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viernes, 28 de febrero de 2014

El infierno tiene un nombre: Fiesta de carnaval del mayor

Esta mañana mi hijo mayor me dijo que no tenían que ir disfrazados a clase, pero que a él le hacía ilusión ponerse el suyo. Como va de Ben 10, que es bastante discretito, se lo puse sin dudarlo para que pasara la jornada lectiva caracterizado.

Esta tarde, en la fiesta carnavalera de su cole, le llevaré los complementos del Omnitrixs de gomaeva y la máscara de alienígenas.

En un momento, pensé que era una pena que no fueran los niños disfrazados a clase, pero tras leer un post de Papacangrejo sobre lo poco que le gusta a su hijo los carnavales y que en su cole se los tiene que tragar como las lentejas, lo he visto desde una nueva perspectiva.

Esta semana han estado haciendo actividades relacionadas con esta fiesta multicolor en clase, pintándose la cara y haciendo manualidades varias (entre ellas la careta de su adorada mascota de clase Oto), así que no se puede decir que no lo hayan vivido. Y el celebrar una fiesta de carnavales fuera del horario de clases nos da la oportunidad de celebrarlo en familia.

Me daba una pereza horrible ir, sobre todo, teniendo en cuenta que el padre de las criaturas está de trabajo hasta las cejas y no podía venir, pero también me daba pena dejar al peque sin su fiesta. Encima, Iván ya se había apuntado y no dejaba de gritar "fieta, fietaaaaa, piataaaa". Supuse que traducido al idioma español significaba: "Mami, quiero ir a la fiesta del cole de Daniel vestido de pirata.

Le puse el disfraz al pequeño, el omnitrix al mayor y nos fuimos al colegio.

Llegamos un poco tarde y el pasacalles ya había comenzado. Lo primero que pensé fue en alcanzarlo, porque no es un recorrido muy largo, pero luego recordé la terrorífica cola que tuve que hacer el año pasado para conseguirles el vaso de chocolate a los chiquillos y cambié de opinión. Acerté. Sin cola nos dieron el ansiado chocolate enseguida.

Daniel se sentó a bebérselo, mientras su hermanito hacía el mono bajo la mirada atenta de su mamá. Al final acabó bebiéndose también el de Iván ante el desinterés del interesado por la golosina. Cuando acabamos de degustar nuestros bizcochos con chocolate, me di cuenta con horror que el bebé necesitaba un cambio de pañal. Le había puesto uno para, al menos, despreocuparme sobre el tema escapes y visitas periódicas al baño.

Metí a los chiquillos en el gimnasio y me desvié con Iván a los vestuarios de las chicas, mientras el mayor hacía el salvaje entre las colchonetas. Cuando solventé el problema, solté a la fiera número dos para que jugara también. Pero la alegría duró poco. Un monitor entró en el gimnasio (que sólo tiene una salida a vigilar) y nos anunció que la fiesta se celebraría en el campo de fútbol (dónde se pueden escabullir por cualquier rincón).

A partir de entonces empezó el verdadero infierno. Cada uno quería ir hacia un lado diferente. Daniel se perdía de mi vista tras un amigo u otro e Iván brincaba siempre hacia el lado contrario. Yo intentaba no perder los nervios asegurándome a mi misma que era un entorno seguro, pero no me hacía ninguna gracia perderlos de vista.

Así que tras mucho correr de un lado a otro, vigilando a los dos hermanos, me cansé y di por terminada la fiesta carnavalera para nosotros. Sólo había pasado una hora y media desde que nos sumáramos a la algarabía, con lo que los chiquitines protestaron enérgicamente. Pero les fue imposible convencerme para que me quedara ni un segundo más.

No había llevado el carrito porque Iván va más cómodo andando que encajado en la silla, así que tardamos lo que me parecieron siglos en volver a casa. Los chiquillos estaban para meterlos en la lavadora con ropa y todo, así que lo primero que hice fue preparar los baños. Pero luego me senté unos minutos a relajarme y olvidar la traumática experiencia.

6 comentarios:

  1. Cada vez voy entendiendo mejor por qué lo de "Madre desesperada". Jajaja. Besotes!!!

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  2. Agobio total!!! yo también soy de las que tengo q tener "control visual" de mis peques, eso de soltarles en cualquier sitio y ponerme a charlar con otras madres no me va, me angustia sobre manera no tenerlos localizados, sobre todo teniendo en cuenta que la pequeña aún es muy pequeña.

    Te entiendo perfectamente...no sé si yo hubiera aguantado tanto tiempo...

    A ver que tal se me dan a mí estos días de carnaval, q el papi está ocupado por las mañanas.

    Buen fin de semana!!

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    1. A mí me pasa lo mismo, que los veo muy pequeños para ir a sus anchas :S

      Ánimo con el carnaval. Lo bueno es que ellos lo disfruta a tope :D

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  3. jajajaja me ha encantado el título del post. Y después de leerlo me creoq ue fuera un autentico infierno, en cosas así es normal que llegaras a casa muertica.

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    1. Muertica es pocooooo!!! Jajajaja

      Gracias por empatizar tanto ;)

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