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sábado, 6 de agosto de 2011

Terremoto





¡Cómo puede se esto! Ni un día entero con mi bebé precioso y ya me tiene agotada. ¡No para! Ya no me acordaba de lo que era correr tras él sin descanso para evitar chichones y quemaduras. ¡Si es que no tiene una idea buena!

La barriga dificulta la labor, no lo voy a negar. ¡Me ha vuelto a crecer! Parezco una bolita. Todo el mundo cree que estoy a punto de caramelo y todavía me quedan más de dos meses. Hasta me han preguntado si espero gemelos. Pues no señor. Unicigoto. Fue lo primero que pregunté en la ecografía para confirmar si estaba embarazada. "Unicigoto ¿Verdad?", "Unicigoto sí" me tranquilizó la tocóloga. ¡Que hubiera hecho con tres fieras rompiéndome la casa! Menos mal que sólo van a ser dos hijitos los que se dediquen a tan encomiable labor.

La verdad es que comencé las vacaciones para el arrastre. Las noches con Daniel no me permiten descansar, así que por las mañanas no puedo permanecer con los ojos abiertos mucho rato. Me levanto para darle el biberón al niño, juego un rato con él, pero en cuanto asoma la nariz su abuela Chari y me invita a relevarme me subo a la camita como alma que lleva el diablo. A roncar toda la mañana.

Enfrentarse a un Danielín hiperactivo cansada de antemano no es fácil y si no que se lo digan a su padre cuando intentó relajarse un rato en un tumbona. Si es que este chiquillo ni se queda tranquilito ni deja descansar a nadie. Una de las palabras que más usa ahora mismo es "¡Piertaaaaaa!"  (Traducción: ¡Despiertaaaa!), normalmente acompañada de un manotazo directo a la cara. Todo delicadeza este bebé.

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