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miércoles, 7 de diciembre de 2011

Con los niños no hay que tener prisa

Alguien me dijo una vez que con los niños nunca hay que tener prisa. La teoría es fácil, pero qué pasa cuando lo aplicamos a la vida real: un desastre.

Por ejemplo: Hay que llevar a Daniel a la guardería. Respiro hondo. Le doy el biberón calmadamente. Los dos sentados en el sofá. Luego le persigo por toda la casa porque no quiere sentarse a hacer pis, ni que le cambie el pañal y, por supuesto, tampoco accede de buena gana a vestirse. Le agarro por donde puedo y lo tumbo en el cambiador en la postura correcta a base de juguetes y ruegos. ¡Ale! ya está listo. Vamos en hora. Ahora a vestir al otro. Iván está dormidito y no le hace gracia que le mueva de un lado para otro cambiándole el pañal, metiendo una piernecita en una pernera, el bracito en un manguita... Se pone a berrear como un descosido. "Ea, ea, ea mi niño". A todo esto a Daniel se le ha ocurrido la brillante idea de sacarme toda la ropa de la lavadora y dejarla en un suelo que no está brillante precisamente. "Nooooo", convence al niño de que deje eso tan divertido que está haciendo, recogelo todo. Iván sigue berreando. Lo cojo y saca la lengua como un loco "¡¿Pero... pero... si acabas de comer?!. Miro el reloj, las nueve menos cuarto. Uf, no llego, no llego. Ahora sé como se siente el conejo de Alicia en el país de las maravillas.

Cuando me encuentro en situaciones como estas me repito "Con los niños no hay que tener prisa, con los niños no hay que tener prisa". Cómo si fuera un mantra. Por ahora, mal que bien, vamos llegando a los sitios. Y si algún día no llegamos... ¡Pues mala suerte! Qué se le va a hacer.

3 comentarios:

  1. Nena..tu tranquila que esa etapa pasa...y con el tiempo todo se calma...
    En casa con una señorita de casi 10, la rubia con 8 y el pollito con 4...dominao...eso si salir y tener la casa recogida no siempre funciona...sobre todo los fines de semana que una se relaja un poco

    besotes

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  2. Uy pues que razón tienes! Hay que tener paciencia si es verdad, pero a veces simplemente no podemos, supongo que es cuestión de un tiempo, hasta que se logre establecer una rutina a la que ambos niños se acostumbren y colaboren ya no porque se lo pides, sino porque es un habito.

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  3. Rachel, gracias por lo ánimos. Seguro que dentro de nada se me civilizan los chiquillos. O eso espero.
    Faith, ahora estoy intentando que Daniel siga una rutina, pero me está costando porque está en la edad de las perretas y llora por ¡todo!

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