La verdad es que se nos juntaron muchos chiquillos en la casa. Un día llegaron a venir ocho pequeñajos que revolucionaron el salón y el patio con sus correrías. Daniel estaba encantado con tanto chiquillo alrededor. Curiosamente a los niños un poco mayorcitos les suelen gustar los bebés. Supongo que se sienten un poco superiores.
Hubo un momento en el que pensé: "La guardería de Daniel debe presentar una aspecto parecido a este en alguna ocasión...¡Qué horror!
Menos mal que habían más adultos que niños, pero aún así la tarde se convirtió en un caos ensordecedor de gritos, lloros, risas... Los niños buscaban a los mayores para jugar y eso acabó siendo bastante cansado. Fue una jornada agotadora. ¡Qué pena que Daniel no me ponga fácil lo del descanso nocturno!
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