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jueves, 23 de septiembre de 2021

En barco para avistar cetáceos

Lo que más nos gustó cuando estuvimos en Tenerife fue la excursión en barco para avistar cetáceos, aunque a punto estuvo de arruinarse. Al llegar al puerto nos informaron de que el mar estaba especialmente bravo y que, no sólo de del avistamiento lo veían difícil, sino la excursión en si ya iba a ser movidita. 

En realidad, íbamos más emocionados en montar en el barco que en otra cosa. Está claro que ver animalitos  en sus habitats nos hubiera encantado, pero si no podía ser tampoco íbamos a rechazar una buena aventura sobre las olas. ¡Y menudas olas! Al principio parecía que nos hubiéramos montado en una atracción muy loca a impresionante. 

El barco saltaba literalmente y volvía a caer para júbilo de todos los tripulantes que pagábamos gritos emocionados. Nuestros guías nos observaban divertidos, pero acostumbrados a nuestras reacciones. Nos aseguraron que la familia que había alquilado el barco antes que nosotros lo habían pasado igual de bien.

La verdad es que acabamos mojados pero felices, cuando al fin el oleaje se calmó un poco. A lo lejos pudimos ver algún chorro de agua e Iván jura y perjura que vio saltar un delfín. Teniendo en cuenta que otra peque que nos acompañaba también ponía la mano en el fuego por una sirena es de prever que la imaginación infantil jugó u importante papel en los avistamientos.

Yo, personalmente, no vi nada de nada con mis dos dioptrías de miopía y mi falta de costumbre de usar gafas (me operé a los 21 y hace la tira de años que no las necesitaba, sumamos mi despiste y tachan, una Dácil que ve lo justo para no chocarse y la pantalla de su móvil para tuitear a gusto). Así que desde el principio daba por perdido el avistamiento.

Nuestros guías no explicaron un montón de cosas interesantes sobre la faunia de la zona, Los Gigantes, unos acantilados que conforman uno de los tres puntos primigenios de los que surgió la isla de Tenerife. por lo visto el Teide es bastante joven. En realidad, Tenerife comenzó siento una estrella de tres puntas. Teno (donde estábamos), Adeje y Anaga. Por lo visto, la presión que ejercían los tres volcanes acabaron por estallar en el enorme Teide. 

Concretamente, los gigantes es el punto más antiguo de la isla. Son unos acantilados impresionantes que, en algunos puntos, superan los 600 metros de alturas sobre el nivel del mar y que muestran huellas de su origen volcánico en sus vetas.

En el mar que regenta tan impresionante formación natural viven una gran variedad de ejemplares de cetáceos: Calderones, cachalotes, delfines mulares... Uno de nuestros guías nos iba explicando las características y costumbres de cada animal ayudado por figuras de juguete y otras piezas curiosas. También nos habló de las pobres tortugas bobas... que toman su nombre porque no reaccionan a tiempo y son muy fácil es de capturar o, peor aún, atropellar si no se va con cuidado.

También nos enteramos de que hay un proyecto de urbanización en esta zona protegida que esperamos que no prospere: el puerto comercial de Fonsalía. De hecho, a principios de este mismo año esta zona fue declarada área protegida a nivel mundial ya que se considera un refugio de cetáceos único en el continente europeo. Si se llegara a materializar dicho proyecto el ir y venir de embarcaciones de todo tipo haría peligrar la subsistencia de estos animales. Esperemos que gane la conciencia ecológica sobre la comercial.

Sería una tragedia que lo echaran a perder porque el lugar es impresionante. Y ya tiene demasiado tráfico marítimo como pudimos observar, aunque el guía nos aseguró que, desde luego, los autóctonos eran extremadamente respetuosos con el entorno y estaban muy muy orgullosos de toda la riqueza natural que tenían la suerte de disfrutar.

Y doy fe de ello, las vistas durante el paseo eran impresionantes. Hasta tuvimos la oportunidad de tomar un baño justo delante del acantilado cuando el mar se calmó un poco. Bueno, se bañaron ellos que yo, como buena integrante del club "Odio a Murphy", tenía la regla y decidí que con la experiencia del barco ya era la caña.

Terminamos el paseo muy entusiasmados y con ganas de repetir, la verdad.













4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Nos tomamos unas pastillas antimareo. Todos menos dos personas, Daniel que se negó, pero no se mareo, menos mal, y uno de los adultos que lo pasó tan mal tan mal, que se arrepintió de no habérsela tomado. Ay pobre...

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  2. Tiene que ser una excursión preciosa.
    Besos

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