Stop piojos sin dañar la salud de la piel

Madresfera y Arkopharma nos invitaron a una interesantísima charla para desmontar mitos sobre la lacra de los piojos y enseñarnos un novedoso producto que tiene en cuenta la longitud del pelo a la hora de aplicarlo y, lo más importante, no es tóxico y respeta la salud de nuestro cuero cabelludo. Todo ello en la preciosa tienda que organiza talleres infantiles La Bolsa Mágica.

El novedoso producto se llama Stop Piojos y lleva una sustancia llamada Dimeticona que no los envenena, sino que los asfixia. Es una especia de gelatina que los envuelve y les impide respirar. A los quince minutos de haberlo aplicado en el pelo seco ya ha acabado con todos los habitantes indeseables de nuestro pelo. Pero ¡Ojo! Hay que aplicarlo en cada milímetro del pelo para no dejarnos alguna liendre escondida que nos haga la pascua pasados unos días. Lo ideal es hacer un segundo tratamiento a la semana del primero para asegurarnos de que la infección ha sido totalmente erradicada. Así de radical. Que me dan mucho asco.

Como no es tóxico no tenemos que preocuparnos de si es peor el remedio que la enfermedad y les estaremos quemándoles el pelo o causando un mal a la piel de nuestros infantes, ni de si cae al agua del baño al aclarar. No pasa nada porque ni irrita, ni escuece.

Para el pelo corto tienen un bote que nos ayuda a distribuir el gel por todos lados sin que gotee y para los largos, cuentan con un bote con spray para aplicar la loción, más líquida para que se extienda mejor.

Si tu hijo se pica la cabeza insistentemente y ves algo que se mueve no entres en pánico. Es un bichillo, asqueroso, eso sí, pero bichillo al fin y al cabo. No hace falta que os pongáis en cuarentena. Si pierdes el control sólo consigues transmitirle tu miedo al niño. Lo ideal es revisar concienzudamente la cabeza de los chiquillos en cuanto recibamos la temida nota del cole "Se ha detectado un brote de pediculosis blablablababla..." para buscar liendres. Los piojos buscan lugares calentitos y húmedos para dejar sus huevos, así que no te olvides de mirar detrás de las orejas.

En realidad, el niño no tiene que dejar de ir al colegio si tiene piojos. Si no acerca su cabeza a la de otros niños no hay peligro de contagio y está en plenas facultades para seguir el ritmo de la clase, pero para muchos centros es más fácil la cuarentena que confiar en que el niño tenga cuidado con su pelo.

Los piojos no son exquisitos. Igual les da caer en pelo limpio, que sucio, que largo que corto. Ellos con tener dónde agarrarse y picar a gusto ya son felices. Tampoco son capaces de volar ni de dar saltos increíbles como se les ha atribuido. El tema de llevar el pelo largo recogido es para evitar que se pasen a otras cabezas.

Ellos pasan de un pelo a otro tranquilamente cuando juntamos las cabezas a la hora de jugar, intercambiar cromos, ver como juega el otro a la tablet, etc, etc... Lo que sí que no soportan es cambiar de especie. Los piojos perrunos o gatunos nunca podrán sobrevivir en nuestras cabezas, ni viceversa.

No son bichos estacionales. Les da igual que haga frío o calor, ellos estarán esperando su oportunidad para picotear sin piedad tu cuero cabelludo, o el que se cruce en su camino, en cualquier época del año. Ni son racistas ni discriminan a sus víctimas por sexo o edad. Se puede tener ochenta años y la fiesta del piojo sobre nuestras cabezas.

Con el picor que produce la picadura de estos bichos pasa lo mismo que con el de los mosquitos. No hay gente a la que no le pique los mosquitos, es que según tu tipo de piel la reacción es mayor o menos.

Y ya para finalizar, el mejor modo de limpiar la ropa del niño y de cama es guardarla en una bolsa cuarenta y ocho horas y después proceder a meterla en la lavadora con toda normalidad, así que vuelve a dejar la lejía extrafuerte y el alcohol puro en el armario que no los vas a necesitar.

Mientras la mamis y papis blogueros tomábamos nota como locos los peques jugaban y se lo pasaban bomba en el taller de la Bolsa Mágica, un lugar encantador que alberga hasta un fantástico árbol cuelga chupetes.

Iván no me quiso decir de qué era el taller, pero se lo debió pasar bomba porque venía lleno de pintura y manipular témperas y similares le encanta. Además, se puso hasta arriba de dulces, galletas y chocolates con la rica merienda que nos habían preparado. No perdía oportunidad  y siempre que miraba para él lo veía masticando. Antes de irnos cogimos una par de chocolates para Daniel que ese día tenía la clase de piscina dedicada a juego libre y no se la quería perder. Estuvo dos días pensando seriamente si venir conmigo o quedarse con su padre y jugar en la piscina. Le costó mucho decidirse porque le encantan los eventos blogueros, pero al final ganó lo conocido. Como yo no sabía de qué trataba el taller del evento se la jugaba a que le gustara menos que la extraescolar.