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jueves, 17 de marzo de 2011

Revolcandose por el estiercol

Un día que estaba excesivamente cansada llevé a Daniel al parque para que jugara y se cansara. Es notable la diferencia a la hora de dormir. Si no ha ido al parque cuesta más meterlo en la cuna. El caso es que ese día no estaba yo para muchas juergas. El niño se puso a correr de una lado a otro mientras yo hablaba con otra madre. No le perdía de vista, pero tampoco estaba pegada a él. De repente enfiló hacia una anorme montaña, de lo que me pareció a mi tierra mojada y que no estaba allí el día anterior. Se puso a jugar allí tan feliz. Estaba tan tranquilo que le dejé hacer. De repente se me acercó un padre a informarme de que mi hijo se estaba revolcando en caca de vaca tratada ocomo fertilizante. Asentí un momento y me dije a mi misma "Está tranquilo, no está haciendo el cafre, ni corriendo hacia la carretera... para que está la bañera y la lavadora. Luego le froto bien y listo". El estiercol no olía excesivamente mal, así que ¡Qué demonios! se lo estaba pasando pipa el enano.

El problema vino cuando el resto de los niños del parque quisieron imitar al mío. Se me acercaban y me preguntaban que era aquello. "caca de vaca", les contestaba yo. Y se metían de cabeza al grito de "¡Bieeeeeeeen!". Sus padres se oponían totalmente a que se sumergieran tan alegremente en estiercol, así que hubo lloros, pataletas, berreos... Todos querían disfrutar de la montaña como Daniel, pero se encontraban con una figura paterna que les chillaba frenetica que "ni se les ocurriera". Así que decidí sacar Daniel de allí para evitar conflictos. No es que los otros padres me dijeran nada, pero prefería no tentar a los otros niños. Le saqué a rastras, con una pataleta de muy señór mío. Menos mal que luego le enseñas otra cosa y se distrae. Le limpié a conciencia con las toallitas húmedas y le puse a jugar en el arenero con los juguetes. "Eres un niño afortunado" le dije "Al menos tú has estado un buen rato jugando en la montaña". Espero no estar siendo demasiado permisiva, pero es que en cuanto comprendió que no le dejaba jugar más con el estierco volvió a ser el mismo niño "cabra loca" de siempre y me tocó volver a correr.

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