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jueves, 15 de junio de 2017

Los campamentos en el salón siempre triunfan

Estaba yo tranquilamente trabajando cuando se me acercó el mayor con ojitos de bambi. "Oh, oh", pensé yo, "algo quiere". Y efectivamente. Quería montar un campamento en el salón. "Como el del año pasado. ¿Te acuerdas mami?". ¡Claro que me acordaba! La idea la había leído en el Blog de Bombones y me había encantado.

No me pareció mal, pero le plan tenía algunos contras. El primero es que no vivimos en un palacio. Una pena, pero es así y el espacio se cotiza caro. Para hacer la cabaña tenemos que usar la mesa del comedor y cenar delante de la tele los cuatro llega a ser bastante incómodo y hasta peligroso. Siempre acabará algo en el suelo (normalmente grasiento o pringoso). Así que le propuse a mi primogénito posponer el campamento para cuando papi se nos fuera de viaje de trabajo.

Pensando en que yo les iba a dar mucha más libertad creativa que el progenitor, mucho más realista que to, donde va a parar, a Daniel le pareció una estupenda idea.

Así que el día D se despidieron con penita de su papá, pero una vez volvieron del cole entraron a casa con un grito de guerra: "A montar el campamentoooooo".

Lo primero que hicimos fue poner el estudio patas arriba para buscar los materiales. Encontramos con qué hacer el fuego, también los peces de cartulina que hicimos hace mucho tiempo y que nos iban a venir de perlas para el río. Arreglamos las cañas de pescar que los acompañaban y añadimos unos globos con clips pegados para tener muchos más peces sin perder más de cinco minutos en manualidades que impedían el juego inmediato (que era justo lo que ellos querían).

Montamos el lago con bolsas de basura azules y con piezas de madera del tren de Ikea para que no se nos escaparan los peces globo y los dejé pescando mientras montaba la cabaña con unas mantas y la mesita de juegos de Iván.

Les facilité El Gran Libro de las Bestias para que consultaran aquellos animales que encontraran en sus exploraciones (básicamente la gran familia de peluches que campan a sus anchas por la casa). También les dejé a mano la bola del mundo y el juego de cartas de la Boolino Book Box por si lo querían durante su estancia y por crear más ambiente.

Los peques estaban entusiasmados. Metieron los peces pescados en un balde y me pidieron alguna manera de poder asarlos al fuego. Ni corta ni perezosa extendí un cordón de las anillas de un libro de la estantería hasta la pata de la mesa de juegos de iván que hacía las veces de puerta para la caseta. Debajo colocamos el fuego y colgados en el cordón los peces.

Cómo se habían quedado con ganas de más tras el juego de la pesca, les escondí unos pompones como si fueran gamusinos. Tenían que buscarlos y cazarlos. No contaba con que iban a meterlos luego al fuego para cocinarlos y comerlos. "Son carne", me explicó tranquilamente el pequeño. ¡Pobres gamusinos!

Y por la noche, como ya me lo estaba temiendo expresaron su  deseo de dormir en su campamento. Les hice una camita con cojines (tengo dos enormes), almohadas, un edredón nórdico sobre el que se tumbaban y minimizaba el hecho de que los cojines se movían y acababan en el suelo una sabanita muy fina. Les enchufé un ventilador para que no se me asfixiaran, les proveí de agua y les dejé una lamparita que se enciende con el movimiento.

Más felices que unas perdices les dejé en su refugio y me fui a trabajar. ¡Más de una hora se pegaron allí! Cotorreando presumo. Ya casi llegué a pensar que se quedarían dormidos y que me tocaría partirme la espalda para llevarlos a sus camas. Pero no. Finalmente (juraría que casi a las dos horas) aparecieron por el estudio. Daniel me dijo que de repente tenía mucho calor y que se quería ir a la cama. Iván venía detrás diciendo que él hacía lo que dijera su hermano.

Encantada de la vida les metí en sus respectivas camitas y a los dos segundos ya roncaban como angelitos.

Al día siguiente también quisieron tumbarse en su cabañita, pero se que tiene muy mala ventilación y los pobres se asaban a pesar del ventilador. Así que en poco más de media hora los tenía en mi puerta para que les diera el besito de buenas noches.

14 comentarios:

  1. ¡¡¡Q poder de convicció ntiene el calor!!! jajajaja
    Si hubieras querido razonar con ellos q se iban a asar, seguro que hubieran jurado y perjurado q no tenían calor ;-)

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    1. Pues tienes toda la razón jajaja
      Son el espíritu de la contradicción ainsss

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  2. A nosotros nos encanta hacer cabañas en casa,pero lo de dormir no se me había ocurrido, tendré que pensarlo.

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    1. No sabes el microclima que se acaba creando en esas cabañas. Nosotros nunca hemos conseguido dormir una noche entera jajaja ya contarás

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  3. Las cabañas en el salón es que molan mil, aquí Jirafita me monta un campamento cada dos por tres y Jirafín la sigue ;-)

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    1. Ya me lo imaginaba. Le pega muchísimo crearse sus propios mundos con los materiales que pille jajaja
      Su hermanito la adorará :D

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  4. Me encantan tus peques!! Qué gran imaginación tienen!!

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  5. A mí eso me hubiese encantado. Y oye, si encima sirve para que se vayan a la cama sin rechistar, eso que ganas. Es que los campamentos son muy cansados. Jajajaja. Besotes!!!

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    1. Agotadores jajaja
      Yo de pequeña montaba cabañas con mis hermanos, pero teníamos que desmontarlas a la hora de la cena. La verdad es que es un juego que recuerdo con mucho cariño :D

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  6. ¡Qué genial y divertida idea! Recuerdo que yo jugaba de pequeña debajo de la mesa diciendo que era mi casita ^_^

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    1. Mis hermanos y yo también!! Era nuestra casa, nuestro castillo, nuestro campamento... Lo que se tercie jajaja

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  7. Me parece una idea fantástica, hay que ver que artes comunicativas tiene y el poder de convicción para llevarlo a cabo, jejeje.
    Me alegro que se lo pasen genial así.
    Un abrazo!

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    1. Uy no para hasta que te convence aunque sea por dejar de escucharlo jajaja
      Los juegos de rol e imaginación a tope son sus preferidos :D

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