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miércoles, 6 de junio de 2012

Cuentos para que el niño coma

Dando una vueltecita por los blogs encontré una entrada la mar de interesante. Y papá también proponía contar historias fantásticas sobre los alimentos que menos apetecían a nuestros hijos para hacerlos más golosos a sus ojos. Mentalmente me dije que esa misma noche le caían las judías verdes a Daniel. Nada más ponérselas delante me miró con ojitos de cordero degollado: "No me guta, mamá. Eso no me guta".
"Pero cariño, si papá se fue con los piratas a traértelo" Nada más oir mi respuesta se le abrieron los ojillos como platos.
"Siiiiiiii" contestó pidiendo más.
"Claro cielo. Un día que estaba navegando por el mar con una barca casi le atropellan unos piratas que iban en un barco pirata enorme" proseguí.
"Siiiiii" me animó.
"Papá les dijo que tuvieran cuidado"
"Casi me atropelláis, les dijo" y Daniel se tomaba las judías casi sin darse cuenta. Se las daba yo.
"Perdón, le contestaron los piratas, es que estamos buscando un tesoro y no te hemos visto. Papá les dijo que quería ir con ellos y se subió al barco. Al rato le llamó una sirena (son mujeres con cola de pez, cariño. Con brazos y cabeza, pero cola de pez en vez de piernas) Psssst, psssst. ¡Eh! Marinero. Yo sé donde está el tesoro, le dijo la sirena, está en el fondo de mar. Papá se lo dijo a los piratas, pero ninguno sabía nadar, así que se lanzó al agua de cabeza" A estas alturas ya le quedaban pocas judías. Y aún no le había explicado cómo habían llegado a su plato.
" Papá buceó y buceó y encontró el tesoro. Muchos juguetes y muchas chuches. Se las llevó al barco. Y, cuando subió, los piratas se dieron cuenta de que llevaba toda la ropa llena de cositas verdes. El cocinero pirata, que se llamaba Paco, decidió cocinarlas con patatas. ¿Sabes que era?"
"No" contestó Daniel totalmente embebido por la hitoria.
"Eran judías verdes de mar. Se le habían quedado enganchadas cuando había ido a por el tesoro. Y decidió llevarle unas cuantas a su hijo Daniel para que también las probara" Terminé el cuento.
"¡Más, más!" Chillaba el peque.
"Pues resulta que la sirena volvió a llamar a papá. Pssst, pssst, marinero, que te has llevado todas nuestras judías de mar del huerto y ahora tenemos hambre. Papá se lo dijo a Paco, el cocinero pirata y éste le dijo a la sirena que no se preocupara porque le iban a dar ¡croquetas piratas!" y saqué el segundo plato. Daniel no tiene problema con las croquetas, pero como me había pedido otro cuento...
"La sirena llamó a las otras sirenas. Fiuuuuu, fiuuuuuu. Y todas probaron las croquetas piratas. Ummmm, nos encantan, exclamaron. No os comáis todas, gritó papá, tengo que llevarles croquetas pirata a Daniel"
Al peque le encantaron los cuentos, así que cuando torció el gesto ante la pera no dudé en seguir con el truco. "¡Anda!, estas son las peras que trajo papá cuando se encontró un día unos caballos con alas por el campo, ¿Sabes cómo se llaman esos caballos?"
"No" contestó mientras engullía trozo tras trozo.
"¡Pegasos! papá se montó en uno y voló hasta las nubes. Sobre las nubes había un bosque enorme. El pegaso dejó ahí a papá y se quedó comiendo hierba. Papá paseó un poco por ese bosque tan bonito y se encontró con un árbol rojo y... ¿Sabes lo que había en ese árbol?"
"No", contestó de nuevo.
"Peras. Peras del cielo. Y papá pensó: voy a llevarle una pera a Daniel. Entonces cogió una, pero cuando quiso volver a la tierra no encontró al pegaso por ningún lado. Por suerte, sí vió un águila y le pidió que le llevara al suelo. Pesas mucho dijo el águila, pero aún así lo llevó con mucho esfuerzo. Ya abajo, papá tuvo que darle la mitad de la pera por haberle salvado. Por eso sólo hay media pera en tu plato. Bueno, había. Porque ya te la has comido toda. ¡Muy bien cariño!

Al día siguiente, mi marido intentaba darle de comer una fruta, ahora no recuerdo cual, pero el chiquillo se negaba en redondo. "Cuéntale de donde viene" le sugerí. Mi marido me miró como si le estuviera hablando en chino, pero el peque ya tenía toda la atención centrada en su papá. Me giré para ir a la cocina segura de que el buen hombre no se habia enterado de nada y no me seguiría el juego, pero cuando ya estaba cruzando la puerta le oigo: "Pues... ¡Viene de la selva tropical!"
"¿Me lo cuentaaaaas?" exclamó el peque masticando la primera cucharada.

Gracias Y papá también por esta gran idea.

5 comentarios:

  1. Que buena idea... mi madre también la usaba, pero ella era de las de "cometelo todo que si no las flores del plato se ahogan" jejeje, con Manzanita el truco era hacerle cosquillas y cuando era más pequeñita mojarle la punta de la cuchara en yogurt, ella sacaba la lengua y notaba el yogurt y abría la boca.
    Voy volando a ver ese blog.
    Besos.

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  2. Ains que mono es Daniel tan entusiasmado con la historia y comiendo!! Me ha encantado esta idea, desde luego tienes una paciencia infinita y creo que habeis dado en la clave para que coma de todo. Genial!!! Besitos guapa.

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  3. Merengaza, ¡como engañábais a tu hermana! jaja

    Rocío, cuando leí esta idea me pareció un gran descubrimento. Ahora lo aplico a todo: para que se ponga la crema, recoja los juguetes, se vaya a dormir...

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  4. Buenas.

    Me alegro mucho que te funcionase el truquillo de las historias fantásticas a la hora de comer :)))

    Los peques les encanta imaginar todas esas historias y si los papás ponemos un poquito de nosotros y las imaginamos lo pasaremos todos genial y de paso nos ahorraremos ese pequeño problema a la hora de comer ;)

    Gracias a ti por todo :)

    Abrazos

    David

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  5. Qué truco más bueno!!! Lo que más gracia me ha hecho es que el cocinero pirata se llamase Paco, jajaja. No me imagino un pirata llamado Paco XD. Besotes!!!

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