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lunes, 11 de octubre de 2021

El postre célula

 

Un día, Iván salió muy emocionado de clase, casi daba saltitos y todo. Se acercó a mi corriendo y me informó de que ese día el postre lo hacía él. 

Desgraciadamente su gozo cayó en un pozo cuando vio que no teníamos los ingredientes necesarios (no, no aparecen por arte de magia. Ojalá) y esa tarde me era imposible ir a comprarlos. Debatimos el tema y se decidió trasladar el postre a la tarde del viernes.


Me soltó que el plan culinario tenía algo que ver con la asignatura de naturales, pero no quiso dar más detalles, así que lo dejé estar, aunque muerta de la curiosidad.

El día señalado desplegamos los ingredientes sobre la mesa de la cocina y el peque se puso en acción.

Teníamos: gelatina tutti frutti de color verde (no encontramos azul), un kiwi amarillo, un plátano, gominolas lo más redondas posible y regaliz enrollado rojo.

La cosa empezó con la gelatina. Iván puso agua a hervir, yo pasé ese agua a un recipiente cuando cogió la temperatura adecuada (me da miedo que se le caiga encima), luego el peque echó los polvitos mientras yo removía. Tuvimos un pequeño fallo por mi culpa, ya que pensé que echando colorando azul obtendríamos el color que buscada el niño, pero lo único que conseguí fue oscurecer el verde de la gelatina original. Menos mal que Iván no me lo tomó en cuenta.

Cuando tuvimos todo bien mezclado, el chiquillo lo echó en un bol transparente. Estuvo un buen rato escogiendo el recipiente adecuado. Yo en esos momentos aún no sabía dónde quería ir a parar y le dejé trastear a gusto.

Metimos una gominola en el agua verde y a la nevera. No metimos más porque Iván quería que quedaran suspendidas y había que esperara que cogiera algo de consistencia.

Al final se nos fue un poco la bola con cosas que contaré más adelante (el juguete del gato y una sesión de lectura un poco loca) y cuando quisimos poner las gominolas parecía que aquello estaba demasiado consistente, pero al final todo resultó bien. 

Sólo había que empujar la gominola lo que se quisiera y la gelatina se cerraba lentamente sobre ella. Menos mal. Aunque teníamos plan B (otro sobre de gelatina), no le apetecía nada comenzar de nuevo desde cero.

Me encanta lo detallista que es el pequeño, hasta cortó algunas gominolas a la mitad y las puso en el borde mismo de la superficie para que el efecto fuera más chulo todavía. repito, yo aún no sabí lo que estaba haciendo y le miraba hacer muy intrigada. Al kiwi le quitó una cuarto (que me comí yo) y lo plantó en el medio. El plátano lo rayó en tiras largas y lo colocó alrededor del kiwi (yo me comí lo sobrante. No me digáis que no soy una pinche de lo más útil jajajaja). Luego colocó un regaliz enrollado en la superficie... y otro ratito a la nevera para que espese más y quede todo fijado.

Iván me preguntó si ya sabía lo que estábamos haciendo, pero yo estaba perdidísima. Es que ni idea, oye. Así que me explicó que era un representación del interior de una célula y me enseñó una foto para que me quedara más claro. Tiene asumido que yo soy de letras.

El padre y el hermano fliparon tanto como yo cuando vieron el postre. Y tampoco supieron identificar qué era a primera vista. Mientras nos lo comíamos, que, por cierto, estaba buenísimo, Iván nos pregunté por la parte de la célula que había hecho que no se podía comer y los otros dos científicos de la familia exclamaron muy seguros "¡La membrana!". Yo ni idea, así que me dediqué a seguir comiendo disimuladamente.


El miércoles le mandaremos por email una foto del postre a la profesora de naturales de Iván, que al peque le hace mucha ilusión compartir su logro con la persona que lo inspiró.

6 comentarios:

  1. Que guay!!! Súper divertido, bastante bien diseñado.

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  2. no se si me gusta mas la super idea (me la apunto jeje) o el pelazo de tu hijo. Me encanta!!!!!

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    1. Muchas gracias!! No hay manera de convencer al peque de que se lo corte, con lo cómodo que es el pelo corto jajajaja Incluso para cortarse las puntas y sanearlo me cuesta convencerlo XS

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