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lunes, 17 de mayo de 2010

Otitis

Hoy hemos tenido que llevar a Daniel a urgencias. No ha sido nada excesivamente grave como para salir corriendo agobiados, pero sí de darse un poco de prisa.

Chari y la abuela se dieron cuenta de que al niño le dolía un oído, así que nos dijeron que le lleváramos a urgencias. Cómo era la hora de merendar decidimos darle primero de comer. El caso es que como el niño cabeceaba le dejamos dormir un rato. Cuando se despertó me di cuenta de que le supuraba el oído que había tenido pegado a la sábana. Así que de repente me entró una prisa tremenda por llevarlo al hospital.

Llegamos enseguida y Raúl se fue a aparcar mientras yo iba abriendo el "parte de incidencia" en la entrada de urgencias infantiles. Allí habían muchos niños tosedores, febriles y, sobre todo, mimosos y agarrados a fuego a sus respectivas madres. Tuvimos suerte y no tardaron mucho en atendernos. Nuestras sospechas se hicieron realidad: tenía una otitis de caballo. Pero parecía que le dolía menos el oído porque sonreía mucho. A la médico le pareció muy simpático. Cuando nos dio la nota con lo que le pasaba y las medicinas que había que suministrarle el niño fue más rápido que yo y la arrugó rápidamente para acto seguido intentar llevársela a la boca. Entre la pediatra y yo logramos arrebatársela. La médico le dio una hoja en blanco para que se entretuviera y me volvió a tender la nota con más cuidado esta vez.

Teníamos que ir a una farmacia de guardia a por los antibióticos y empezar a curar a mi niño ya mismo.

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