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jueves, 25 de octubre de 2012

Una tarde muy "tonta"

Ayer había programado una tarde completita. Estaba segura de que los niños la disfrutarían al máximo, pero, por lo visto, Daniel no estaba con ánimos de disfrutar nada. Cuando le recogí del cole empezó a llorar y así estuvo el noventa por ciento del tiempo. Cualquier mínima contrariedad era excusa suficiente para abrir el grifo.

Primero les llevé a casa para merendar. Con Iván muy bien. Se tomó el plátano encantado. Pero el mayor no quería lo que le daba y exigía lo que no tenía. Harta de oirle lo bajé al cumpleaños del hijo de un vecina para que merendara tarta al menos. Allí el bebé se puso fino a donuts y Daniel se lo pasó genial con la hermana del homenajeado, que no paró de dibujarle ambulancias, coches de policía y de bomberos para que él los coloreara. Aún así tuvimos momentos de disonantes berridos.

Cuando ya iba a llamar a una amiga para anular la siguiente actividad programada pareció calmarse un poco, así que decidí llevarles al cuentacuentos de la biblioteca con todas sus consecuencias. Llegamos un poco tarde con lo que no nos enteramos si el narrador era un mercader árabe, un paje de palacio o un conductor de camellos. Daniel se sentó enseguida en el tatami a escuchar el cuento sobre los animalitos del bosque. Era uno corto para hacer a los niños entrar en ambiente. Después empezó el de la reincesa que bostezaba todo el tiempo. Su padre, el rey, intentaba encontrar lo que la hacía bostezar. No era el hambre, ni el sueño, sino el aburrimiento porque no tenía amigos. Al final encontró amigos y dejó de bostezar. El conductor de la historia sacó a varios niños y los disfrazó de rey, princesa, mago... Así los metía mejor en la narración. También hubo un truco de magia en el que hizo aparecer caramelos para todos. Como gran colofón final les regaló a los niños globos alargados con los que hizo espadas. Mi hijo estaba pletórico y no dudó en hacer el bruto con sus amigos hasta que se le estalló el globo y comenzaron otra vez los lloros.

Mientras Daniel la liaba en el cuentacuentos, Iván tampoco paraba quieto. No quise llevar comida en esta ocasión para seguir las normas y lo pagué porque no tuve ni un segundo de tranquilidad. Y eso que las madres allí reunidas me echaron muchos cabos. Aún así hubo daños y perjuicios, porque, en una de esas en las que fui a reñir a Daniel para que se estuviera callado y sentado, se me escapó Iván y fue a parar con los morros en la esquina de una columna. Enseguida se le fue el disgusto, pero la marca de la cara tardará más en abandonarle.

Salí de la biblioteca jurando y perjurando que no iba a volver, pero Daniel aseguraba a gritos que se lo había pasado muy bien, así que, seguramente se me olvide todo esto la próxima vez que organicen el cuentacuentos y vuelva a asistir con mis dos fieras.

Agotados todos aterrizamos en casa donde nos esperaba papá, que también había tenido un día tremendo. Entre los dos progenitores bañamos a los peques. Daniel cambió el llanto por una sonrisa cuando su padre le aseguró que esa noche tendríamos de postre tarta de tortitas, fresas y moras (desde que vio en Peppa Pig que comían tarta de fresas y moras y tortitas nos ha vuelto locos con el tema). Raúl añadió Nocilla al invento y dimos buena cuenta de él. Eso sí. A pesar de la tabarra que había dado, el primogénito se empeñó en que las fresas y las moras no le gustaban y no probó ni una. ¡Ultima vez que le hago caso! Todo lo que compro por su capricho acabo comiéndomelo yo.

El momento de acostar a los chiquitines fue uno de los más esperados. Os quiero mucho niños, pero con un día como el de hoy como mejor estáis es soñando con los angelitos.

8 comentarios:

  1. Jajajaja! El final de la entrada lo dice todo, hay días en que tu cuerpo necesita descansar y que ellos se dejen llevar por los brazos de Morfeo, jajaja!
    Besos!

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    1. ¡Y tanto! Aunque no creas que la tranquilidad duró mucho. ¡Vaya nocheeeee! Quiero que crezcaaaan! ;)

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    2. bueeenoooo y cuando crezcan pedriás que sean pequeños otra vez!!

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    3. Seguro que se me olvidan todas las rabietas y todas las noches infernales y desearé que vuelvan a ser pequeños y apegados a mi snif snif. Nunca estoy contenta ;)

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  2. uuuufff!! Yo días de esos, miles. Pero, como bien dices, cuando llega la noche y los miras; se te llena el corazón de amor.

    Besos

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    1. Si es que con esa carita relajada y los ojitos cerrados son adorables. Casi no te crees que te la hayan podido montar parda segundos antes jeje

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  3. Pues las moras tienen una pinta estupenda. No sabe lo que se perdió por cabezota... Jajaja. Besotes!!!

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    1. Estaban buenísimas y las fresas también. Más para papá y mamá jaja

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