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domingo, 21 de diciembre de 2014

Chupetes por juguetes

A la salida del cole, les llevé a mis peques sendas cartas de los Reyes porque estaban ansioso por echarlas no fuera que les llegaran a tiempo. En la bolsa también eché los dos chupetes casi podridos que sigue conservando el más pequeño de la familia y que guarda como sus más preciados tesoros.

De camino al buzón, empecé la labor de lavado de cerebro para que metiera por su propia voluntad los pedazos de plástico que tan buena labor llevaron a cabo, pero que ahora no nos quitamos de encima ni con agua caliente.

"Por cada chupete que le mandes a los Reyes te traen un regalito extra" le expliqué toda dulzura. Iván me miró con un poco de angustia aguantando los tetes en una mano y la carta en la otra.

"¡No los envíes!" exclamó de repente Daniel, "Si lo haces ya nunca volverán" le advirtió muy serio. Mi mirada asesina no hizo mella en el chiquillo que siguió con sus argumentos, seguramente porque no quería que su hermano tuviera más juguetes que él.

"¡Daniel!" Corté yo de no muy buenas maneras, "Tú ya enviaste los tuyos y tuviste tus regalos extra" le aclaré.

"Pero es que Iván NECESITA los tetes. No lo hagas Iván" Repitió con gran énfasis. El chiquitín nos miraba a uno y a otro como si Daniel fuera el ángel y yo el demonio. Cuando en realidad, desde mi punto de vista, era justo al contrario.

Tras pensarlo un poquito metió un chupete en el sobre y se guardó el otro. Eso no era nada conveniente para mi estrategia "Adiós tete", que me estaba boicoteando cruelmente el mayor de vastagos.

"Pero ¡a ver! Iván" Tercié casi desesperada, "¿Para qué quieres unos tetes rotos? ¿No prefieres unos juguetes nuevos?" Y eso fue la baza que me llevó al éxito por fin. Con mano temblorosa el peque metió sus dos tesoros ruinosos y me tendió el sobre con decisión. Con un hábil truco de manos, saqué uno y dejé el otro dentro sin que se dieran cuenta ninguno de los dos. Deslicé el tete en mi bolsillo y ahí se quedó por si las emergencias (soy una blanda. Lo sé).

Los dos niños corrieron dando botes de emoción hacia el buzón y tiraron sus cartas encantados.

Comienza la operación emocionalmente más difícil con la que me he encontrado hasta ahora: romper los lazos adictivos del niño con su chupete. Para unos es muy fácil, para otros una tortura. Con Daniel casi tiro la toalla de lo mal que lo pasamos.

Iván no me pidió el tete en todo el día. Ni siquiera para ir a dormir. Me ofrecí a tumbarme a su ladito para hacerle más fácil su primera noche sin, pero se movía mucho, cantaba, hacía ruido todo el rato... y acabé por irme.

Al rato le oí llorar y corrí a ver que le pasaba. Había tirado edredón, osito y almohada la suelo. Se había sentado en medio de la cama y, al verme, me soltó lloroso: "No quiedo que lo rdeyes me taigan juguetes". Con todo el amor del mundo le abracé, me tumbé a su ladito y me quedé recibiendo sus pataditas y codazos hasta que se durmió.

La primera noche no fue nada mal. Cruzo los dedos para que esto siga igual.

8 comentarios:

  1. Ohhh pequeñito... Dácil lo has contado todo de una forma genial, he gozado tu hazaña que debió costarte horrores, y me he conmovido con tu pequeñito como si a mi peque le pasara, me encantó tu post. Besos y mucha fuerza, guárdate el otro chupete bien guardadito, que tu peque solo te necesita a ti.

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    1. Muchas gracias. Me ha emocionado tu comentario. Que duras son estas etapas. Besazos!!

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  2. Como empleada de correos os agradecemos mucho que echéis cosas rotas en los buzones. jajajajajajaja

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    1. Jajajajaja Piensa que es por una buenísima causaaaaaaa

      Seguro que hace dos años encontrasteis los del mayor también ;)

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  3. Hola, espero que te funcione el plan. A nosotros en nuestro momento con Jirafita, no nos sirvió con los Reyes pero sí con un duende. Te lo cuento por si acaso te sirve. Fui contándole que cuando un niño-a es mayor viene el duende de los chupetes y te cambia el chupete por un pequeño regalito. Los niños mayores no necesitan chupetes y por eso el duende de los chupetes se lo lleva a un bebé que sí lo necesita. Cuando la historia estaba calada y mágicamente "se habían perdido" el resto de chupetes, apareció entonces el duende. Una de las veces que Jirafita fue a su cama (donde estaba su chupete) a por el, se encontró un huevo kínder y una notita. Entonces muy efusivos le dijimos que había venido el duende de los chupetes. La nota decía que era el y que le llevaría el chupete a un bebé llamado Daniel (casualmente nuestro vecino) y se quedó tan contenta con su huevo sorpresa. Esa noche preguntó por el chupete y le repetimos quién lo tenía y se conformó, al día siguiente también y ya nunca más volvió a preguntar por el.
    Espero que una cosa u otra te sirva.
    Quizás vuelva en el nuevo año, tengo mono sniff sniff
    Besos, la Jirafa

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    1. Que bonita forma de quitarle el tete.

      En casa, parece que Iván no está sufriendo mucho con la falta de su tete. Ya te contaré si tenemos que acudir a tu plan.

      Muchas gracias y muchos besos

      Feliz Navidad!!

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  4. Respuestas
    1. Muchas gracias!!
      Cruzamos los dedos para que no lo eche mucho de menos

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