Avances y retrocesos

El AMPA del colegio de Daniel ha resultado ser un hueso duro, aunque no ha puesto problemas a lo que más me interesaba a mí: la higiene y bienestar del niño. Hubo una reunión a la que olvidé asistir, gajes de no dormir como debiera, y, por lo visto fue tensa y esteril.

Cómo era de esperar hay un grupo fuerte en la asociación. Lo que me ha sorprendido es que ese grupo fuerte, que corta el bacalao, perteneciera al Consejo Escolar. ¿Significa eso que es el colegio quien mueve los hilos en todos los ámbitos? ¿Estamos los padres desprotegidos ante una tiranía institucional?

Que conste que estoy encantada con los métodos del colegio, pero me gustaría que existiera una vía abierta para que los padres tuvieran voz y voto. Aunque me temo que es una batalla perdida. Salvando las distancias, esto es como la Guerra Civil Española: Un bando organizado y jerarquizado y otro que es un gallinero anárquico. Por cierto, soy apolítica. Ni izquierdas ni derechas, sólo me decanto por el sentido común.

Los padres alzan la voz para exigir sus intereses, cada uno por su lado, y sin estar de acuerdo (lo único que nos une es lo del bienestar de nuestros hijos). Unos quieren comida ecológica, otros una remodelación completa del patio, otros más participación de los padres en las actividades del colegio... Y cada uno lucha por su lado.

Como era de esperar, lo único que se ha conseguido es que una persona del centro se encargue de cambiar al niño que lo necesite por cualquier motivo por el más que módico precio de 20 euros al año. Estoy encantada con esta medida. Me quedo mucho más tranquila pensando que si el peque se mete de lleno en un charco no va a permanecer el resto del día con alto riesgo de pulmonía.