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sábado, 11 de junio de 2011

Heridas de guerra

Mi pobre niño está lleno de golpes, magulladuras, arañazos y mordiscos. No sé si es cosa de la edad o que este niño es demasiado activo.

Hoy me he encontrado un largo y profundo arañazo en su frente cuando le he recogido de la guardería. "Una disputa por un juguete... No hemos podido llegar a tiempo..." farfulló una de sus cuidadoras. Otra herida de guerra. A veces las causa él y otras le toca sufrirlas. Cuando no se las hace el solito con sus imprudencias. Por ejemplo, el otro día me contaron que rebotó contra una de las columnas del patio interior porque iba corriendo hacia ella a toda velocidad mirando hacia atrás.

En el parque también tenemos luchas y conflicto de vez en cuando. Una vez, Daniel se agarró fuertemente de los mofletes de un compañerito, a la vez que el otro hacía lo propio. Nos chocó tanto verlos enganchados de aquella manera que la madre del otro niño y yo tardamos en reaccionar. Cuando los separamos, ambos tenían sendos mofletes rojos y abultados. Y todo por un jugute. Por supuesto. Suele ser el motivo principal de sus disputas.

De todas formas, este bebé no necesita a nadie para surcarse el cuerpo a marcas, le basta con empezar a correr a lo loco y aterrizar en lugares más o menos blandos y llenos de aristas. A ver si se tranquiliza u poco con la edad.

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