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miércoles, 13 de octubre de 2021

Juegos de roles ocultos en Kamikaze Freak Shop

Los sábados por la noche hay timba en Kamikaze Freak Shop, una tienda de juegos y libros de Madrid. Cuando acaba el horario de tienda comienza la jornada de juegos. El dueño recibe a los invitados, que pagan una entrada de tres euros (dos si son socios) y pueden optar por varias opciones: coger un juego de la ludoteca, jugar al juego que tienen desplegado de demostración o aprovechar para jugar a muerte a juego de roles ocultos en los que se necesita mucha gente porque, cuantos más seamos más divertido (y porque el mínimo suele ser seis, eso también).

Nada más llegar, los peques se tiraron a la ludoteca y tuvieron muy claro que querían jugar: Daniel a King of Tokio e Iván a Meeple Circus, pero el padre, más avezado en este evento los convenció para sumarse a una partida de La resistencia. Menudas risas con los tira y afloja para conseguir que salieran adelante las misiones o, todo lo contrario, para sabotearlas. Los traidores mentían como... ¡¡traidores que eran!! por supuesto. Y los buenos se las veían y se las deseaban para sacar adelante las misiones. ¡Una locura!

Pero nada que ver con lo que nos esperaba después de las pizzas. Porque el que quiera se puede apuntar a pillar unas pizzas que se encarga de pedir el dueño de la tienda y que están buenísimas. Ni que decir tiene que nosotros nos apuntamos y las engullimos acompañadas de buena charla con los que acabábamos de jugar a Resistencia.

Tras coger fuerzas tocó el turno a una versión de Blood on the Clocktower, que se curró uno de los asistentes y que realmente es una pasada. Es un Los hombre lobo de Castronegro, pero con roles específicos para todos los jugadores y algunos elementos de distracción. Los roles pueden cambiar en cada partida y el director del juego tiene que currárselo mucho para que todo cuadre. En esta ocasión tenemos a un demonio que cada noche se dedica a matar a alguien del pueblo. Cuenta con la ayuda de un esbirro, que puede ser cualquiera de los cuatro que existen con sus poderes específicos. Luego están los aldeanos que también tienen sus propios poderes específicos, por ejemplo: el cazademonios puede disparar a alguien una vez por partida y si es el demonio lo mata, si no lo es no pasa nada; el alcalde hace ganar a los aldeanos si sólo quedan tres participantes vivos y él es uno de ellos; el monje, que puede proteger a alguien de no morir cada noche; la empática nota si sus compañero sentados justo al lado son malos o buenos, pero no cual es cual... También tenemos a los forasteros, que son buenos pero fastidian a los aldeanos, como la vieja del visillo que la empática percibe como mala aun siendo buena, el santo, que hace perder la partida a los aldeanos si lo eligen para quemarlo en la hoguera al final del día, el alquimista, que muere cuando al máster le da la gana...

Y para hacerlo aún más difícil, el máster puede decidir que uno de los aldeanos o forastero está borracho y juega pensando que es un rol cuando en realidad no lo es y no tiene poderes reales, sino que le está troleando el máster. Por ejemplo, el que cree que es la adivina, recibe información falsa del máster porque en realidad es el borracho, aunque eso no lo sabe hasta el final de la partida.

Por otro lado, si está el envenenador en juego, uno de los esbirros del demonio, puede envenenar a un jugador para que sus poderes no funcionen bien. 

Además, el máster puede decidir, si hay suficientes jugadores, señalar a un jugador como falso positivo, que significa que la empática y la adivinadora lo ven como malo sin verlo. ¡Un lío de narices! pero qué risas.

Lo pasamos tan bien que el más pequeño de la familia quiso hacerse su propio juego y se ha hecho unas cartitas con powerpoint que luego hemos recortado, pegado en cartulinas y vuelto a recortar. Al principio usó su privilegiada memoria para sacar los personajes, pero su padre investigó y vio que en la página del kickstarter se pueden descargar las reglas y los tipos de personajes en inglés. No los ha hecho todos ni mucho menos, que hay muchísisimos, pero sí los suficientes para echar unas partiditas curiosas.

Al final nos quedamos hasta muy tarde porque nos lo estábamos pasando bomba. ¡Volveremos!

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