Un nuevo hogar para las plantas de judías

Las plantas de judías ya no podían sobrevivir por más tiempo en sus pequeños vasos algodoneros, así que me asesoré con la abuela de Raúl, que de plantas sabe mucho, y me fui a comprar lo necesario para darles un bonito nuevo hogar.

De la decoración de las macetas se encargaron los peques, como no podía ser de otro modo, les di pegatinas de círculos dorados y plateados y de cohetes, planetas y estrellas que se iluminan en la oscuridad para que desplegaran todo su arte. Se lo pasaron bomba diseñando sus recipientes. Más Daniel que Iván, que iba y volvía como las olas en el mar. La idea de poner a los peques a embellecer las macetas me la dio Sonia, de El Revolero de Rukkia, en un comentario. A mí no se me había ocurrido y me pareció genial, así que le hice caso.

El mayor incluso me pidió tizas para seguir decorando, pero a día de hoy de sus dibujos no quedan nada. Es un material demasiado efímero y que no debe usarse cerca de algo que va a contener agua en mayor o menor medida.

Cuando decidieron que ya estaban perfectas les invité a trasplantar las judías y la plantita no determinada. Daniel me acompañó encantado a la cocina, pero Iván ya estaba cansado de tanto trabajo manual y nos abandonó. Prefirió recortar a plantar. Ya para la edad que tiene creo que recorta fenomenal. Las figuras de Plantas contra Zombies del papel que eligió para darle tijeretazos quedaron geniales.

Una pena, porque fue divertidísimo trastear con la tierra. El mayor disfrutó de todo el proceso a tope. Cuando las judías estuvieron convenientemente acomodadas en sus nuevos hogares les buscamos el lugar más soleado de toda la casa y allí las dejamos.

La historia es que crecen demasiado rápido. Me temo que pronto vamos a tener que buscarles otra maceta más grande...