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jueves, 20 de mayo de 2021

El maldito tubo

Poco nos podíamos esperar la bomba que iba a caer en casa el día que vino Daniel pidiéndome un tubo gigante para una manualidad que iban a hacer en música. Me encanta que les enseñen de forma manipulativa y experimental, así que me pareció genial. Más pancha que pancha saqué unos títulos de su tubo y se lo entregué. Espero que los títulos aguanten bien sin su protección.

Pero al poco volvió diciendo que el tubo no valía porque era muy pequeño. ¡Y encima lo había perdido! Pero que no me preocupara que un compañero había traído tubos de sobra y le había dado uno. ¡Ah! bueno. Que no cunda el pánico. El peque tiene material. No hay problema.

Como dos semanas después, Daniel se lamentaba porque el tubo había desaparecido y necesitaba otro. Además la manualidad se había trasladado a deberes para casa porque no daba tiempo a hacerlo en clase. Teníamos que bajarnos una app y afinar el tubo. A mí esto me sonaba a chino, pero por el churumbel lo que sea. Me tiré a la calle a por el dichoso tubito y resulta que la zona estaba arrasada por padres desesperados. Me costó bastante, peeero me volví a casa con ¡dos tubos! Muahahahaha lo que no se proponga una madre...

Y ahí fue cuando comenzó el verdadero infierno...

Cada vez que golpeábamos el tubo con la mano daba ¡una nota diferente! Cómo demonios lo vamos a afinar, si no se pone de acuerdo con la nota que tiene que salir cuando no hemos ni empezado a cortar. 

Entonces el peque se acordó que había que hacer como una baqueta para golpear con cartón y gomaeva. Le ayudé a hacerlo porque pegar la gomaeva no es tan fácil. Lo que mejor funciona es la cinta adhesiva de dos caras. Me preguntaba si el resto de los padres sabría esto o se estaban peleando con el pegamento de barra. El caso es que con el estrés me equivoqué y puse una capa dónde no era antes de que el pobre Daniel pudiera darme la voz de alto. Soy muy rapidina.

El chiquillo me consoló como pudo quitándole importancia a que hubieran tres capas por un lado y una por otra en vez de dos por cada sitio, pero a mí me aterraba que esto pudiera afectar a la nota. En fin, el mal ya estaba hecho y el peque no quería empezar de nuevo que eso ya lo había hecho de mala gana.

A esas alturas yo ya había pedido ayuda a Miguel Chumillas, un maestro de Música de Primaria que hace cosas muy chulas. Además tiene una web alucinante: Game of music. Gracias a él me enteré que lo que quería hacer Daniel era un boomwhacker y que la cosa no era tan fácil como pensábamos. A través del tuit se puso en contacto conmigo Guillermo y me mando un link  a su blog Entre pitos y flautas de lo más interesante, pero aún así no me enteraba de nada. Una que es analfabeta musical, qué le vamos a hacer. 

A todo esto, el padre se lió a cortar el tubo con una sierra y dar con la cosa esa de gomaeva y cartón. Que digo yo que no le dejo una sierra a mi fiera de once años ni harta de vino, así que al final llegué a la conclusión de que los deberes eran para los padres y que la actividad era imposible hacerla en clase desde el principio. Porque imaginaros las caras de los padres cuando nuestros hijos imberbes nos pidieran unos serruchillos de nada para llevar a clase.

Finalmente, Guillermo volvió a escribirme con la medida exacta que pensaba que era la de la esquiva nota Fa y a partir de eso se puso a trabajar el pater de familia. Sólo hubo un diferencia de tres centímetros entre la medida que nos dio nuestro salvador. Finalmente salió mal que bien la nota Fa con un tubo de 43,3 centímetros, que en un principio medía más de metro y medio. Si lo hubiéramos hecho con el sistema de prueba y error podríamos haber tardado la vida entera.

Por supuesto, el dato fue chivado por whatsapp para aliviar un poco la desesperación de otros padres. Lo siento por aquellos a los que les tocó otra nota, porque ni idea de las medidas. Incluso el Fa no es que salga perfecto, pero para sexto de primaria espero que valga.

Lo peor es que a mitad de camino el que debía estar más implicado perdió todo el interés. "A ver, mamá. Si esta actividad es un miseria de la nota final. No vale la pena tanto esfuerzo", me dijo. 

Conclusión: He desarrollado una fobia tremenda a los tubos de cartón grandes. No puedo ni verlos.

Pero al menos conseguimos el final feliz porque el peque llevó el tubo de las narices a clase y... salió la nota Fa. ¡Yujuuuuu! ¡¡Yupiiii!! ¡Saquemos el champán!

Pero no podía ser tan bonito y el niño volvió a casa con el objeto de mis desdichas... ¡para pintarlo! Y no de cualquier color... ¡De verde vivo! Y eso ¿por qué no pueden hacerlo en clase? ¿Eh? ¿Eh?

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Seguro que en la cabeza del profesor parecía más fácil jajajaja pero la tarea nos superó XP

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  2. Jajaja Eres una crack, vales para todo, tus retoños no saben la artista que tienen como madre.
    Me encantais como familia.
    Un enorme abrazo para todos.

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    1. Muchísimas gracias!! Qué ilusión que me digas eso. Las fieras sólo ven mi lado trol jajajaja y el resto lo dan por sentado ;)
      Viven en su pequeño mundo ainsss

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