche con mucho mimo y me costó horrores convencer de que lo metiera en la bolsa camita que le había preparado. Quería llevar al niño al parque esa tarde de sol intenso y lo último que me faltaba es que se nos perdiera el muñeco.

Por supuesto, esa noche Daniel durmió bien abrazado a Max y con una sonrisa de oreja a oreja.

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