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sábado, 15 de junio de 2019

Las pistas de Iván

Caminábamos hacia casa desde el colegio con mis dos niños parlanchines hablándome cada uno por una oreja y contándome un montón de cosas interesantes cuando hubo algo del pequeño que hizo que Daniel guardara silencio y le prestara atención (milagro, milagro).

"Y puse la nota en una esquina de la clase para que alguien la encontrara... Ponía Mira en la papelera y encontrarás algo. Pero uno de mis compañeros miró directamente en la papelera y encontró la otra nota directamente...", el mayor y yo nos miramos alucinados.

"¿Hiciste un juego de pistas en tu clase por que sí?", le preguntó Daniel.

"Sí, sí. Es lo que os estoy diciendo, pero encontró primero la segunda nota", nos aclaró a su rollo.

"¿Y que ponía la segunda nota?" me interesé.

"Aunque sea de día es de noche", nos contestó muy críptico.

"¡Ostras! Y eso qué significa", quiso saber el primogénito muy intrigado.

"Es una adivinanza. A ver si la adivináis", el hermano y yo nos devanamos los sesos inutilmente. ¡No teníamos ni idea.

"¿El espacio?", "¿El crepúsculo?", "¿La luna?"... No, no y no.

"¡Es la sombra! El niño tampoco la adivinó, se la tuve que decir. Y luego en qué sombra había que buscar, pero ya le dije yo que en la de los árboles.

"Aaaah, menos mal que le distes una pista", le dije, porque la verdad esque yo tampoco hubiera caído. ¡Anda que no hay sombras!

"Una no, muchísimas. Me faltó decirle: Está ahíiiii, ahíiii", señalaba con su dedito muerto de la risa.

"¿Y qué encontró en la sombra?", preguntó su hermano.

"Pues otra nota que decía Yo soy la vida", ¡Jolín! Que profundo.

"¿Y eso que significa?", volvió a preguntar su hermano.

"Es otra adivinanza. No os enteráis de nada", nos soltó tan pancho.

"¿El sol?", aventuré yo.

"No"

"¿Las plantas?"

"Síiiiii. La nota estaba en un árbol. ¿Sabes por qué es la vida?", me preguntó directamente.

"¿Porque tiene semillas que hacen que crezcan más árboles?"

"No"

"¿Porque produce oxígeno?"

"Síiiiii", exclamó entusiasmado.

"¿Y qué había en el árbol?", indagó Daniel.

"Pues otra nota"

"¿Y que decía?", quise saber yo.

"¡Has ganado!"

"¿Y ya está?", inquirió su hermano, "¿No había ningún premio?"

"No, ya está", aseguró Iván.

"¿Y a tu compañero le gustó?", le pregunté yo.

"Muchísimo", aseguró encantado.

"Pues eso es lo importante", zanjé con una sonrisa...

"Hombre... si hay un premio... un regalito... algo... mejor. ¿No?", insistió Daniel.

"¡Que no! Que ya con jugar es suficiente. Tú es que estás muy mal acostumbrado", le acusé señalándolo con el dedo.

"Primero, señalar es de mala educación", me retó, "Y segundo, que lo del juego mola, pero con regalo mola más", concluyó.

Iván daba saltos delante nuestro. Hacía ya rato que se había descolgado de la conversación. Cuando ya dice lo que tiene que decir se pira a jugar. Estos niños descarados, ombliguistas y materialistas...

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