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martes, 20 de agosto de 2019

Tierra de Goblins en las TdN: Invasión Pirata

Teníamos muy claro que queríamos formar parte de la Gymkhana Goblin que se organiza en las TdN, porque el año pasado fuimos a la primera que hicieron y lo pasamos genial. La otra vez la aventura iba de magos y esta de piratas. Pintaba muy bien.

Aunque en esta ocasión tenía muy claro que lo más importante y primordial era separar a las fieras en grupos diferentes. En cuanto la directora del juego mandó formar los grupos yo empujé a cada uno hacia una lado como quien no quiere la cosa. Y oye, ¡funcionó! La pena fue no poder desdoblarme para acompañar a ambos en la aventura. Menos mal que Daniel cayó en un grupo en el que había una familia super maja que sabía que estarían pendientes de él.

Yo me fui con Iván por la evidente razón de que es el más pequeño. Caímos en un grupo muy majo también, con los mejores espadachín, artificiero, navegante, cocinero y polizón.

La única que no tenía papel asignado, porque pensaba ir de oyente y fotógrafa era yo, pero a la primera misión me vine arriba y acabé de capitana improvisada e inmersa en un emocionante duelo con el capitán pirata. Teníamos que dar tres pasos, darnos la vuelta y disparar. Confieso que yo al segundo paso me giré y le acerté de lleno en cuanto se dio la vuelta (espero que no esté leyendo esto jajaja). Tengo muy mala puntería y había que asegurar en pro de la gloria del grupo. Ya sabéis. Se hace lo que se tenga que hacer ejem.

El resto de la tripulación se tuvo que bajar del barco (hecho de cartón, supercurrada la actividad) para demostrar su puntería con pistolas Nerf.

Al final tuvimos que salir zumbando porque vino el Goblin a dispararnos con su pistola de agua. Menos mal que habíamos conseguido la brújula... ehhh, la brújula, esto... ¿Dónde narices estaba la brújula? Manos que el capitán pirata era un hombre honrado y vino corriendo a darnosla porque se nos había quedado olvidada con las pistolas Nerf.

La siguiente prueba era muy peligrosa porque teníamos que ir al lago de las sirenas y todo el mundo sabe que como te descuides te arriesgas a un chapuzón improvisado.

Dos beldades, medio mujer, medio pez, nos esperaban con una llave mágica. Pero la cosa no fue fácil. Nuestra navegante, en un acto de valor, se deshizo de su ropa y se tiró al lago a intentar arrebatarles las llaves a las torpes sirenas, a las que se les caía todo el rato. Tras un buen rato de infructuosos intentos, Iván, el espadachín, se quitó la camiseta y corrió en su ayuda. Pero no había manera, oye.

Los aguerridos navegantes alegaban que sin gafas de bucear era imposible abrir los ojos debajo del agua y ver algo (madre mía, que generación), así que las sirenas se apiadaron de nosotros y nos dieron la llave en mano. Si es que eran más buenas...

Llegaba el momento de enfrentarnos con los temibles loros, los buscamos por todos lados, pero sólo conseguimos dar con un afable pirata tumbado en la hierba. Como nos tenía mucha pinta de loro deducimos que era el náufrago.

Ya que estábamos allí decidimos hacer su prueba primero. Para conseguir una vela del barco teníamos que hacer una carrera imitando animales a nuestra elección. ¡Que risas! Lo hicimos reguleras, pero aún así, el náufrago nos hizo entrega de la vela.

Y todavía nos quedaba por encontrar a los loros. Jolín, que no había manera. Al final una madre de otro grupo nos ayudó un poco y descubrimos que en la hoja de personaje del espadachín teníamos un mapa de la situación de los esquivos pájaros.

Cuando los encontramos huían de nosotros atemorizados, pero nuestro cocinero logró calmarlos a base de galletas. Por fin se volvieron más comunicativos y nos pidieron que les dijéramos adivinanzas. Aquí Iván se soltó y les plantó dos: Oro parece plata no es... ¿Un loro? Nooooooo. A ver otra... Blanco por dentro, verde por fuera, si no los sabes, espera... ¿Un loro? Madre mía, que obsesión. Pero al final les gustaron las adivinanzas y nos dieron partes de un mensaje en trocitos.

Con el puzle volvimos a la sala principal e intentamos descifrar los que decía, pero necesitábamos las partes de los otros grupos para leerlo. Así que esperamos a que estuvieran todos. Y mientras esperábamos hubo cruentas batallas entre los niños que allí se congregaban que se partían de la risa corriendo de una lado a otro y golpeando indiscriminadamente con espadas inflables y de goma eva. Se lo pasaron pipa.

Allí me reencontré con mi primogénito que venía muy emocionado por todas las aventuras que acababa de vivir. Con el mensaje acabado nos encaminamos a la misión final después de haber reunido todos los materiales necesarios para reconstruir nuestros barcos.

Y se produjo... ¡La batalla final! Entre nosotros, los navegantes y los goblins, piratas, loros... A pesar de que el enemigo nos hostigaba con peligrosas pistolas de agua. Nuestra tripulación no se amilanó y cargó con alegre furia con sus espadas y pistolas.

Finalmente consiguieron el tesoro y se hincharon a monedas de chocolate. Sobre todo Daniel, que tiene un morro...

La gymkhana estuvo genial y esperamos que haya tercera parte y que nosotros podamos participar.


4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Una pasada. nos lo pasamos genial toda la familia. Aunque hubo momentos tensos, porque Daniel está preadolescente insoportable retador en modo infierno e Iván estaba tocadillo por el agotamiento.

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  2. Q días más intensos!!! y qué bien lo pasais!!! ME ALEGRO
    Por cierto, tengo un conocido amigo, que acude a esas jornadas todos los años, y dice q se siente como el día de reyes cuando era niño :D
    Seguir disfrutando del veranooooo!!!!

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    1. Síiiii. Son impresionantes y muy divertidas. Yo también me siento como una niña cuando voy :D

      Ha sido un verano muuuuy movido, mucho!!!

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