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viernes, 7 de marzo de 2014

La primavera la sangre altera y a los niños asalvaja

Día de sol, día de parque infernal. Es casi un hecho.

El miércoles salí a recoger a los niños feliz. El tiempo sorprendía por su calidez y estaba deseando llevarles al parque.

Ya en la guardería, me di cuenta de que Iván no tenía el día. Pero cuando llegué al cole, me encontré con que Daniel estaba aún peor. Aún así, mi decisión era inquebrantable y nos fuimos al parque al que van casi todos los niños de su cole.

En cuestión de segundos la zona infantil se llenó con bandadas de bebés, niños y padres. Para subirse a un columpio casi había que coger número. Los juguetes que llevé no llegaron a tocar el suelo. Daniel lloraba cada dos segundo. Que si quiero subirme al columpio ahora y me da igual que haya una cola de aquí a la luna, que si quiero el juguete que tiene Iván, que si mis amigos no hacen lo que les digo...

E Iván por su parte, se estaba estresando en sus intentos por jugar con los juguetes sin que otro niño se los arrebatara en cuanto los soltara un segundo. Y entre unas cosas y otras, una sola madre para atender a los dos.

Encima, entre las caras nuevas, encontré padres muy poco colaborativos que presionaban para que tu hijo se bajara del columpio lo antes posible y subir al suyo o decidían que, aunque tus juguetes estuvieran en las manos del primero que pasara, los de su hijo eran sólo de su hijo y no dudaban en arrebatarle la palita al tuyo sin contemplaciones. Harta, cansada y bastante cabreada, agarré a mis energúmenos, recogí los juguetes que pude (la mitad estaban missing in combat) y me fui de allí sin mirar atrás.

Daniel berreaba porque quería volver con sus amigos. E Iván reclamaba insistentemente su ración de parque. No quedo otra que hacer una parada en otro parque más pequeñito y recogido y con mucha menos fauna. ¡Oh! ¡Sorpresa! Los peques empezaron a jugar, a sonreír y ¡hasta a pasarselo bien!

Daniel se inventó un juego basado en el Pilla Pilla de toda la vida y los capítulos de Érase una vez la vida. Él era los pelillos de la nariz y nosotros los mocos. El pelillo Daniel tenía que atraparnos. Iván pilló las reglas a la mitad y se convertía en moco o pelillo según le venía en gana. Los pasamos muy bien y quemamos mucha energía correteando de una lado al otro del parque.

Está bien lo que mal empieza y bien acaba. Nos fuimos muy contentos a casa y con mejor humor por parte de todos.

Pero el jueves no estaba dispuesta a pasar por lo mismo. Sabía que Daniel me iba a pedir ir a donde fueran sus amiguitos, así que convencí a la única adre que tenía planeado ir al parque ese día para cambiar de zona de operaciones lúdicas. ¡Un éxito! Los niños jugaron mucho y se lo pasaron genial. Y las madres nos pudimos permitir el lujo de sentarnos a charlar.

Aunque eso no significa que otro día volvamos a ese parque y se lleven a matar. Nunca sabes lo que te depara el destino.

12 comentarios:

  1. Las madres siempre tenéis que estar pensando alternativas. Qué estrés. Jajaja. Besotes!!!

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  2. Pues al final salió bien la cosa!! El parque...anda que no da el tema, jajajajaja!
    Muas!

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  3. Que me suena los de las mamas poco participativas....y que buenos recuerdos del parque del tren

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    1. Hay de todo en toda partes.

      ¡Hay que quedar! Que parece que vivimos en diferentes ciudades y no en el mismo barrio. ¡Parece mentira! Besos :D

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  4. Es genial encontrar un sitio en el que podáis disfrutar todos a la vez. Nosotros vamos a un parque muy grande, pero si hay muchos niños, yo no puedo vigilar a dos y me los acabo llevando a dar un paseo, para cambiar.

    Besos. Feliz finde!!!

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    1. Nosotros cambiamos de vez en cuando para que no se aburran.

      Es que con dos hay que estar con los cinco sentidos y en tensión para no despistarte ni un segundo y que no se te escapen del campo de visión. ¡Un estrés!

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  5. Es que el mundo parque es para hacer un blog a parte. Yo, como sabes voy recorriendo lso parques de lagoness nunca voy a mismo, pero aun así te encuentras cada uno.........cuanto mas grande peor.

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    1. Es una sección muy chula de tu blog. En nuestro caso, solemos ir donde van los amiguitos de Daniel.

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  6. ¡Que estrés! Yo que odio las multitudes para mí como para encima estar al cuidado de dos fieras... uffff Paciencia Dácil ;D

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    1. Yo también las odio. Me agobian muchísimo, pero en todas las actividades para niños me las suelo encontrar :S

      Muchas gracias!!

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