Con el cumpleaños llega la revisión pediátrica. Afortunadamente no había que vacunarlo esta vez, pero dentro de tres meses habrá que pincharle cuatro veces. Seguro que acabo llorando con él ante la estupefacta mirada de la enfermera. Esta vez ha sido un revisión relámpago. El veredicto de la pediatra ha sido contundente: "sano como un manzano".
Pesarlo no fue fácil. El enano se quedó sentado en la báscula, se agarró muy fuerte a los bordes, y comenzó a zarandearlo todo. Desesperada la pediatra acertó a decir: "ummmmm, diez kilos maaaasssss o menosssss". Y ahí quedó la cosa.
La pobre tuvo que darle todos los juguetes que tenía por la consulta para calmar niños, e incluso su bolígrafo. La verdad es que Daniel se portó fatal. Se cogió un berrinche en la camilla. Sólo quería nadar suelto de un lado al otro de la consulta para jugar con cosas peligrosas. No quiero ni pensar la que va a liar con cuatro pinchazos dentro de tres meses.
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