Faycan eterno, mi rincón especial en Las Palmas de Gran Canaria

No hay niño, ni muchos de los adultos, que resista la llamada de Faycan y sus alegres compañeros. Son las estatuas de los perros que presiden la entrada de la Plaza de Santa Ana en el barrio antiguo de Las Palmas de Gran Canaria y es casi imposible pasar cerca sin pasarles, al menos, una mano por el lomo. Los chiquillos son más atrevidos y saltan y juegan entre las figuras pintadas de verde oscuro. Estos perros, aunque ahora pueda parecer lo contrario, no fueron los mejores amigos del hombre... fueron libres... ¡vagabundos! Blanco de penurias y peligros, de las maldades de los humanos y de las inclemencias del tiempo, pero libres.

Al final de su vida, herido de muerte ("Todas las piedras duelen, una mata") y en su senectud, Faycan nos cuentas sus andanzas acompañado de su pandilla perruna en "Faycan, memorias de un perro vagabundo". A partir de esa pequeña obra de arte de la literatura la fama y el nombre de los perros de Santa Ana, quedó ligada para siempre a esta figura y sus amigos. Aunque, en realidad, los perros estaban allí mucho antes de que se escribiera el libro en 1944. Pero es más bonito pensar que Faycan tuvo su reconocimiento final a modo de escultura de hierro a una vida tan peculiar.

Mis hermanos y yo nos montamos en esos lomos cuando éramos pequeños. Y ahora son mis hijos los que se vuelven locos con las estatuas y juegan y ríen cada vez que los visitamos. Tantas generaciones, tantos recuerdos...

Éste es mi rincón especial exterior para la Ventana Indiscreta de Frikymama. Seguiremos informando...