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miércoles, 26 de diciembre de 2018

Asterix, el secreto de la poción mágica

Aquí donde me leéis, soy una gran fan de la saga Asterix, el galo. No sé ni cuantas horas he invertido en leer y releer todos los tomos de Uderzo y Goscinny. Los cierto es que, cuando falleció éste último, perdí un poco el interés en los cómics nuevos, pero las películas siguen llamando mi atención. Puede que se deba un poco al  entusiasmo con el que les hablo a mis hijos de las que he visto. Nos vamos pegando  la emoción por verlas unos a otros. La última producción, Asterix, el secreto de la poción mágica, hacía que aparecieran estrellitas en nuestros ojos. ¡Que ganas teníamos de verla! El tráiler les flipó a mis hijos… bueno, y a mí.

Que pena me dio cuando llega el gran día y Daniel se levanta con fiebre. Aún así se empeñó en ir casi arrastrándose hasta la puerta, pero los papis se pusieron duros y se quedó en casa rabiando. Raúl se quedó cuidándolo y me fui yo con el pequeño que iba loco de contento por ir al cine y tener a su mamá para él sólo.

Yo eché mucho de menos a la parte que faltaba del grupo, pero Iván me parece que no tanto. Eligió los asientos que más le gustaron (en la última fila) y se acomodó con una gran sonrisa tan a gustito.

Disfrutó de la película cada minuto. En las escenas más emocionantes se giraba hacia a mí y exclamaba entusiasmado su opinión. Sobre todo en los momentos de grandes tortazos, que fueron muchos. Ya sabéis cómo se las gastan estos galos.

Encima, en esta entrega, en la que Panoramix se rompe el tobillo haciendo acrobacias en los árboles y se empeña en buscarse un sustituto para darle la receta de la opción mágica por si las moscas le ocurriera algo, los jabalís chupan mucha cámara para alegría del peque. Salió enamorado del jabalí bebé, como lo llama él. Ganó hasta al adorable Idefix, y mira que es difícil.

Durante el final casi no podía permanecer sentado en la butaca de lo nerviosito que se puso. “Ualaaaaaaa”, “Miraaaaaaa mamá”, “Ostras, ostras, ostras”, gritaba con los ojos brillantes mientras yo le chistaba como una loca. En ese momento me alegré mucho de que hubiera elegido asientos de la última fila.

En resumen, que disfrutamos muchísimo de principio a fin riéndonos con los mismos chistes de siempre (los romanos volando por los aires, los piratas hundiéndose irremediablemente, Obélix insistiendo en beber poción mágica...), con nuevos chascarrillos, conociendo a un malvado malvadísimo con muy malos humos y viajando con Panoramix, la famosa pareja de galos,  Idefix y... bueno, casi toda la aldea, que eso de buscar un sucesor para el druida del poblado es una cosa muy seria.

Cuando volvimos a casa, le pedí al pequeño que no le contara a Daniel lo bien que lo habíamos pasado, pero aún así nos lo encontramos verde de envidia, y ya sin fiebre, afortunadamente. Le hemos tenido que prometer que pronto le llevaremos a verla.


A partir del 11 de enero podéis encontrarla en los cines.

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