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jueves, 9 de noviembre de 2017

¿Llevas a tu gato al veterinario?

¿Te haces chequeos? ¿Llevas a los niños a las revisiones? Pues con tu queridísimo minino harás tres cuartos de lo mismo, presupongo. Seguramente lo llevas periódicamente a visitar a su veterinario bajo maullidos y bufidos de protesta. ¿Por qué lo mejor para nuestro bien suele ser siempre lo menos divertido? El caso es que nos preocupamos de la salud de nuestras mascotas.

Pero no es lo habitual. Royal Canin ha hecho un estudio que descubre que uno de cada 12 hogares españoles disfruta de la compañía bipolar de un lindo gatito, pero sólo uno de cada tres de ellos ha visitado a su veterinario el último año. ¿Y las vacunas? ¿La desparasitación? ¿En cuanto valoramos la salud de nuestras mascotas? Para mí, Fantasma es uno más de la familia y tengo claro que una visita anual al veterinario puede prevenir y detectar de forma precoz enfermedades, con lo que se alarga su vida. ¡Que ya tiene doce añitos mi pequeño peludo! Aunque no los aparenta porque reviste una monería juvenil inquietante.

Fuente: Royal Canin
Para ponerlo más fácil Royal Canin ha puesto en circulación un díptico con 10 consejos para llevar a tu gato al veterinario muy práctico, pero un pelín poco realista.

En mi caso, es que es sacar el transportín y que mi gato desaparezca como por arte de magia. Tras un buen rato de búsqueda, lo encuentras en el rincón más apartado, oscuro y de difícil acceso de la casa. Mira que está rechonchón pero hay que ver cómo se contrae para caber en esos huecos.

Tras sacarlo a rastras de su escondite, y merecernos algún que otro arañazo, toca intentar introducirlo en el transportín. Para eso ya tenemos que ser expertos en técnicas de lucha a muerte. Yo aconsejo llevar esta delicada operación entre dos como mínimo. Aún así acabaremos como si hubiéramos ido a una guerra. Llenos de sangre (arañazos hasta en el alma) y sudor (a raudales).

Fuente: Royal Canin
También hay que endurecer el corazón porque, por muy cómodo que le ponga en el transportín, el gato se pega todo el camino maullando lastimeramente y mirándome acusadoramente como si yo fuera Judas (y así me siento. Yo sé que es por su bien, pero él no lo sabe). Por cierto, yo al gato lo llevo abrazando el transportín como si no hubiera mañana, hablándole con cariño mientras mi marido conduce, pone caras raras y piensa que cada día estoy más loca.

En cuanto a las preguntas que esta marca considera que tenemos que hacer a nuestro veterinario, tomo buena nota porque yo lo único que pregunto con cara de angustia y voz trémula es: ¿¿¿Que tiene que le pasa es grave le vas a curar verdad, verdad, verdaaaaaaaaaaaad???  A todo esto el veterinario, que ya me conoce, levanta una ceja, y suelta: "Pero tú venías por lo de la desparasitación, ¿no?" "Bueno, sí. Pero ya que estamos le vas a hacer un  chequeo, ¿no?". A todo esto mi marido ya hace un buen rato que hace como que no me conoce mientras mira la estantería de los piensos... ¡para perros! Para que nadie pueda relacionarnos ni de lejos.

Fuente: Royal Canin
"Es que le veo mala cara y angustia vital" comento. "Claro", me responde con resignación, "Eso es porque viene a verme y me odia. Con lo que le quiero yo a él. Máldito síndrome de la bata blanca".

En fin, en realidad yo debería preguntar esto:

¿Tiene mi gato un peso saludable?
En mi caso, es obvio que no y el veterinario es capaz de pegarme porque lleva AÑOS exigiendo que le haga pasar hambre (y con toda la razón, pero es que me mira con esos ojillos de gato con botas y...)

¿Cómo debo alimentar a mi gato?
El mío podría hibernar como los osos y aún le quedarían reservas.

¿Qué debo hacer en mi casa para crear  un ambiente felino saludable?
Mi casa es su campo de juegos, mi sofá su afilador de uñas, mis hijos sus entrenadores personales, yo su camarera personal... El único que le da caña es mi marido. Y sólo por dar más emoción a su maravillosa vida.

 ¿Cuándo debo volver a la consulta del veterinario con  mi gato?
A apuntárselo que luego se nos pasa.

