Páginas

miércoles, 17 de abril de 2019

Límites y modelos a imitar

Lo de la educación de los hijos tiene miga. Es verdad que tenemos que ser sus modelos a imitar y dar ejemplo, pero, en mi opinión, también deben de comprender que los límites y reglas de los adultos son diferentes. ¿Esto es injusto? ¿Tiene que haber igualdad? Definitivamente no. Me explico. Yo ya fui niña, me pusieron los límites necesarios a cada edad, me educaron y me convertí en una adulta con unos determinados valores y un criterio propio (o eso pienso).

Ahora tomo mis propias decisiones y puedo romper las reglas de vez en cuando porque sé dónde está el límite. Por ejemplo: No se bebe alcohol (pero si me tomo una cerveza (o dos) un día, no me pasa nada), Hay que recoger la habitación todos los días (Si un día no la recojo, no pasa nada porque el resto de las veces lo hago sin que me persiga nadie), no hay que abusar del chocolate (esto lo hago en secreto en los días malos y no me siento ni un poco culpable), etc.

La lucha diaria para que entiendan por qué ellos tienen que obedecerme es titánica. No se dan cuenta de que yo también tengo que obedecer directrices todo el días: las sociales, las del trabajo, las de la convivencia... pero de una forma diferente y autónoma porque yo ya estoy educada. Según ellos vivo en Jauja. ¡Que graciosos!

Y otro tema es el de intentar rozar la perfección para darles buen ejemplo. No estoy muy de acuerdo. La perfección nos frustra a todos. Te podrás acercar, pero nunca la alcanzarás, porque es algo muy subjetivo. Yo más bien pienso que tienen que aprender que son seres humanos con sus defectos (que hay que intentar corregir o suavizar), sus virtudes (que hay que conocer y potenciar) y una tendencia a cometer errores superlativa. Porque, ¡vamos a ver!, que nadie nace aprendido. Y si no lo intentas mil veces, no te va salir nunca. Así anda el mayor, con ese problema de mejor no lo intento si no tengo claro que voy a triunfar. No está costando quitárselo, pero vamos paso a paso para que pierda el miedo a perder (los juegos de mesa vienen de miedo para ayudarle en este tema, y la paciencia porque, ¡madre mía que mal perder!).

A lo que voy. Más que una madre amable, que nunca dice una palabra más alta que otra, que siempre se para a reflexionar antes de hablar, cuyo tono cariñoso jamás decae y, por supuesto, nunca nunca nunca cae en amenazas vanas y vacías de sentido con tono de troll encolerizado... prefiero ser una mamá humana, que llora, se enfada, se emociona o decepciona, se frustra, pide perdón cuando cree que se ha equivocado, se cae y se levanta silbando disimuladamente, que a veces mira hacia a otro lado si está agotada, que ve los grises y actúa en consecuencia como mejor cree, que se equivoca y se empeña en tener la razón más allá de lo razonable... En fin, una mamá defectuosa que adora a sus hijos y no se cansa de decirlo, que quiere que sepan que no siempre tienen la razón (ni yo, pero lo que yo si tengo y ellos no, a día de hoy, es autoridad como madre) y que no pasa nada por ello. Es más, se puede cambiar de opinión y no se acaba el mundo, te puedes equivocar, intentar arreglarlo y empeorar las cosas, se puede llorar por tonterías y se puede gritar para aliviar la tensión. Que no hay nada absolutamente nada malo, ni absolutamente bueno. Y que cuando hablas con la verdad en la mano, lo más seguro es que estés equivocado porque se te están olvidando toda las escala de grises, los atenuantes, los agravantes, el contexto, los otros puntos de vista...

También me gusta que sepan que hagan lo que hagan les voy a querer siempre, pero que eso no significa que no vayan a haber terribles consecuencias por sus actos. Aunque les amenace con tirarlos por la ventana con la cara distorsionada por la ira, les sigo queriendo. ¡Es que no tiene nada que ver!

Si a veces piensan que me he pasado y que me he puesto como una hidra por una tontería es porque se les ha olvidado el resto de gotas de agua que han ido cayendo en el vaso: plic, plic, plic...

Ellos también pueden perder los estribos, porque es normal. Sabemos también que todos tenemos que esforzarnos en no estallar a la primera, o que los estallidos sean menos agresivos, etc. Hay muchas maneras: yoga, mindfullnes, un buen libro, un abrazo en el momento más inesperado... Pero una persona irascible (o sea yo, por ejemplo), nunca dejará de serlo porque no puede evitarlo, igual que una persona celosa, o envidiosa, o extremadamente entusiasta, o despistada, o demasiado habladora... Podemos aprender a controlarnos mejor, pero no a dejar de ser como somos. ¡Aaaaay, si fuera tan fácil! Entonces todos seríamos perfectamente aburridos y predecibles. Eso sí, paz habría. Si me preguntarais qué es mejor, emociones y sentimientos inevitables y poco controlables con roces y peleas o personas perfectas y casi robotizadas, pero vivir sin conflictos... mmmm... pues no sé, depende del día.

6 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo.
    Me encanta el post porque has escrito palabra por palabra lo que pienso. 👏👏

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias! Es que es muy cansado intentar ser perfectos ;)

      Eliminar
  2. Estoy completamente de acuerdo con tu entrada.

    Me ha parecido muy muy buena y sincera.
    Un beso.
    Que pases una muy buena semana santa!
    Muaa

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias!! Ya estamos de vuelta, pero vuelto sin pilas jajajaja
      Estos me han agotado...
      Espero que hayas disfrutado mucho de la tuya :)

      Eliminar

Me encanta saber lo que piensas.