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miércoles, 3 de enero de 2024

Una navidad alrededor del buzón mágico

Os conté en un post lo que pensaba hacer para el calendario de adviento de estas Navidades, pero nunca llegué a comentar como nos fue.

¡Fue un éxito! Ha sido la ocasión en la que más me han seguido el rollo ambas fieras y en la que no hemos fallado ni un día. 

Eso sí, tuve que reorganizar los mensajes y sorpresas del buzón por exigencias de la vida. Por ejemplo, si íbamos a Covarrubias había bromas que no eran tan fáciles de perpetrar como en casa, así que las cambiaba por otras que se acoplaran mejor a la casa de mi suegra . Y si teníamos una jornada liada, intentaba que coincidiera con sorpresas que conllevaran poco trabajo.

También toca confesar que las notas, cartas y documentos estuvieron llenos de errores, algunos ínfimos y otros enormes. Pero es lo que tiene el poco tiempo y las prisas por tenerlo hecho antes del 1 de diciembre. No me fustigo mucho por ello porque pude ir subsanándolos sobre la marcha y no nos estropeó la diversión.

Incluso, hubo un día que me salté en la programación de sorpresas e improvisé un fallo en el buzón mágico. Lo habían tenido que desconectar porque se había puesto a enviar bombones como loco. Creo que fue la sorpresa que más les gustó. Estaban encantado con su montón de bomboncitos.

Menos mal que tengo unas fieras muy comprensivas y con mucho sentido del humor, así que los momentos de troleo total estuvieron plagados de risas. No todo el mundo se tomaría muy bien llegar el segundo día a su calendario de adviento y que una rata vil y miserable se haya comido tus bombones. 

Bueno, más que una rata, un ratón. Y no uno cualquiera, sino el mismísimo rey de los ratones del cuento de navidad El cascanueces, que engañado por un soberbio hombre del saco se coló en nuestro hogar para acabar con nuestro espíritu navideño aprovechando que a mis chicos les había caído una inspección de buen comportamiento por parte del Equipo de Papa Noel, que también fueron ampliamente troleados por el mismísimo Hombre del saco, que hizo de las suyas desde lasas oficinas de Papa Noel en el Polo Norte.

Lo que se debieron de reír el Grinch y el Krampus desde las sombras. Este año estaban vaguetes y decidieron aprovecharse del orgullo del Hombre del Saco para que les hiciera el trabajo. Y casi les sale redonda la cosa. 

Menos mal que entre el detective que nos mandaron desde la oficina de Papa Noel, las mágicas mascotitas que vinieron por su propia voluntad a ayudarnos y las fieras, que algo de su parte pusieron (aunque no se mataron, no), se descubrió el pastel y mi chicos salieron del follón con el fallo de inocentes y sus nombres incluidos en la lista de los niños buenos. 

Tras un emocionante juego de pistas en el que el Equipo de Papa Noel usaba una magia muy poderosa para teletransportar los datos recabados en sus investigaciones a lugares con un espíritu navideño muy fuerte durante una hora para que los chicos las buscaran y luego eligieran cuales creían que eran pistas buenas para abrirlas y que constaran en el informe final de la inspección (cuidado, que los malos habían colado pistas falsas que sólo podrían anular, en caso de ser abiertas, con los puntos de buen comportamiento que hubieran acumulado durante esos 23 días de adviento); todo acabó bien y los peques recibieron una caja de chocolates el 24 de diciembre y la feliz noticia de que al día siguiente recibirían regalos y no carbón.

Además, el equipo de Papa Noel les felicitó por el documento con sus sospechas que les habían hecho llegar (que Daniel había copiado de su hermano, porque es un sinvergüenza) y les contaron con pelos y señales todo lo que había ocurrido y quienes habían sido los siniestros personajes implicados.

La verdad es que el calendario dio mucho juego y mucha vidilla. Incluso, Iván mandó algún mensaje de vuelta para camelarse a una servidora y, por supuesto, le funcionó a la perfección. Hay que ser un Grinch de hielo para no derretirse con los gatitos que dibuja.

También hubo bromas muy divertidas, como cuando escondí sus edredones debajo del mío y no había manera de que los encontraran. Se pasaron toda la tarde revolviendo la casa de arriba a abajo y a la noche Iván dictaminó que si no aparecía su edredón dormiría en mi cama. Le animé a ello y al meterse en la cama... ¡voilá! Ahí estaban los edredones perdidos. Qué risas.

Otra muy divertida fue cuando les puse confetti en la cama mientras dormía y me despertó Daniel devolviéndome el confetti a traición, alevosía y en la cara.

Los monstruos en el belén, la ropa sucia tirada en las puertas de sus habitaciones, los ojos de manualidades pegados a figuras de anime y peluches, la guirnalda de Grinch en el árbol... Hubo un poco de todo. Y, por supuesto, mucho papeles de bombones y muchos bombones enteros, porque tampoco soy tan cruel.

Hasta hubo un intento de secuestro de mascotas mágicas y un momento en el que el detective casi atrapa al rey de los ratones, que estuvo unos días recuperándose y sin liarla. Su venganza fue terrible, TERRIBLE.

En fin, otras Navidades más llenas de risas y magia, por mucho que mi peques ya no sean peques. Menos mal que les sigue gustando jugar.

Por cierto, es probable que el próximo año el calendario de adviento tenga como punto de partida la caída meteórica de las fieras dentro de la lista de niños malos por haberle puesto una trampa al gordo de rojo en la chimenea jeeeejejejejeje














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