Páginas

jueves, 13 de febrero de 2020

Hermanos

Los hermanos no se eligen. Cada uno es diferente en su carácter, en sus acciones y reacciones, y en sus necesidades. Se les quiere con la misma cantidad de amor, porque a infinito no se le puede sumar ni restar nada, pero ¿se les quiere de la misma forma? Yo creo que no. Por lo menos intento adaptarme a cada uno en la medida de lo posible y me divido hasta límites inimaginables dentro de lo realista. Nunca es suficiente, por supuesto, pero la frustración forma parte del aprendizaje. ¿No?

Por lo menos esa es la teoría, porque en la práctica la que sale más escaldada soy yo. Nunca les hago suficiente caso, siempre tomo decisiones injustas, siempre hago más caso al otro... Seguro que a muchos os suena esto. Y blablablabla... Resultado: dolor de cabeza constante.

Y cuanto mayores se hacen la cosa va a peor porque ahora estamos en plena guerra fronteriza. ¿Dónde empieza el espacio personal de uno y dónde acaba el del otro? ¿Cuales son los límites de la zona compartida? Cambia continuamente a base de peleas y discusiones y a mí me vuelven loca.

Que si mi hermano me molesta cuando estoy con mis amigos en el recreo, que si mi hermano me pega cada vez que me acerco a él, que si molesta a mis amigos, que si se mete en lo que no le importa, me roba los juguetes, siempre quiere lo que yo tengo, nunca quiere ver en la tele lo que yo quiero ver... ¡el cuento de nunca acabar!

Aunque yo sé que sí que puede haber un final, pero queda tanto para eso que me desespero. La relación que hay entre estas dos fieras es muy parecida a la que había entre mi hermana y yo, con la que me llevo sólo 15 meses: jugábamos juntas, nos matábamos, rompíamos los límites de la propiedad y la privacidad cada dos por tres... hasta que me fui a Madrid con 18 años. Entonces no podíamos vivir la una sin la otra y no echábamos muchísimo de menos. Estoy segura de que mi madre alucinaba en colores con nosotras.

Es lo que tiene el roce constante, que hace que salten chispas. Pero en cuanto los dos elementos que rozan se alejan echan de menos el calorcito. O espero que eso mismo les pase a estos dos cavernícolas que se pasan el tiempo defendiendo sus supuestos derechos y sin acordarse ni un poquito de sus deberes.

Porque esa es otra lucha constante entre las muchas que me toca lidiar como madre: primero van los deberes y luego los derechos. No hay manera de que les entre en la cabezota y tengo que ir yo detrás para recordarles sus obligaciones, que en su gran mayoría son para su bien personal y no para el bien común como ocurre con las mías. ¡Y se quejan! No tienen vergüenza.

Ya llegarán a adultos y se darán cuenta que aquello que les limpiaba la ropa, les ponía la comida hecha en la mesa, les ordenaba la casa, limpiaba los baños, llenaba la despensa... no era un elfo doméstico del universo de Harry Potter.

Hasta entonces sólo nos queda tener paciencia. A mí con sus dramas domésticos y a ellos con mi orco interior. Porque todos somos humanos y yo no soy ningún ejemplo de templanza Cuando llego a mi límite estallo como todo hijo de vecino. Y mi límite cada vez se acerca más al punto de inicio, desgraciadamente.

8 comentarios:

  1. Hoy tocaba desahogo ;-) ánimo... por si te sirve de consuelo, se dan cuenta de muchas más cosas de las q nos pensamos, un ejemplo: mi mayor va a estar de campamento bilingüe con el cole la semana q viene y me pregunta que tengo pensado hacer de comida...pues ni idea, ya lo pensaré...y me dice que no prepare cosas ricas de comer esa semana, para no perdérselo...y eso que casi siempre se están quejando de la comida que cocino! pero parece ser que luego la echa de menos!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sabes cómo me acuerdo de ti y de tu post cada vez que los veo pelearse ainsss
      Tienes toda la razón en que se quejan de todo hasta que lo pierden. Y entonces lo echan de menos. Espero que el mayor se lo pase muy bien en el campamento!

      Eliminar
  2. Pues espera a que sean adolescentes. Un beso

    ResponderEliminar
  3. El otro día hablaba de este temacon mi marido....y mira que mis hijos comparten habitación...pero aunque tienen sus más y sus menos, no se pelean ni la mitad de lo que nos peleabamos mi hermano y yo teniendo cada uno su espacio. Voy a tener que tocar madera 🙈
    Abrazos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si es que cada niño y relación es un mundo. Yo con mi hermana me mataba y tuvieron que separarnos sobre los doce o trece años para que no nos matáramos. Hasta entonces dormíamos juntas. Yo tuve que separar a los míos cuando Daniel pasó a primaria porque no se concentraba para estudiar si el hermano estaba alrededor. Y no me parecía bien echar a Iván de su propia habitación cada dos por tres ainss

      Eliminar
  4. Me acuerdo perfectamente cuando nos separaron de habitación después de la gran bronca.... Por fin se hizo realidad lo que quería, toda la habitación para mi. Curiosamente de noche no lo ví todo tan bonito solo que el orgullo no me dejó decir nada... Por suerte nos seguian juntando en navidades cuando venían los abuelos... Tq hermanita🥰

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nos queríamos y nos odiábamos a partes iguales jajaja
      Que sepas que mi segundo embarazo más que porque tuviera tener un segundo hijo fue porque quería que mis hijos tuvieran hermanos y vivieran un poco de lo que viví yo ;)
      Y creo que lo estoy logrando porque se quieren y odian a partes iguales jajaja

      Eliminar

Me encanta saber lo que piensas.