Taller navideño alucinante con EducaChild

Me siento al ordenador y ¡Sorpresa! He ganado dos plazas para un taller navideño de EducaChild gracias a un sorteo de Gololo y Toin. Y sonaba de miedo: repostería con fondant, juegos, bailes... Estos dos peques se lo iban a pasar de miedo.

Cuando les hablé del planazo del sábado lo acogieron entusiasmados. No les dije que era en inglés, porque eso a ellos les suena a cole, estudiar y rollo. Les conté sólo lo que sabía que les iba a sonar bien. En realidad, no creo que omitir esa pequeña información fuera engañar. ¿No? Bueno, vaaale, un poquito sí.

El caso es que al final no importó el idioma, porque se colaron en el aula del taller en cuanto abrieron la puerta sin despedirse de sus papis ni mirar atrás. Mientras ellos se lo pasaban bomba, nosotros hablábamos con Esmeralda, la directora del centro de Valdebernardo, que nos contó que allí lo más importante es que los chiquillos se divirtieran y aprendieran un idioma usándolo. No hincando codos, como en el sistema tradicional. Su método de enseñanza es natural, espontáneo e interactivo. Y según me contó al finalizar la clase mis hijos fueron de lo más interactivos.

Tras la amena charla con Esperanza, nos fuimos a tomar algo a una cafetería con Vanessa, bloguera de Gololo y Toin, y su familia y a disfrutar de una conversación de adultos sin interrupciones. Que no queda la menor duda de que nuestro tema principal de conversación fueron los... ¡niños! No tenemos remedio jajaja

Se nos pasó el tiempo volando y pronto vimos que la hora y media que duraba el taller casi llegaba a su fin. Fuimos a recoger a nuestros chicos con muchas ganas de que nos contaran que habían hecho en el centro. Los míos salieron pegando botes y enseñándonos sus donuts caracterizados de muñecos de nieve. El de Daniel ya venía con un mordisquito de serie. "Es que no me pude aguantar. mamiiiiii". Luego me confirmaron que los míos estaban dentro del grupo que se encargó de hacer mesa limpia con los ingredientes. Ambas fierecillas no pararon de berrear hasta que les abrimos sus bolsitas y engulleron sus golosinas tan felices.

Ya en el coche nos estuvieron contando que bailaron imitando lo que hacían unos dibujos animados en una pantalla, que les pintaron la cara (a Daniel no, porque no le hacía mucha gracia), que jugaron mucho y que lo mejor fue cuando se pusieron a adornar el donut. Ya me lo imaginaba porque ellos siempre tiran a llenar el estómago.

No mencionaron el hecho de que el taller había sido en inglés. Se ve que se lo tomaron como un juego más desde el principio y que no tuvieron problemas importantes para entender las instrucciones. ¡O eso espero! El caso es que salieron encantados y ya me preguntan cuándo es el siguiente. ¡Estos chicos nunca tienen suficiente!

Poco después de publicar este post, Esmeralda me mandó un montón de fotos del taller. ¡La cara de los niños lo dice todo!

Por cierto, nos regalaron un par de gorras muy chulas que nos van a venir de miedo este verano.