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domingo, 21 de octubre de 2012

La carrera de la Ciencia

Por fin llegó el día. Raúl se puso su equipo deportivo y se fue tan feliz a recorrerse el Paseo de la Castellana. A mí me hubiera gustado ir a verle correr, pero esa zona no la conozco bien y no se si tengo algún lugar adecuado para que mis hijos jueguen mientras su padre corre. Así que me llevé a los niños al parque y a desayunar a casa de la madre de Hugo. Compramos churros y nos pusimos como el quico, bebé incluído.

Entre el parque y la emoción de jugar en otra casa, llegaron los dos cansadísimos a casa. Iván se me durmió por el camino y acabó en la cuna sin su puré de verduras. No me preocupó en absoluto porque entre los churros, que compré yo, y las galletas de chocolate, que puso mi amiga, no había parado de engullir. Daniel, por su parte, se derrumbó en el sofá y allí espero a que volviera su padre de la carrera.

Raúl vino muy feliz. Le debió gustar la experiencia porque ya está pensando en la siguiente carrera a la que se va a apuntar. Esta vez, una que se organiza en un parque para que su mujer e hijos puedan verle llegar a la meta.

2 comentarios:

  1. Dicen que las carreras enganchan, ja, ja, ja...

    ¿Y qué dices que hay que hacer para que se derrumben de esa manera? ¿Jugar en casa ajena? Ummmmm.... Mañana llamo a una amiga a ver que tal, ja, ja, ja...

    Besotes

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  2. La verdad es que me alegra que Raúl se haya decidido a hacer ejercicio. Ahora tengo que sacar tiempo para mi yoga jaja

    Ya me contarás si David se ha agotado tanto como para dormir toda la noche de un tirón ;)

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