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viernes, 12 de octubre de 2018

La Feria del barrio

Y de nuevo tenemos montada la feria en el barrio. Lo cierto es que es muy difícil de ignorar porque montan un buen pifostio con las atracciones gigantes y la música a todo volumen en un lugar muy céntrico.

Si por una casual logras que tus hijos no se enteren de tan genial acontecimiento porque has cuidado con todo detalle las rutas a seguir y les has puesto tapones en los oídos las 24 horas, seguro que algún amigo del cole se lo chiva, así que estás vendida, amiga mía. Te pondrán ojitos de bambi o de gato de Schrek, lo que prefieras. El caso es que no podrás negarte ante tantas toneladas de ilusión y expectativas.

No me iba a librar, así que lo primero que hice fue imponer mis reglas que ahora mismo paso a enumerar:

- Primero: Yo decido cuando (uno de los días de las ofertas, que ahora llaman día del niño).
- Segundo: Yo decido cuantas (cuatro más la noria si se portaban bien).
- Tercero: al primer problema arreando a casa.

Evidentemente, aceptaron todas mis condiciones si molestarse en escucharlas, Para qué. Aquí lo importante es que te lleven. Una vez allí es raro que  no te salgas con la tuya. ¡Son demonios!

En fin, que me los llevé justo el día que Iván cumplía años (de verdad), que coincidió además con las ofertas (¡que suerte! Me salió redondo). Fuimos tempranos para no comernos las colas de la hora multitudinaria y creo que lo hicimos bien porque casi no tuvimos que esperar en las atracciones. Sólo en algunas de las que tenía que acabar un turno para comenzar otro. A los peques se les salían los ojos, como siempre. Lo cierto es que cada año se montan en casi las mismas atracciones así que ya sé para donde tirar.

Lo primero a lo que montaron fue a las camas elásticas esas que te atan y parece que vuelan. Les flipa. Después al castillo hinchable con el super Mario desdentado que abre y cierra la boca. El que inventó eso se ganó el corazón de todos los niños. En esa boca hay verdaderas batallas infantiles.

También repitieron con la casa de la risa, no puede faltar. Afortunadamente, hace ya un par de años que no hace falta que les acompañe en su circuito de los tortazos. Ahora la feria es un pelín menos infernal.

Otro de los imprescindibles son, lo que yo llamo, ruedas de hamster, porque se parecen muchísimo. Se mete a la chiquillería en un rulo hinchable y hueco para que lo hagan rodar desde dentro sobre unos centímetros de agua. Se matan, pero ellos felices.

A esas alturas mis hijos sudaban a chorros, así que tuve que quitarles mala idea de tirarse de cabeza a la piscinita. Ellos no ven el peligro, menos mal que estamos las madres para salvarles de si mismos. Y aguarles la fiesta también, como no.

Luego me convencieron para entrar en el simulador. Yo no quería porque me daba miedo que nos tocara otra vez la misma peli (la habíamos visto ya dos veces), pero el taquillero, que era supermajísimo, nos tranquilizó al respecto. "Noooo, nada de montañas rusas. Esta va de un Pin ball" "Aaaaah, vale, vale, entonces sí". Diossss, como me arrepentí. Aquello se movía más  que una coctelera. Ahora sé lo que deben sentir esas pobres bolas de paintball. Salí besando el suelo, pero me esperaba algo mucho peor.

¡El canguro! un instrumento de tortura al que llaman atracción al que me arrastró mi hijo mayor. Como no podía dejar al otro en tierra nos subimos los tres dejando la mochila y una bolsa que llevaba al cargo de una señora amabilísima. No la conocía de nada, pero la vi acomodando a tres niños amorosamente y ya me dio toda la confianza del mundo.

Huelga decir que lo pasé fatal. Tuve los ojos cerrados casi todo el rato para despiporre de mis churumbeles que no paraban de gritar "¡Canguro malo! ¡Canguro maloooooo!" Y nosotros dando más vueltas que una peonza y para arriba y para abajo a toda velocidad.

Al ver en el estado en el que salí de allí, los peques, que cuando quieren tienen un corazón de oro, me perdonaron la Noria (Yujuuuuu), a cambio de un algodón de azúcar que era casi más grande que ellos (Pensábais que iba a ser gratis).´

Allí dimos por terminada nuestra excursión a la feria porque ya empezaba a llenarse de gente hasta los topes (Y porque a mí me temblaban las piernas).

No contéis, no contéis que ya sé que fueron más de cuatro atracciones, pero es que me estuvieron comiendo la oreja con que la feria sólo era una vez al año y que si patatín, patatán... Total que por no oirles estiré la mano. Y porque soy una blanda, oigan. ¡Que le vamos a hacer!

El caso es que se lo pasaron pipa y que salieron de allí con sendas sonrisas de oreja a oreja y barbas y bigotes de algodón de azúcar.


4 comentarios:

  1. No tenias escapatoria Dacil! Jajaja miedo me da que por mi ciudad es al mes que viene. !!

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    1. Uuuuy, mucha suerte!! Aquí montaron la de dios con un ruido infernal...
      Ánimo!!!

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  2. A mí me has hecho sudar pensando en la que me espera. Este año pasamos por las atracciones por dar un paseo y el nene miraba todo y ya. Ya veremos en años venideros...
    Besos

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    1. Jajajaja ánimo. A lo mejor la vais sorteando o a vuestro peque no le gustan las multitudes ruidosas. Cruzo los dedos por ti!!!

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