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lunes, 24 de mayo de 2021

Daniel nos hace la cena

Tras currar un poco de trabajo atrasado, me metí en la cocina dispuesta a seguir trabajando por la familia y hacerles la cena. Esa noche no me iba a complicar nada: pasta a la carbonara y tirando. De todas formas, este tipo de comidas son las que más triunfan entre los churumbeles... Iba a cerrar la puerta tras de mí y sumergirme en esta peligrosa aventura (en la que siempre salgo herida: si no es una quemadura es un golpe y si no un corte), cuando el mayor de las fieras se coló dentro con una ancha sonrisa.

"Mami, ¿me dejas cocinar a mí hoy?" me propuso con sus más genuinos ojos de Bambi. Empecé a poner excusas varias porque estaba muy cansada y lo que quería era acabar pronto, no alargar la jornada dirigiendo a un peque y gastando mis casi inexistentes ya reservas de paciencia... pero al final me rendí ante la ilusión y entusiasmo del peque.

Pero le puse una condición: lo iba a hacer todo él solito porque yo estaba muy cansada. Eso sí, me senté en la cocina con un libro. Mi instinto de madre gallina no me permitía alejarme más. Evidentemente, también quise meter mano en los momentos más peligrosos como el de echar la pasta en el agua hirviendo o cuando llegó la hora de usar la sartén, pero Daniel no me lo permitió. "Tranquila mami. Tu lee que yo lo tengo todo controlado". 

Alguna indicación le di mientras fingía leer mi libro, pero muy pocas. Él solito puso el agua a hervir, cortó las cebollas (llorando bastante), echó la pasta, puso la sartén con aceite en la inducción, agregó la cebolla, luego el beicon y, por último, la nata. Luego la removió para que se redujera y espesara obteniendo una deliciosa salsa carbonara. 

No hizo lo de poner huevo batido a la pasta y dejar que cuaje porque ya llevamos mucho esta semana y se nos va a poner el colesterol por las nubes. Finalmente, coló la pasta, le agregó la salsa y ¡tachaaaaan! la cena estaba lista. Eso sí, con un montón de nata que se le había caído fuera de la sartén, pizcos de cebolla por todas partes y alguna pasta rebelde donde no debiera, pero hecha al fin y al cabo. Y no por mí.

Pusimos la mesa y el peque presentó sus platos al resto de la familia con gran bombo y platillo. La verdad es que el resultado nos gustó a todos muchísimo. 

Ahora quiere hacer un concurso estilo masterchef en el que todos los miembros de la familia cocinemos algo con lo que encontramos por casa y a ver a quien se le ocurre lo más rico y original. le he dicho que eso mejor en verano cuando no tenga clase... ¡y puedan luego limpiar lo que ensucien! Muahahahaha

4 comentarios:

  1. Espero que no sea la última vez. Un beso

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    1. Yo también lo espero, aunque después la cocina la deja bonita jajajajaja

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  2. ¿Dónde hay q firmar para q ocurra eso? los míos ya están pensando en que cuando sean mayores van a venir a pedirme tuppers!!! no te digo más...

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    1. Jaaajajajaja eso será porque tú cocinas muy bien. Como yo lo hago reguleras se tiene que buscar la vida XP

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