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viernes, 9 de enero de 2015

El Museo Elder y Peppa Pig

Paseando por la ciudad gran canaria vimos unos carteles que anunciaban a lo grande que la famosísima Peppa Pig iba a estar por el Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología. Como era una de nuestras citas pendientes para ir con los niños no vimos mejor ocasión para cumplirla por fin. Tengo unos recuerdos buenísimos de ese museo de cuando lo fui a visitar allá por el año del catapum chin pum.

Nada más llegar a las puertas a los niños les llamó a la atención unos columpios con un tobogán larguísimo, así que hubo que hacer una parada obligatoria. Lo que nos hizo llegar tarde al pase de las cinco y tener que esperar una horita para entrar al de las seis. Los niños encantados porque les llevamos a ver el barco de la entrada, el tres, el avión y a tomar un helado a una McDonalds con la típica zona infantil. Hasta nos costó sacarlos de allí para volver al museo.

Después de una larga espera amenizada por un circuito alucinante en el que pelotas de colores bajaban, subían, votaban, se deslizaban, ase columpiaban... Pasamos a una sala de cine pequeñita.

Allí nos proyectaron el capítulo donde la cerdita y su hermano tomaban su primer contacto con las estrellas. Cuando ya me temía lo peor (un maratón inaguantable de la serie en cuestión) se encendieron las luces y dio comienzo una obra ideal para los niños. Para empezar uno de los protagonistas le gastábamos una broma pesada y acababa con su culete estampado en el suelo unas cuantas veces para carcajada general del público infantil. De una forma muy divertida y amena la profesora científica, Lupita y Gonzalito les enseñaron a los niños los planetas del sistema solar.

De repente, pidieron diez voluntarios y todos los chiquillos bajaron en masa al escenario con toda la ilusión del mundo. Los actores no tuvieron corazón para volver a invitarles a que se sentaran, así que repartieron planteas, sol y luna entre diez y al resto los pusieron a mover las manos como estrellitas.

Me encantó el detalle. Así estaban todos los niños la mar de contentos por formar parte de la obra.

Cuando acabó, entraron unas chicas que eran las ayudantes de Peppa Pig y nos llevaron a otra zona en la que podíamos acceder a dos planetarios pequeños, una zona de juegos, otra de pintacaras, otra de colorear...

Nosotros empezamos por el planetario mayor en el que se veía el cielo sobre nosotros. Nos gustó mucho. Luego pasamos a la zona de juegos, en la que los niños jugaron a la rayuela, hicieron carrera de sacos, pasaron por le túnel...

Me costó bastante sacarlos de allí, pero los convencí porque les anuncié la llegada inminente de la famosa cerdita. Una enorme Peppa de peluche se mezcló entre los niños, mientras las monitoras pedían que se formara una ordenada fila para la típica foto.

Cómo siempre hubo lío, pero mis peques no se fueron de allí sin su anhelada foto. El más emocionado era Iván, evidentemente. A Daniel Peppa se la traía un poco al pairo, pero al final se contagió de la alegría popular y participó  de la algarabía como el más fan de todos.

En cuanto se acabó el posado nos metimos en el segundo planetario, en el que un chico explicaba la historia del universo con marionetas que brillaban en la oscuridad. Algo que tuvo mucho éxito entre los más pequeños del grupo.

Al salir pusimos a recorrer el museo sin perder ni un segundo. No nos quedaba mucho tiempo hasta que cerraran las puertas. Huesos de animales y dinosaurios, aparatos de medida e investigación, experimentos.. Todo les llamaba la atención.

Sobre todo el avión de guerra que habían colocado en el centro y en que se podía uno sentar a los mandos.

Justo en esas estábamos cuando anunciaron que el museo cerraría sus puertas en breve y a Daniel le dio un ataque de pánico pensando que se iba a quedar atrapado dentro. Nos tachó a todos de locos por no correr hacia las puertas de salida y se puso a berrear histérico. No me quedó más remedio que acercarle a una de las trabajadoras para que lo tranquilizara. Encima le aseguró que a la salida daban chocolatinas, así que lo dejó de lo más contento.

Cuando nos fuimos se lanzaron como locos a la enorme piedra redonda que se puede mover gracias al rozamiento con el agua. A todos los niños les encanta empujarla para que ruede sobre si misma. Y a los mayores también. En esas estábamos cuando, de repente, la apagaron y no hubo fuerza humana que la hiciera moverse ni un milímetro. Nos vino al pelo para explicarles la causa de que pudieran arrastrarla sin esfuerzo gracias al agua.

Después de tantas emociones nos fuimos a casa agotados.


4 comentarios:

  1. Que super mega cachi!!
    Pero es un museo de ciencia para niños no?? Lo de mezclar con Pepa Pigs parece una gran idea.
    Besos

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    1. Es para todo el mundo, pero sí que creo que está más orientado a los niños :D
      Cuando yo fui era ya una adolescente y me encantó jajaja

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  2. Que divertido no??? Es de esas cosas que me encantan, sabes si en Madrid hay algo parecido????

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    1. Antes estaba el CosmoCaixa, pero lo cerraron este verano por falta de fondos ¡Una pena! Investigaré a ver si encuentro otro cerca y vamos juntas :D

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