También nos presenta la batería de preguntas que más frecuentemente nos harán nuestros veterinarios para que vayamos con las respuestas preparadas y no os pase como a mí hasta ahora:

1. ¿Ha habido cambios en su comportamiento? Interacción, acicalamiento, actividad, vocalización, uso de arenero, etc. 
Eeeeh. Yo diría queeee... nnop (ruidos de sesos exprimiéndose para detectar el cambio que sea en el bichillo peludo).
2. ¿Come bien? Apetito caprichoso, cambio de hábitos, se le cae comida de la boca, gesticula al comer, etc.
Devora. Si te descuidas se lleva el dedo... ejem. Esta hermoso ¿Verdad? (Mirada de reproche del veterinario)
3. ¿Hace bien las deposiciones? Número, consistencia, olor, color, etc.
Pues... estooo... yo es que limpio su baño con mascarilla y los ojos semicerrados a la velocidad de la luz. Lo deja todo hecho un asco y eso de que dura un mes la arenilla me parece publicidad engañosa, blablabla (suspiro del veterinario).
4. ¿Vomita o tiene náuseas? Frecuencia. 
Jo si vomita. Su segundo nombre es vomitón. Como se lo come todo... las zapatillas, el sofá, las armas de soft combat, la ropa... Lo que me preocuparía es que no vomitara. Este gato debe tener ascendencia de gatos del antiguo Imperio Romano... (Mi marido hace tiempo que desapareció de mi campo de visión).
5. ¿Oye bien? ¿Ve bien? Disminución de respuesta a estímulos, aumento de vocalización. 
....
....
¿Y yo que sé? No hablo idioma gato. Oye Fantas. ¡¿¿¿Me oyeees???!
Pfffff
Pues sí, parece que me oye y me guarda rencor. Además.
6. ¿Ha notado pérdida de peso? Desde cuándo. Si se pesa al gato habitualmente. A qué puede atribuirlo.
Más bien le veo en plena expansión desde el primer día. Pero el caso es que está bien proporcionado: cabeza grande, patas grandes, barrigón
Pfffff
Y yo diría que oye y ENTIENDE.

"Bueno, entonces ¿cuando hay que volver?"
"Nunc... digoooo, aquí te escribo la próxima fecha (por ti y solo por ti Fantasma)".

Entre el veterinario y yo logramos meter de nuevo a la fiera corrupia en el transportín. Ahora con menos esfuerzo porque la experiencia del facultativo da muchos puntos. Y tiro para el coche que es donde probablemente me estará esperando mi marido con más vergüenza que miedo.

Estoy segura que en mi próxima visita lo haré genial gracias a las recomendaciones de Royal Canin y mi marido no desaparecerá por la tangente. Mi veterinario también lo agradecerá. Estoy segura, sí.

Pero fuera bromas, estoy totalmente de acuerdo en que deberíamos preocuparnos más por la salud de este peludo miembro de la familia.

Por cierto, como no me ha quedado largo ni nada el post, aprovecho para recordar que sigue vigente la campaña solidaria un #retodebigotes hasta el 15 de noviembre, así que date prisa y enséña tus bigotes por una buena causa.

10 comentarios:

  1. Tomo nota! Tendré que llevar a mi perra al veterinario... XD
    Muy bien explicado, sí señor!!
    Muas!

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    1. Creo que me enrollé demasiado jajaja
      Y sé que tu perrita tiene a la mejor dueña del mundo ;)

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  2. A mí me pillan cuando me preguntan si va bien al baño. Como tengo dos, siempre es difícil saber quién ha sido el autor de la obra de arte del arenero. Jajaja. ¿Sólo uno de cada tres lleva a su gato al vete? Los míos sí que van. Me odian por ello, pero van. Jajajaja. Besotes!!!

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    1. ¡¡Es que vaya pregunta!! Yo sé que es necesaria, pero... yo que sé. Como la de oye bien o ve bien. Si no es algo muy evidente. Yo que sé!

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  3. Yo lo llevo siempre a vacunar. Por suerte no tuvimos que hacer muchas excursiones extras al veterinario. Un par de veces en las que luego de pelearse con un gato vecino vino medio magullado. Pero no más. Ahora tratamos de no dejarlo salir asi eso no pasa. Es que el peleador el michi..
    También ve el transportin y huye..
    beso

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    1. Ya veo que lo tenéis muy cuidado y querido a vuestro peludo. Seguro que os cuida muy bien la casa jajaja
      Lo del transportín es un clásico ainss Pobres...

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  4. Me ha reído mucho con tus comentarios. Tengo un gato y estamos toda la familia enamorados de él!

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    1. Es que cómo se hacen querer los mininos. Son amor peludo puro <3

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  5. q interesante!!!! Viernes sí q va al veterinario, aunque si fuese por él ¡jamás! jajajaj
    Mi lindo gatito :D

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    1. Pues igual que Fantasma que no entiende al veterinario más que como una tortura a la que le sometemos. Aunque mis hijos piensan lo mismo del pediatra ainss

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