Páginas

lunes, 13 de agosto de 2018

Tierra de Goblins

El jueves por la tarde nos enfrentamos a una gran aventura épica en el reino de Tierra de Nadie. Nuestros grupo de aventureros llegó justo cuando ocurrió una gran desgracia, el pequeño goblin Kosco Babaverde limpiaba el laboratorio del mago Cornelius cuando mezcló sin querer unos ingredientes... Bueno, en realidad, quería hacer una pócima para ser más alto y limpiar en los rincones más inaccesibles, pero, en el último momento, le vino un estornudo que hizo que una densa niebla verde se extendiera por todo el reino y convirtieran en goblins a todos los habitantes que la respiraran.

El pequeño goblin, muy acongojado, nos ha pedido ayuda para conseguir los ingredientes del remedio que volverá a todos a la normalidad.

La aventura comienza con una carta del mago Cornelius que explica todo esto. En cada grupo hay un caballero, un elfo, un pícaro, un bardo, un mago y el pequeño goblin. Se hicieron varios grupos de niños y cada uno eligió el color de su equipo. El nuestro fue el verde.

La organizadora repartió a los niños unas hojas con sus atributos y sus pertenencias más características: una espada, una hoja, una capa, un laúd, un gorro puntiagudo y una máscara de goblin. Aquí tuve el primer problem porque Daniel se pidió ser caballero e Iván se cogió un rebote del quince porque también quería. Al final logré convencerle para seguir jugando aunque sin ser ningún personaje. El laud me lo que yo. Los padres que nos acompañaban me ayudaron mucho para calmarle y que se metiera en el juego, pero costó bastante. ¡Vaya cerillitas que me ha salido el niño!). Y eso que el Bardo resultó ser el más importante de todos los personajes: se sabía los nombres de todos los personajes, los convencía con su labia para cooperar...

El caso es que nos pusimos en camino para comenzar a reunir los ingredientes. Primera parada: la recepción. Allí nos esperaba un señor para darnos polvillos mágicos, pero ¡cuidado! porque tenemos que elegir cuidadosamente el color o el hechizo curativo no funcionará. Evidentemente escogemos el de nuestro grupo: ¡el verde!

Vaya susto nos dimos cuando vimos aparecer un goblin malvado que intentço hacer fracasar nuestra misión con todas sus artimañas. Hasta nos robó el mapa, que llevaba el elfo para guiarnos. Menos mal que lo recuperamos dándole caza. Pobre goblin porque vaya paliza le metieron, sobre todo el caballero con la espadita... ejem.

Aún así tuvo ánimo de seguirnos una parte del camino hasta el lago (la piscina), dónde nos encontramos con la bellísima sirena, que nada le gustaba más que ensalzaran sus múltiples virtudes. Como ningún niño le quiso leer la poesía en su honor compuesta por el bardo le cantamos la vaca lechera entre todos. Le encantá, pero ella seguía erre que erre con que quería escuchar su poesía para darnos la perla que necesitábamos, así que tuve que declamarla lo mejor que pude.

Con la perla en nuestro poder corrimos a buscar al caballero, que también quiso oír como el bardo cantaba sus hazañas para acceder a batirse en duelo con el caballero. Si perdía nos daba un poco de su caldo de pollo, receta de su abuela. Así lo hicimos y el bestia del caballero le venció tras una ardua batalla. De todas formas, no importaba quien ganara porque el pícaro ya había robado el caldo al caballero mientras estaba entretenido. A pesar de todo nos hicimos muy amigos todos. El caballero nos pidió que declaráramos su amor a la sirena cuando la viéramos, pero no volvimos a encontrarnos con ella, así que nada. También nos confesó que tenía ganas de volver a correr emocionantes aventuras de nuevo. Tras una breve charla nos despedimos porque teníamos que buscar al pirata para que nos diera una moneda de su tesoro.

Lo encontramos muy atareado con el grupo morado, así que nos dedicamos a espiar desde lejos lo que nos esperaba. ¡Y era de lo más emocionante! Cuando nos tocó el turno le vendaron los ojos al caballero, el pícaro e Iván (que seguía sin querer se otra cosa que él mismo) y los metieron con los ojos vendados en un laberinto lleno de abismos insondables. Tenían que dejarse guiar por al voz de un papá del grupo que les daba indicaciones para que no cayeran al vacío. Felizmente encontraron el tesoro y lo sacaron del laberinto. En agradecimiento, el pirata nos regaló la moneda que necesitábamos.

A esas alturas la maga no quería ser maga porque a la sirena no le gustaban nada los magos y el goblin de repente decidió que ya no quería serlo, pero que le molaba llevar el gorro de maga con lo que el juego se hizo aún más divertido.

Volvimos a la sala del inicio con todos los ingredientes, los mezclamos y averiguamos las palabras mágicas respondiendo a unas preguntas sobre el devenir del juego. Finalmente hicimos el hechizo y salvamos a todo el reino de ser goblins, excepto a los propios goblins, por supuesto.

Se curraron muchísimo la aventura. Cada personaje tenía unas habilidades especiales que ayudaban a pasar las pruebas con éxito. Buenísima la Gymkhana.


2 comentarios:

  1. Iván no anda muy colaborador últimamente... Eso sí, tú suples todas las carencias. Jajajaja. Besotes!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo creo que está agotado de tantas emociones porque está que no se aguanta ni él ainsss
      Ya sabes que a mí estas cosas me molan demasiado jajajaja

      Eliminar

Me encanta saber lo que piensas.