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jueves, 21 de octubre de 2021

Educar "sin" pantallas

Vivimos en un entorno en el que las pantallas y los dispositivos digitales están exageradamente implementado en nuestro día a día: móviles, tablets y portátiles, entre otros, invaden los hogares y, claro, están al alcance de los peques desde el minuto uno. Esto significa que su cerebro a medio formar está expuesto a una serie de estímulos sonoros y luminosos muy fuertes que deforman sus conexiones neuronales. A día de hoy ya se sabe que esto es entre malo y malísimo para su salud, pero eso no quita que sigamos enganchando a los enanos en momentos de necesidad. Lo cierto es que es muy difícil apartar sus pequeñas manitas de estos aparatos cuando nosotros mismos ya estamos enganchados hasta la médula. Por eso, cuando vi el libro de Marta Prada (Pequefelicidad), Educar "sin" pantallas, me emocioné. ¿Es posible?

Mis hijos, como casi todos los niños hoy en día, son extremadamente fanáticos de los videojuegos, youtube y demás contenidos digitales. Tristemente, esta situación se agravó muchísimo durante el confinamiento de la pandemia que estamos viviendo (mea culpa). Hoy en día me cuesta muchísimo dirigir sus intereses hacia otros derroteros. Noto que, incluso, han perdido la ilusión por muchas actividades que antes hacían muy ilusionados. Algo puede influir la edad, pero el pequeño tiene la edad del mayor en época pre pandemia y el nivel de enganche es similar. Como veis, todo consejo, indicación o base desde la que empezar es bienvenido.

Cuando empecé a leer el libro me sentí reflejada en mucho de lo que expone. Sí, he tranquilizado a los peques con mi móvil mil veces, los he entretenido con la tele cuando eran bebés, he alargado los turnos de pantallas cuando estaba ocupada y me venía bien, he caído en la falacia de que a los peques hay que meterles en la dinámica digital cuanto antes y en todos los ámbitos porque es lo que les espera... Pues sí, eso les espera, pero no es lo único que deben dominar. Ni lo más importante. Primero es fundamental que aprendan a VIVIR y para eso no hay pantallas que valgan. Al contrario, son un obstáculo al aprendizaje.

Lo que más me ha gustado de este libro es que es realista. No es cuando te quedas embarazada del segundo y el médico te receta reposo, o cuando te dicen que el peque está enfermo y no puede ir al cole. Aquí se tiene en cuenta el contexto: progenitores o adultos al cargo estresados, agotados y con exceso de tareas y poco tiempo libre. Así que no nos van a pedir que hagamos milagros o que lleguemos a unos niveles. De entrada, se agradece que no haya más presión de la que ya tenemos.

Aunque no puedo decir que no me haya sentido culpable en una, dos y muchas más ocasiones leyendo ciertas líneas. He abusado de las pantallas, pues sí. Y no sólo con mis hijos. En cuanto irrumpió el smartphone en mi mi vida tengo que tenerlo cerca en todo momento: Cuando salgo, para oír música, por las mañanas con mi café y twitter... Afortunadamente, en esta casa tenemos también un gran hueco reservado para otras actividades off-line.

Ahora viene lo más inquietante, cuanto más crecen menos tiempo en familia demandan, y menos interés en actividades que no tengan tecnología de por medio. Mi hijo de 12 años da miedo cuando habla. Casi puedes percibir la negra mano de Youtube detrás de sus palabras y la de sus amigos. Y eso que no es de lo más conectados de su pandilla.

La sociedad tiene un virus informático comiéndose nuestros cerebros. Es un hecho. Cada vez dependemos más de los terminales PARA TODO. Es más, si no hay foto, casi que no ha ocurrido. Hasta los niños te lo exigen: "Mira. lo que he descubierto, hazle una foto". Si te paras a pensar da mucho miedo y se agradece que alguien se plante y escriba sus experiencias, su bagaje profesional relacionado con este tema y sus conclusiones. Y además, facilitándonos herramientas para comenzar el camino de la desintoxicación y con una visión tan realista. Las claves: atención, sentido común, debate y un mínimo consenso. 

Me queda mucho por recorrer para intentar arreglar todas esas horas de exposición de toda la familia. Y hay cosas que sé que van a ser imposibles de enderezar, pero lo más importante es dar el primer paso para recorrer el camino. Poco a poco se lleva a todos lados, siempre y cuando nos pongamos metas realistas y estemos dispuestos a salir de nuestra zona de confort por ellos... y por la sociedad en general. No podemos olvidar que los niños de ahora son los adultos del futuro y no podemos dejar que arraigue en sus mentes la idea de anteponer las máquinas a las personas.

Lo que se persigue no es renegar completamente de las nuevas tecnologías, simplemente exponernos a ellas cuando se tiene edad suficiente y el tiempo recomendado o menos. Una de las partes que más me han interesado han sido las referentes al plan pactado de pantallas.

Y podría seguir hablando de este libro tan interesando un buen rato más, pero es mejor leerlo directamente e interiorizarlo según la experiencia y necesidades de cada uno. A mí ahora se me avecina una muy gorda con el comienzo en el instituto de Daniel y la batalla anti smartphone. Deseadme suerte.

4 comentarios:

  1. Mis hijos tenían una hora de pantalla al día. Un beso

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    1. Eso estoy intentando yo, pero entre que el mayor usa muchísimo el ordenador para buscar información que le piden en el cole y que ver la tele ya se considera exposición a las pantallas está siendo muy difícil limitar ainss

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  2. Nosotros lo tenemos aún bastante limitado, pero todavía son pequeños y ya cuesta. Y una servidora debería servir más de ejemplo 😢

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    1. Que me vas a contar!! Aunque no soy extremadamente tecnológica me paso el día haciendo fotos en ráfaga snif snif

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