¡Ha vuelto a pasar! De nuevo Daniel y un amigo suyo han sacado los dientes para defender su primer puesto en la fila. La historia ha sido la misma. Mi niño mayor ha llegado y al ver que no había nadie en la fila se ha puesto el primero. En ese momento, el otro niño bajó las escaleras como el rayo y aseguró que él había llegado el primero aunque no estuviera colocado en la fila.
Esta vez venía acompañado de un familiar, así que no me sentí como una abusona. Su abuela le explicó al pequeño que cuando ella se va de la fila pierde la vez y eso es lo que le había pasado a él. Sabias palabras que desgraciadamente le estaban entrando por un oído y saliendo por el otro al interesado. En los ojos de los críos vi crecer las ganas de meter unos cuantos empujones y mamporros al contrincante para ganar ese primero puesto. A todo esto, yo tenía que llevar a Iván a su clase y se me estaba haciendo tarde.
De repente se me encendió un bombillita. Busqué desesperadamente un caramelo en el bolsillo. Siempre suelo llevar, pero... ¡oh casualidad! Ese día no. Agobiada saqué una moneda de un euro y propuse dársela al que accediera ser segundo. Veloz como el rayo, Daniel se hizo con la moneda y se colocó el segundo con una gran sonrisa. Pero el otro chico se quedó muy desconsolado mirando la reluciente monedita. Decidí dar una de menor importe al peque para no dejarlo así. Pues la mala suerte me siguió persiguiendo. Sólo tenía otra moneda de un euro, una de cinco céntimos, dos de dos céntimos y una de un céntimo. Me parecía una cutrez darle una de cobre así que le hice una nueva propuesta a Daniel. "¿Qué te parece si os doy un euro a cada uno y a ti por ponerte el segundo también te doy todas estas monedas de cobre?" Le pareció un plan excelente. Cuantas más monedas mejor.
Los niños contentos, yo con dos euros y ocho céntimos menos en el bolsillo y la abuela escandalizada con toda la razón. En mi defensa le expliqué que mi intención era dar un caramelo al que accediera ser segundo, pero al no encontrar ninguno todo se precipitó hacia el lado oscuro. Le entró hasta la risa y se ofreció a devolverme el euro, pero no quería que la pobre pagara por mis errores.
A partir de este episodio de mi vida voy al colegio de mis hijos segura de llevar caramelos en los bolsillos. ¡Nunca se sabe!
Jajajajajaja! Ayyy, ese lado oscurooooo... XD
ResponderEliminarBesotes!
Todos tenemos uno juas juas juas
Eliminar¡Mare mía! A ver si me gano un caramelo o una monedilla por ser la segunda en comentar jajaja...
ResponderEliminar¡Un muackiles!
jajaja...
EliminarJajajaja aquí te los guardo para cuando puedas venir a recogerlos ;)
EliminarLección aprendida: caramelos y moneditas siempre en el bolsillo, jejeje.
ResponderEliminarMejor caramelos que estos peques ya nos demasiado materialistas jajaja
EliminarHa sido una actitud casi de mafiosa. Jajajajaja. No sé cuál es el interés en ponerse los primeros en las filas. De pequeña recuerdo que había veces en que hasta me perdía medio recreo con tal de guardar el sitio para ser la primera en la fila. Si es que era tonnnnta. Jajajaja. Besotes!!!!!
ResponderEliminarMafiosa total Buaaaaa. Vaya ejemplo les di!!
EliminarTodo el ansia de ser el primero es porque el primero le da la mano a la profe.
Tu no eras tonta, lo que pasa es que ahora de adultos todo eso nos parece poco importante, pero de niños era lo único que importaba ;)
jejeje, ya les veo peleando cada día ¡¡pero ahora por ser los segundos!!
ResponderEliminarSi es que nos metemos en unos berenjenales...
Besos
Qué razón tienes, No paré a pensar y no lo pude hacer peor :_(
EliminarHola!!!! Es que los niños siempre quieren ser los primeros, jejeje, y los padres a veces no sabemos como actuar.
ResponderEliminarUn besito.
Cierto!! Mi apuro era que no empezaran a pelearse como la otra vez que les pasó y no se me ocurre nada peor que pagarles!! Sight!
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