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jueves, 30 de agosto de 2012

Los Reyes: de una madre a otra

Cuando nos encontramos con Reyes y sus tres pequeños en Santander (la familia de amigos que nos invitaron a pasar la noche con ellos), lo primero que le soltó Daniel fue "¡Vamos a tu casa!". Por si acaso a alguien se le ocurría la idea de ir a cualquier otro lado. La verdad es que el chiquitín estaba realmente cansado.

Una vez en la casa, Victor, uno de los niños, le prestó un estupendo camión lleno de coches y ya no se le oyó en toda la tarde. No podemos decir lo mismo de Iván, que no perdió la oportunidad de explorar y meter mano en todos los rincones. Menos mal que la anfitriona, con tres hijos (una niña de seis años y los gemelos de cuatro) ya estaba curada de espanto.

Los niños se cayeron bien en seguida y en unos minutos estaban los cinco revolucionados y jugando alegremente. Reyes les compró unos regalos preciosos a mis hijos. Para Daniel unas fichas puzle de Dora la mar de interesantes y para el bebé un libro de crías de animales muy manejable para sus manitas.

Mi chico mayor se quedó muy sorprendido con el nombre de la mamá que acababa de conocer. "¿Dónde están los Reyes?" me preguntó al oirme llamarla. "No hay ningún rey" le contesté "Es que ella se llama así: Reyes. Es su nombre". No sé si me entendió muy bien porque a partir de entonces llamaba "Los Reyes" a todo el conjunto familiar. A lo mejor se pensaba que eran todos soberanos.

A la hora de la cena, Reyes organizó a los niños con cariño y mano firme. Enseguida tuvo a los cuatro perfectamente sentados y comiendo sin protestar, ni decir esta boca es mía, mientras ella les leía un cuento. Me pareció una idea buenísima que pienso poner en práctica. Leerles un cuento mientras comen es mucho mejor que engancharles a la tele. Y puedo asegurar que más efectivo. Daniel se lo comió todo con gusto y apetito.

Tan agotado acabó mi hijo mayor de ese día tan emocionante que se fue a la cama sin liarla. Nos dijo buenas noches, se dio la vuelta y se durmió. En cambio, Iván estaba sobrexcitado y le costó muchísimo cerrar el ojito.

Carlos y Reyes nos habían cedido su habitación y le habían hecho una camita a Daniel al lado de la de matrimonio. Cómo la excursión fue bastante improvisada no contábamos con la cuna de viaje, pero un poco de colecho nos solucionó la papeleta.

Cuando por fin el bebé se quedó frito pudimos disfrutar de una cena muy agradable entre charlas de padres, gambones y deliciosa quesada.

Reyes me explicó sus métodos de crianza y me encantaron. Tomé nota mental de sus comentarios para realizarlos en casa. Tan interesada me vio que me acabó regalando un libro del que había sacado muchas ideas: "El secreto de tener bebés tranquilos y felices".

Me gustó mucho lo que ella llamó "El método de la media hora". Los niños demandan constantemente la atención materna y se frustran cuando esta no les puede dedicar su tiempo. Lo ideal es que la madre le dedique media hora de juego a los chiquillos (a ser posible, media hora a cada hijo). Para ellos media hora es muchísimo tiempo, así que cuando les digas que mamá tiene que irse a fregar los platos lo normal es que sigan jugando solos un rato mientras tu te dedicas a otras labores.

También me explicó "El método de coger al niño". Cuando el bebé llora hay que acudir a su lado cogerle en brazos, hacerle unos mimos rapidos y volverle a dejar en la cuna. Así todo el tiempo que sea necesario. Sin tiempos de espera, ni restricciones. Lo único que pide este método es que lo vuelvas a dejar en la cuna aunque siga llorando, le dejes un ratito pequeño y lo vuelvas a coger. Así hasta que se canse y se duerma tranquilo porque sabe que tú estás ahí a su lado. Se lo he hecho a Iván y las siestas las duerme mucho mejor (las noches siguen siendo malas).

Para finalizar me contó una anécdota sobre una situación que la traía de cabeza y cómo la solucionó. Una de sus niñas, la menor, tuvo un brote de rebeldía a los dos años, con unas perretas terribles y malas contestaciones. Reyes intentó muchas cosas sin éxito. De repente un día, se le ocurrió grabar a su hija en plena furia. Luego le puso el vídeo a la chiquilla. A la pobre no le debió gustar mucho lo que veía porque no volvió a tener esos comportamientos tan extremos.

La verdad es que Reyes me pareció una madre increíblemente buena. A ver si tomo ejemplo y domo un poco a mis fierecillas.

Cada niño es un mundo y lo que funciona con unos no funciona con el otro, aún así hay cosas que vale la pena intentar si no significa un coste emocional para el pequeño.

1 comentario:

  1. ¡Qué buena idea lo del vídeo! Ni se me había ocurrido, pero creo que verse así es el mejor método para que se avergüencen de su comportamiento y lo moderen.

    Me alegro de que lo pasáseis tan bien.

    Besos

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