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lunes, 22 de noviembre de 2021

Pintando galletas de mantequilla

A veces, cuando voy a rellenar la despensa familiar, me da por pasarme por la sección de repostería a ver si han puesto algo nuevo que me llame la atención. En una de esas ocasiones descubrí los nuevos rotuladores pasteleros. A simple vista parecen normales, pero ¡la tinta no es tóxica! Al contrario, está ideada para ser devorada en la superficie que elijamos para crear nuestras obras de arte. ¡Al carrito que fue!

Admito que estuvieron bastante tiempo guardados en uno de los cajones de la cocina porque no encontraba el momento de sacarlos y darles uso, pero, un día, el padre los encontró y me preguntó por ellos. Le conté mis planes y le hizo gracia. "Pues este fin de semana sería una buena actividad para que los peques desconectaran de estudios y pantallas", comentó, "No creo que lleve mucho tiempo hacer una galletas de mantequilla..." y ya no pudo seguir porque me puse en modo entusiasta 100%. Me faltó tiempo para buscar una receta fácil, resultona y que no me quitara mucho tiempo. 

La encontré enseguida. Sólo tenía que mezclar los ingredientes, aplanar, cortar y al horno. Podía hacerlo a la vez que hacía la comida del día. Todo ventajas.

Para hacer los lienzos comestibles utilicé el molde que viene en el kit para hacer galletas de portadas de cómic de Spiderman. El rectángulo que necesitaba. Bueno, a lo mejor era un pelín enorme. Nos iban a salir una galletonas enormes. Eso sí, ideales para pintar encima.

Al final no fueron todo lo ideales que me esperaba. Estaban llenas de grietas que hacían más difícil el dibujo, pero no imposible. Otro fallo fue que su color tostado ocultaba totalmente el amarillo. Pero no resultó ningún drama. Si hubiera pasado igual con el negro o el rojo sí que hubieran protestado.

El caso es que, una vez frías las galletonas, se las puse delante a los churumbeles con los rotuladores. Les flipó la idea. Querían dibujar todas. El padre les cedió las suyas y yo me quedé con dos. Una que no había salido igual que las otras porque estaba echa con el resto de la masa sobrante. Y otra que Daniel no quería porque decía que con dos ya tenía suficiente. 

En la más pequeña dibujé las campañas que siempre pintaba en Navidad cuando era pequeña. No sé por qué, pero me recuerdo pintando las mismas campanas en el dibujo que nos hacían hacer en clase como antesala a las ansiadas vacaciones.

Y en la segunda no tenía ni idea qué dibujar. Al final busqué una imagen de la serie que tiene enganchados a mis peques últimamente, kimetsu no yaiba. más concretamente de Nesuko, que me pareció la más fácil de dibujar. 

A las fieras les gustó un montón y se lamentaron de que no hubiera dibujado también a Tanjiro en vez de las campanitas.

Daniel se curró unos personajes que sospecho están inspirados en los manga que lee últimamente, pero no sabría asegurarlo.

Iván, por su parte, llenó las suyas de gatitos navideños: el Papa Noel, el duende y el reno. 

Esa misma tarde nos las merendamos. No nos dio ninguna pena hacerlas desaparecer, por cierto. Estaban buenísimas.

2 comentarios:

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