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domingo, 30 de diciembre de 2012

Viajar es un horror

No hay viaje a Gran canaria que no nos espere una sorpresa. En esta ocasión nos cambiaron d eun día para otro de Iberia a Iberia Express con la única opción de devolvernos el dinero de los billetes y quedarnos sin vacaciones si no estábamos de acuerdo. Supongo que era una cuestión de cuadrar estadísticas para la compañía aérea. Tragamos con la esperanza de que no hubieran más repercusiones. Pero sí que las hubieron.

No habíamos contado con que al cambiarnos a la compañía low cost el avión iba a ser más pequeño con lo que nos quedamos fuera doce pasajeros. Es lo que llamo timo legal. Compras tu plaza con unas condiciones, firmas un contrato en que casi te falta vender tu alma y finalmente llegas tan feliz y se te queda cara de tonto cuando te dicen que no hay nada de lo prometido. Resignados a una nueva aventura nos dirigimos a la oficina de Iberia para nos arreglaran el lío que nos habían formado. Otra sorpresa: ¡No hay plazas en ninguno de los vuelos de Iberia! Sólo nos podían ofrecer plazas en un vuelo de Air europa que salía a las doce menos cinco y hacía parada en Fuerteventura. Después de levantarnos a las cinco de la mañana porque nuestro vuelo salía a las ocho y media íbamos a llegar a nuestro destino casi a las seis de la tarde (hora canaria). Inhumano si pensamos en los peques.

A pesar de que nos iban a alargar el viaje tantísimo sólo nos compensaron el desayuno y nos daban una misera por el overbooking. Menos mal que fuimos a cobrar a la oficina de Las Palmas de Gran Canaria, donde una chica mucho más simpática y honrada que la de Madrid hizo las cosas bien y nos dio una compensación casi cuatro veces mayor que la que nos daban en nuestro aeropuerto de origen

A Daniel le conté que la bruja Iberia nos quería arruinar el viaje y que teníamos que tener mucho cuidado con ella. Acechaba en cada rincón para jororbarnos, así que teníamos que tener mucho cuidado. La bruja Iberia es muuuy maaaala. A pesar de que nos esperaban tres horas por delante tuvimos que ir corriendo a todas partes por miedo al overbooking. Tuvimos que desayunar en la T4, recoger a toda prisa la maleta facturada, salir pitando para sacar la tarjeta de embarque del nuevo vuelo a la T2... Cuando tuvimos nuestros asientos asignados respiramos tranquilos.

Tuvimos una vuelo horroroso. Daniel durmió las dos horas y media de puro agotamiento, pero Iván sólo duró una horita con los ojos cerrados. Enseguida le enttraron ganas de recorrerse el avión y de entrar en lugares prohibidos como el baño o el área de los azafatos. Teníamos lloros cada cinco minutos. Cuando por fin llegamos a Fuerteventura nos tocó sacarnos una nueva tarjeta de embarque y hacer tiempo otras tres laaargas horas. Comimos unos bocadillos escasos y muy tristones. Al bebé le di un potito que compramos en una farmacia. Luego estuvieron corriendo los dos de un lado a otro. Una pena que Raúl descubriera una zona de juegos infantiles justo cuando tocaba embarcar.

Éste vuelo fue muy cortito, afortunadamente. los cuatro devoramos las chocolatinas que nos regalaron durante el vuelo. Me temo que dábamos un poco de pena con nuestra hambre voraz, nuestras ojeras, la piel pálida y nuestro agotamiento.

¡Por fin llegamos a nuestro destino! Y la bruja Iberia había perdido. Cómo ya dije fuimos a buscar nuestra compensación y la chica que nos atendió nos la recalculó según las molestias recibidas, con lo que salió casi cuatro veces más de lo que nos daban en Madrid. Esta bruja Iberia intentando timarnos hasta el último momento.

En casa todos estaban deseando vernos. La prima Natalia se quedaba a dormir para disfrutar más de sus primos. Entonces llegó el momento de abrir los regalos que Papa Noel les había traído en la casa de la abuela Matilde. Este año Papa Noel se ha pasado un pelín con lo regalos. Hablaremos con él para que el próximo año sea más austero. Entre los paquetes del pueblo de la tía de Raúl, lo que trajo en Madrid y lo de Las Palmas de Gran Canaria se han juntado mil juguetes.

Los peques accedieron encantados a la habitación para jugar que les había habilitado la abuela Matilde y a la que no le faltaba ni un detalle. Abrieron los paquetes jubilosos a pesar del agotamiento extremo. Coches chulísimos, la caravana de Lego, un kit de bombero completísimo, una tortuga para la bañera graciosísima... Y, la verdad, he de confesar que no sé que más les trajeron. Entre el cansancio, y que en la habitación de los juguetes también habían muchas cosas que no había visto antes me confundo. Yo no veía la hora de meterme en la cama.

Nos costó convencer a los niños para que se fueran a dormir. Con tantos juguetes no me extraña. Al final logramos descansar por fin.

6 comentarios:

  1. Dios que impotencia que eso sea legal...
    Míralo por el lado bueno, ya estás con tu familia y es una anécdota más para contar, pero que coraje madre mía.
    Espero que el resto de la estancia sea sin sobresaltos.
    Besos y feliz año!!

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    1. Sí, al final queda en anécdota y nos salió rentable, porque nos devolvieron el dinero de la ida y ¡de la vuelta! Pero en ese momento yo hubiera pagado el doble por subir a ese avión.

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  2. Ufff terminé agotada de imaginarme tanto esfuerzo :S espero que tengan momentos familiares muy lindos para compensar :) seguro la felicidad de la abuelita ya vale mucho. Feliz fin de año!

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    1. Lo cierto es que valió la pena y han sido unas Navidades muy entrañables. Muchas gracias. ¡¡Feliz Año!!

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  3. La bruja Iberia es mala, malísima... Sois unos superhéroes. Besotes!!!

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    1. Creo que todas las brujas de las compañías aéreas son unas timadoras y malas malísimas jaja

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