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viernes, 3 de junio de 2016

Las leyendas de Cipango

Conocía a Ruth, por casualidad, a través de un tuit de madresfera y me encantaron sus dibujos simpáticos y dinámicos estilo manga. Me parece una profesional increíble y una gran artista.

Un día que estaba yo tuiteando tranquilamente me encontré con un aviso suyo a los papis frikis de la blogoesfera (me incluyó a mí, que ilusión). Se preparaba un sorteo muy especial y yo ya con los dientes largos. Nos puso una foto sesgada para picarnos y ¡vaya si lo consiguió! Pero no lograba averiguar que cómic era. Y eso que yo he sido una gran cliente de Norma Editorial. La de cómics que tendré por casa de esa editorial. Y por fin desveló el secreto. Sorteaba un ejemplar de su libro Leyendas de Cipango. Desde que lo vi me enamoré del ejemplar. ¡¡Y ganéeee!! No me lo podía creer. ¡¡Qué suerte!!


Cómo se lo curró Ruth. Nos llegó el libro que es una obra de arte. En cuanto lo saqué del precioso empaquetado mi hijo mayor me lo quitó de las manos. "¿Qué es, qué es?" me preguntó mirando ávido los dibujos. Estoy segura de que pensó "para mí, para mí". Peor le eché un jarro de agua fría. "Es un libro que me han mandado a mí, pero si quieres te lo leo". Justo en ese momento llegó a la página de la dedicatoria. "Aquí pone Daniel. Es mío, es mío" y salió corriendo con él. "Que noooooo". Pero no hubo manera de arrancárselo de las manos. Lo ojeaba curioso sin orden ni concierto preguntando quien era éste o ese. "¡Basta Daniel! Dámelo y te leo un par de historias" le propuse, aunque sólo fuera para poder mirármelo yo un poquito.

Pasé la primera página y encontramos una ilustración dedicatoria increíble. "Uauuuuuu", exclamó Daniel, "¿Quienes son esos?", "Pues supongo que tú e Iván", le contesté. Entonces hubo una lucha titánica entre hermanos porque los dos querían ser el mismo, que acabó con una amenaza mía de acabar en ese mismo instante la lectura porque se nos hacía tarde. Mano de santo. Muy callados, escucharon la leyenda japonesa de la diosa del día y de los dioses de la noche y del mar. Entonces, Daniel volvió a arrancarme el libro de las manos (esto empieza a convertirse en costumbre) porque quería que le leyera el texto de un dibujo que le había llamado mucho la atención sobre un vampiro que mandaba a su cabeza a chuparle la sangre a las víctimas mientras el cuerpo se quedaba sentado tranquilamente. ¡Le encantó!. "Otro, otro", me decía, "El del niño tortuga", pero tuve que cortar la sesión cuenta cuentos porque se nos hacía tardísimo.

Cuando volví de llevarles el cole quise leer un poquito del libro tranquila, pero Daniel me lo había escondido. Se había pegado todo el camino pidiéndome que se lo regalara. Y como sólo sacó de mí un lo comparto, se metió en clase tras la frase lapidaria: "Que no, mamá, que es mío y sólo mío". Y resulta que ya se lo había guardado.

Menos mal que, encontré rápido.  El libro versa sobre las leyendas y mitos que japoneses que se contaban de padres a hijos en el antiguo Cipango, el Japón de la Edad Media a través de prosa, poesía, caligrafía japones y flipantes dibujos de Ruth. Las leyendas se dividen en tres apartados: Dioses, monstruos y fantasmas e historias antiguas. Huelga decir que la preferida de mis churumbeles es la de monstruos y fantasmas. Ainsss.

A mí me gusta todo de principio a fin. Por ahora, sigue guardado en el cajón de Daniel, pero en cuanto se despiste se va para mi biblioteca.


6 comentarios:

  1. Que buena pinta que tieneee!!! no hagas primitivas que a ti te toca todo jajajaja Enhorabuena!!

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    1. Menos la primitiva, lotería, euromillon... De eso ni el reintegro nunca, así que dejé de jugar.
      La verdad es que estoy teniendo una suerte en los sorteos que no me la creo!!! Este libro es una pasada <3

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  2. Qué joya de libro... Se nota que es una preciosidad. Yo también andaría peleando por su posesión. Jajajaja. Besotes!!!

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  3. Que pasada de libro, es chulisimo!!

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